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La Delegación de Misiones de Salamanca presentó ayer la campaña del Domund con protagonismo para los testimonios. De izquierda a Derecha, Bongani Ndlovu (África), Gracy Ravi (India), Feli Pérez (Colombia) y José Miguel González, director del Servicio Diocesano de Misiones y misionero en Cuba.
De Zimbabue y la India a ayudar a las Hermanitas en Salamanca: «Hacen falta más jóvenes valientes»

De Zimbabue y la India a ayudar a las Hermanitas en Salamanca: «Hacen falta más jóvenes valientes»

Salamanca celebra el domingo el Día del Domund, con una colecta dedicada a ayudar a los misioneros. Ha pasado de ser tierra misionera a recibir apoyo para la labor pastoral de estudiantes de Teología de otros países

Ángel Benito

Salamanca

Lunes, 14 de octubre 2024, 19:21

«No nos debe de sorprender en absoluto que cada vez tengamos más entre nosotros a sacerdotes hispanoamericanos, africanos e incluso asiáticos. Igual que en otro tiempo, los misioneros españoles hemos estado evangelizando, vendrán ellos y ellas a evangelizarnos». El director del Servicio Diocesano de Misiones con experiencia como misionero en Cuba, José Miguel González, quiso enfatizar un dato: en la última década se ha triplicado el número de seminaristas en África.

Con motivo del Domingo Mundial de las Misiones (Domund), la Diócesis quiso poner rostro a los distintos perfiles de las misiones: aquellos que han marchado desde Salamanca para evangelizar, y por otro lado, los que vienen desde el exterior para ayudar a la labor pastoral, mientras que continúan su formación como sacerdote. Es el ejemplo de Bongani Ndlovu, procedente de Zimbabue, que ahora se encuentra en Salamanca compaginando su formación sacerdotal junto a los Misioneros de Mariannhill, además de ayudar en la parroquia de Lourdes y a las Hermanitas de los Pobres. «Dejé mi familia y mi país para prepararme en Salamanca para ser diácono», confiesa tras reconocer que se entregó a la vida religiosa cuando vio cómo trabajaba la congregación en su país natal. «Hacen falta más jóvenes valientes», reconoce sobre el aumento de las vocaciones en África, en contraste con lo que observa en España. «Las iglesias están llenas de jóvenes, en comparación con aquí», en referencia a Salamanca. Desde su congregación también apoyan la labor pastoral que se realiza para llegar a todos los pueblos, en especial en la zona de Alba de Tormes. La atracción de la Universidad Pontificia de Salamanca hace que muchas congregaciones opten por la ciudad para que los seminaristas de sus congregaciones religiosas realicen su formación en Teología y en Filosofía, y mientras ayuden a los sacerdotes salmantinos y a la Diócesis en sus diferentes acciones sociales y religiosas.

Gracy Ravi es misionera idente procedente de la India y ahora permanece en Salamanca. En un país donde el hinduismo es la religión mayoritaria con un 80 % de la población seguido de los musulmanes con un 13 %, tan solo el 2 % se confiesa cristiano, una situación que, según explica, no le ha impedido que pueda desarrollar su religión sin inconvenientes: «Yo nací en el seno de una familia católica y hasta mis amigas hinduistas venían para rezar con nosotros y nos piden que recemos por ellos». En este sentido, reconoce que el proyecto que estaba desarrollando en la India con jóvenes se basaba en un «respeto mutuo» entre todos los credos, pero también con el aval de que ese centro educativo estaba dirigido por personas cristianas. «El amor es un idioma universal», reconocen ambos ante unos países en los que hay gran diversidad de idiomas. Solo en Zimbabue hay 15 lenguas diferentes más sus respectivos dialectos, situación que se repite en la India con 447 idiomas.

Feli Pérez, misionera idente, lleva un año en Salamanca pero ha pasado media vida en Colombia sobre todo trabajando con jóvenes. «Retrasé mi inquietud por ayudar a mis padres, pero finalmente seguí la llamada y me marché a Colombia». Estuvo desde el año 1978 hasta el 2000 realizando misiones rurales y urbanas. «Durante tres veces al año nos íbamos al campo para compartir con la comunidad. Los jóvenes tan solo tenían que escuchar. Tuvimos que interrumpir esa misión por el peligro que teníamos de que la guerrilla secuestrara a nuestros jóvenes», reconoce. También tuvieron que ayudar en las grandes ciudades donde los que requerían ayuda vivían en habitaciones sin luz ni agua.

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