«Cuando abría la puerta de su casa parecía un vertedero municipal, era imposible estar en el rellano debido al fuerte olor y tenía que utilizar insecticidas porque se me metían hileras de hormigas que parecían salir de su puerta», manifiesta una vecina de Garrido que ha convivido durante años con un caso de Diógenes en la puerta de al lado.
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En mayo de 2022, hasta cinco dotaciones de los Bomberos de Salamanca, patrullas policiales y servicios sanitarios se trasladaron hasta su edificio, en la calle Isaac Peral, para intervenir en un incendio declarado en la vivienda del hombre con trastorno por acumulación. Este tuvo que ser trasladado al Hospital tras resultar afectado por el humo y la intervención se prolongó cerca de cinco horas hasta que los bomberos dieron por extinguido el fuego ya que la cantidad de enseres y de basuras amontonadas complicó enormemente las tareas de extinción.
«Tras el incendio, los Servicios Sociales se hicieron cargo de la situación y estuvo meses ingresado en un centro hasta que volvió a la vivienda. Una empresa se encargó de la limpieza de la misma y tardaron como tres meses en limpiarla. Ahora le traen la comida y le hacen un seguimiento cada poco tiempo, parece que ya está todo controlado porque ahora se respira», detalla la vecina, que ha preferido mantener su identidad en el anonimato para no ser reconocida.
Durante el año 2022 Salud Pública del Ayuntamiento de Salamanca tramitó 20 expedientes de insalubridades en viviendas con sospecha de síndrome de Diógenes. De estos 20, seis fueron denuncias vecinales, siete descubiertos por la Policía Local durante el desempeño de sus funciones y los siete restantes detectados por el equipo técnico de los diferentes Centros de Acción Social (CEAS) de la ciudad.
Hasta octubre de 2023, desde la concejalía al frente de María de la Vega Villar, se han tramitado 8 expedientes de insalubridades: dos por denuncias vecinales, tres por Policía Local y los otros tres por el equipo técnico de los CEAS.
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Según Francisca Sánchez, coordinadora de Servicios Sociales y Manuel Zapata, técnico de salud pública, seis de ellos eran casos de insalubridad, cuatro iban acompañados de acumulación de enseres y uno que solo acumulaba basura. En siete de ellos se han requerido medidas correctoras, tres se han resulto y en cuatro continúan trabajando: «Es muy raro encontrarnos con un caso que sea puro síndrome de Diógenes, lo normal es que tengan un problema de base que les lleva al trastorno», expresan.
Las vías de conocimiento de los casos y, por tanto, de iniciación del procedimiento pueden ser de oficio: bien por la iniciativa del Área de Bienestar Social, orden superior o a petición razonada de otros órganos (informes de la Policía Local o de CEAS), o pordenuncia. Así como por instancia de parte: por cualquier interesado (familiar o el propio afectado).
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El expediente se impulsará de oficio por la Unidad Administrativa del Área de Bienestar Social, que llevará a cabo toda la coordinación de las diferentes dependencias administrativa intervinientes en el protocolo. Una vez se tiene conocimiento por parte de Salud Pública se coordina con equipo técnico del CEAS correspondiente y con Policía Local, si se considerara oportuno, para proceder a realizar una visita a la vivienda. «Cuando se detecta una posible insalubridad en un domicilio, activamos el protocolo en el cual se va a pedir a Salud Pública que envíe a la persona una notificación de requerimiento de ejecución voluntaria con un plazo determinado para que limpie la vivienda. Después, se realiza una segunda visita y si no se ha procedido a la limpia, pasaría a orden de ejecución subsidiaria», cuentan Francisca y Manuel.
En la ejecución subsidiaria se gestiona un contrato con una empresa para proceder al vaciado y a la limpieza de la vivienda. Por otra parte, si el morador no deja acceder al domicilio al equipo de Servicios Sociales, este tiene que solicitar al juzgado una autorización de entrada. «En ese caso, la ejecución se realiza interviniendo Policía y la empresa procederá a la limpieza y desinfección. En muchos casos han tardado hasta tres meses en acondicionar el domicilio. Si la persona tiene ingresos, la factura correrá a cargo de ella, si no, a través de ayudas sociales», comentan.
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Paralelamente al protocolo de Diógenes, se inicia un proceso de reconocimiento de grado de dependencia donde se realiza una valoración médica de la persona. «Cuando leemos el informe ya podemos establecer si padece tan solo Diógenes o tiene esquizofrenia, problemas de alcoholismo o de sustancias, un deterioro cognitivo...», dicen.
Para ellos, en el síndrome de Diógenes no existe un usuario tipo y los casos no entienden de clases sociales ni de edades: «Antes nos encontrábamos con casos de más edad, pero cada vez detectamos gente más joven, sobre todo a raíz de la pandemia cuando hemos dejado de salir a la calle, de relacionarnos...». Desde Servicios Social intentan que la persona permanezca «el mayor tiempo posible en el domicilio»: «En muchos casos, después de realizarles la limpieza, intentamos gestionarles el servicio de teleasistencia, de comida a domicilio u horas de ayuda a domicilio en función del grado de dependencia que tengan para evitar que se replique el problema».
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Según Francisca y Manuel, en casos extremos estos servicios no son suficientes. Por ello, el siguiente paso que realiza Servicios Sociales es el traslado e ingreso de la persona en un centro adecuado a través de Fiscalía. «Si observamos que el deterioro cognitivo es grave, tiene otras patologías o no puede estar solo o sola por la edad, pedimos a Fiscalía que inicie el procedimiento de medidas de apoyo a presunto discapacitado para permitir que tengan una curatela, señalan. Si tampoco es suficiente con dicha curatela y con los servicios de ayuda a domicilio, Servicios Sociales pide plaza de prioridad social en un residencia y después se traslada a la persona al centro. «El dispositivo de salida y de trasladado siempre es traumático porque vamos con la orden judicial y comunicamos a la persona que tiene que dejar su casa e irse a un centro, fuera de su entorno. Por ello, las trabajadoras sociales intentan trabajar el caso de manera que esta persona se convenza de que el medio de resolver su problema es ese», concluyen.
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