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Viernes, 19 de marzo 2021, 21:43
El procedimiento abierto por el accidente mortal de Galisancho, uno de los más graves que se recuerdan en la historia de la provincia y en el que murieron cuatro jóvenes de Alba de Tormes, ya ha llegado a la Audiencia Provincial. Una vez finalizada la fase de instrucción y calificados los hechos por todas las partes, el Juzgado de Instrucción número Cuatro de Salamanca remitió este jueves la causa, que consta de 708 páginas, al alto tribunal salmantino. Mientras que la Fiscalía pide casi la pena máxima para el conductor del vehículo, la defensa pide su absolución porque, pese a las pruebas, asegura que “no existe delito alguno” porque “no había bebido ni consumido drogas” y “no circulaba a velocidad excesiva ni negligente”, señala.
Tal y como adelantó este diario, el fiscal acusa al conductor del vehículo, A.J.L., de siete delitos: un delito de conducción bajo la influencia de drogas tóxicas y alcohol, un delito de conducción temeraria, un delito de lesiones por imprudencia grave y cuatro delitos de homicidio por imprudencia grave.
Le pide una condena de 8 años de prisión -casi la máxima que contempla la ley (9 años)-, 11 años sin conducir , y un total de 305.0000 euros en números redondos en concepto de indemnización a los familiares de las víctimas, siendo responsable directa la compañía aseguradora Mapfre y subsidiaria la propietaria del vehículo y madre del acusado.
Por su parte, según ha podido saber LA GACETA, la defensa de A.J.L. solicita su libre absolución. Comienza su escrito de calificación provisional “denunciando” que en este caso concurren “varios motivos de nulidad”.
En primer lugar, por la vulneración de los derechos fundamentales respecto a la toma de muestras tanto de sangre como de orina a su cliente, “ya que se realizó sin mandamiento judicial previo alguno y sin su conocimiento ni autorización”. Señala por tanto que la toma de muestras no se ha tomado con todas las garantías, habiéndose “invadido la esfera privada” de su cliente “sin su consentimiento ni autorización judicial”.
En segundo lugar, en el procedimiento “no existe garantía de identidad, integridad y autenticidad de los restos analizados”. Es decir, a criterio de la defensa, no hay seguridad de que “la sangre y orina que se analiza sea la de A.J.L. y que ésta no sea de otro sujeto o que no haya sufrido contaminación”. Estas “deficiencias” en la cadena de custodia “despiertan dudas razonables, que hace que se deba prescindir de esa prueba”.
Conforme a ello, la defensa niega los hechos que se imputan a su cliente por el fiscal y las acusaciones particulares. No es cierto que A.J.L. el 21 de julio de 2019, a eso de las 7.20 horas por la carretera de Santa Inés a Galisancho, condujese bajo la influencia de bebidas alcohólicas y drogas y es que es más, destaca, “no había bebido ni consumido drogas”.
Del mismo modo, prosigue, “no circulaba a velocidad excesiva, ni era esta negligente o desatendida cumpliendo la diligencia debida ya que no iba a velocidad excesiva ni con una conducción temeraria o contraria a las normas”.
“Lo que ocurrió fue un accidente de circulación en el que, desgraciadamente, resultaron cuatro víctimas mortales y una con lesiones, pero tan lamentable resultado no es por sí suficiente para concluir que el conductor es responsable criminalmente de ello”, explica.
Así las cosas, “no existiendo delito alguno, no cabe hablar de autoría, ni de responsabilidad penal por parte de A.J.L.”, conforme a los cual “procede imponer la libre absolución de mi representado, debiéndose dictar sentencia absolviendo al mismo de todos los pedimentos del Ministerio Público, así como de las acusaciones particulares”, concluye la defensa.
“A partir de las cuatro de la mañana empiezo a tener flashes y ya no recuerdo nada”. A.J.L., el albense de 29 años que conducía el coche que aquel fatídico día se salió de la vía y se estampó contra un árbol en Galisancho con el dramático resultado de cuatro jóvenes muertos, dos de ellos menores de edad, volvió a insistir -en este caso ante el juez instructor- que no recuerda nada. Su declaración tuvo lugar en septiembre de 2019, a punto de cumplirse dos meses del trágico accidente, el más grave en las carreteras españolas ese verano.
A.J.L. compareció, todavía con un brazo en cabestrillo como consecuencia del accidente, ante el magistrado titular del Juzgado de Instrucción número Cuatro de Salamanca, que instruyó las diligencias.
En presencia de su abogado, así como de los dos de la acusación particular y del fiscal, expuso un relato de hechos cuando menos chocante -pero que coincide con la tesis que mantiene su defensa- al manifestar que no había bebido más que “de una litrona” de la que además “había bebido más gente”.
Manifestó asimismo que no había consumido ninguna droga, que no lo hacía “desde hace dos meses”.
Sin embargo los análisis que le efectuaron los agentes de la Guardia Civil arrojaron resultados positivos tanto en alcohol como en drogas: en las pruebas de alcoholemia -0,52 mg/l de alcohol en litro de aire espirado en la primera medición y 0,41 mg/l en la segunda, el doble de lo permitido- y en las de drogas -el test detectó el consumo de cocaína y de anfetamina-.
Al igual que hizo en su primera declaración en la Comandancia de la Guardia Civil, ante los agentes del subsector de Tráfico, después de ser detenido a su salida del Hospital, A.J.L. volvió a decir entonces que “no recuerda nada”, que “a partir de las cuatro y media de la mañana, empezó a tener flashes y no recuerda nada”, dijo.
Sin embargo, el accidente no tuvo lugar hasta las 7.30 horas de la mañana, con lo cual hay un desfase de tres horas entre el momento en que, según él, dejó de recordar y el momento del brutal impacto, tiempo por tanto en el que pudo haber bebido o haberse drogado.
A.J.L. dijo además que desconocía cuánta gente iba en el vehículo -seis ocupantes, de los que cuatro fallecieron- y añadió que si no recuerda nada puede ser, señaló, “por el golpe que recibió en la cabeza”.
“Estoy dispuesto a asumir las consecuencias”, declaró en su comparecencia, en la que manifestó que lo siente por las familias, pero que “él también ha perdido cuatro amigos”.
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