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A primera hora de la mañana del 25 de marzo de 2017 salió de su casa de Ciudad Rodrigo ataviado con ropa deportiva, se montó en su coche y circuló hasta la localidad de Vegas de Domingo Rey, en Agallas. Aparcó el vehículo a las afueras del pueblo con la intención de comenzar desde allí una ruta al pico de la sierra de La Canchera. Dijo a su familia que volvería sobre las diez de la noche pero nunca más volvieron a saber de él. Se cumplen cuatro años de la desaparición de Manuel Moro, vecino de Ciudad Rodrigo, y su familia lamenta que en todo este tiempo no se haya encontrado ninguna pista que arroje algo de luz al caso. “Hemos tirado la toalla”, lamenta su hermana Covadonga Moro.
En una conversación mantenida con LA GACETA, Covadonga asegura que el caso está completamente parado. “No sabemos nada de nada. No se le ha vuelto a buscar y nosotros lamentablemente ya lo hemos dejado también por imposible. Al principio preguntábamos más pero ahora ya no sabemos qué más hacer. Hemos tirado un poco la toalla...”, reconoce la hermana del desaparecido desde su residencia de Asturias. “Mi madre es la que peor lo lleva. Intentamos no hablar del tema para no remover pero hay días que inevitablemente son más complicados”, afirma.
Según fuentes del Instituto Armado el caso continúa abierto, aunque el problema es que en todo este tiempo no han encontrado ninguna pista que aporte a la investigación. De hecho, ninguna de las batidas que se realizaron en los primeros meses de la desaparición del hombre, que hoy tendría 57 años, ayudó a los investigadores a cercar la búsqueda. Tan solo un pastor aseguró haber visto al hombre a mitad de camino de la ruta, de aproximadamente dos horas de recorrido, aunque no intercambiaron palabra alguna.
Y es que no es una tarea fácil, ya que tal y como mantienen los conocedores de la sierra, se trata de un terreno abrupto, una zona de monte bajo muy extensa, con desniveles y pequeños saltos de agua incluso.
Además, aquel día hacía mal tiempo, de ahí que la familia siempre haya apuntado a la posibilidad de que Manuel sufriera una caída y fuera arrastrado por el río Hurdano o buscara refugio en alguna cueva y luego no pudiera salir. “Desde el primer momento nosotros sabíamos que algo no iba bien porque Manolo siempre nos dijo que el volvería a casa sobre las diez de la noche y al no regresar es cuando supimos que le había ocurrido algo”, comentaba meses atrás a este diario su hermano José.
En definitiva, cuatro años de un sinfín de interrogantes que hacen que la desaparición de Manuel Moro sea una de las más incomprensibles que se recuerdan en la provincia de Salamanca.
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