A.E.M.S., el hombre acusado de agresión sexual a una menor de edad, valiéndose de su condición de pareja de la madre en una casa en la localidad de Peñasolana (Carrascal de Barregas) entre 2011 y 2012 ha negado haberla forzado, asegurando que «nunca se quedó a solas con la niña»: «Durante la relación que mantuve con su madre, unos dos o tres años, jamás me quedé a solas con ella, iba esporádicamente cuando se celebraban fiestas, pero nunca se quedó sola en mi casa, siempre con su madre».
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La Audiencia Provincial de Salamanca ha dejado visto para sentencia en la mañana de este miércoles, 15 de enero, el juicio contra el varón, para el que la fiscal que lleva el caso solicita una pena absolutoria por «falta de pruebas», al igual que la defensa por «incongruencias en las fechas y testimonio» de la denunciante. Por su parte, el letrado de la acusación particular solicita 15 años de prisión, así como la prohibición de aproximación y comunicación con la víctima durante 10 años.
«Con 9 o 10 años la niña veía vídeos de continuado inapropiado y por eso discutía con la madre, llegaban incluso a tirarse de los pelos. Yo creo que me tiene manía porque en 2019 reclamé a su madre un dinero que me pertenecía», ha declarado el acusado en referencia a la víctima y denunciante, y ha proseguido manifestado que él «jamás ha visto porno con ningún menor»: «No se me habría ocurrido». Así como que «nunca convivió con ellas, solo me venían a ver algún fin de semana o cuando celebraba alguna fiesta en casa».
Anteriormente y con un biombo ha declarado la víctima que comenzó ratificándose en la denuncia. Según ella, por el año 2011, cuando tenía 12 años, se encontraba viendo páginas de contenido sexual con unas amigas, hecho que volvió a realizar ella sola cuando su madre la «pilló" en su habitación en la casa del acusado que supuestamente compartía con su progenitora en Peñasolana: «Mientras veía el vídeo, cerré el ordenador rápidamente, pero mi madre me pilló y pidió a su pareja que revisara lo que estaba viendo. A partir de ese momento la actitud del acusado hacia mí cambió radicalmente», ha asegurado. La joven ha declarado que tras los hechos le mostró un vídeo de contenido sexual mientras ambos se encontraban en el salón de la vivienda y su madre en la cocina: «Me incomodé y me fui a mi habitación como si no hubiera pasado nada».
Posteriormente, ha manifestado, un fin de semana que se quedó sola con el acusado, este la llamó cuando estaba en su habitación y bajó al salón: «Me empezó a contar anécdotas relacionadas con la sexualidad. Me puso un vídeo de contenido sexual en su ordenador y en un momento dado, retiró la manta con la que yo estaba tapada y comenzó a tocarme por debajo del pantalón, a hacerme tocamientos en la vagina mientras se reproducía el vídeo porno. Me metió los dedos en la vagina, yo quise huir y dije «no», pero con su mano continuó tocándome la vagina y el pecho izquierdo, hasta que en un momento dado paró. Después subí a la habitación y me duché», ha confesado añadiendo que cuando llegó su madre a casa tan solo le comunicó que habían hablado de «educación sexual».
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A partir de ese momento, ha aclarado la víctima, no quería volver a la vivienda: «Mi madre me preguntó si el acusado me había hecho algo, pero yo se lo negué porque me pegaba frecuentemente—me ha maltratado desde pequeña física y emocionalmente—, y además me sentía avergonzada por haber visto los vídeos». Además, ha continuado, en septiembre de 2015, «fruto de los hechos sufridos, tuve un intento autolítico».
Asimismo ha relatado que posteriormente se fue a otra casa junto a sus dos hermanas hasta que en el año 2019 decidió pedir ayudar a algún especialista porque «escuchó que su madre quería volver con el acusado»: «Cuándo vi que cabía la posibilidad de volver a tener relación con él pedí ayuda a la Gerencia Territorial de Servicios Sociales de la Gran Vía y allí solicité ayuda psicológica por miedo. Me dijeron que pidiera cita en la asociación ADAVAS (Asistencia Víctimas Violencias Sexual y de Género) donde mantuve varias sesiones entre el año 2019 y 2020 hasta que me fui a estudiar fuera de Salamanca». Ya en la otra ciudad, ha añadido la víctima, acudió al Instituto Andaluz de la Mujer hasta que entre 2019 y 2020 se le acabaron las citas por la pandemia de la covid: «Yo seguía mal, tenía estrés postraumático y mucha ansiedad por lo que decidí ir a un centro de salud donde recibí ayuda psicológica y psiquiátrica».
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En diciembre de 2022, en una ocasión que regresó a Salamanca, la víctima ha referido que se encontró con el acusado por la calle: «Me entró mucha ansiedad, en ese momento se lo conté a mis hermanas y me dijeron que denunciara los hechos. A partir de ese momento me incomoda pasear por Salamanca, quedarme a solas con un hombre y sigo teniendo pensamientos y pesadillas con este hombre y con lo que ocurrió. Siento miedo, angustia, dolor. Es un pensamiento que siempre tengo presente, que se me presenta como un eco constantemente».
Posteriormente, ha sido el turno de la psicóloga de ADAVAS que ha especificado que la víctima acudió a la asociación en mayo de 2019, así como que ella la trató en cuatro ocasiones: en mayo, junio y julio de 2019 y en enero de 2020. «Hasta que se fue a Córdoba a estudiar y se suspendió el tratamiento. En las sesiones me habló de agresión sexual— masturbación— por parte de la entonces pareja de su madre. Presentaba pensamientos recurrentes tanto en su día a día como en el sueño respecto al hecho ocurrido, ansiedad, baja autoestima...«, ha detallado la testigo añadiendo que »hay víctimas de abuso sexual que presentan lagunas cuando vuelven a recordar la experiencia traumática«.
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