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Natalia Polishchuk, junto a su marido y a sus tres hijos. SUSANA CABANA
Vivir la Navidad lejos del sonido de los bombardeos

Vivir la Navidad lejos del sonido de los bombardeos

Hace más de un año, Natalia Polishchuk y su familia se vieron obligados a abandonar la región ucraniana de Khmelnytskyi para huir de la guerra

Elena Martín

Salamanca

Viernes, 15 de diciembre 2023

Marzo de 2022. Región ucraniana de Khmelnytskyi. Rodeados de ataques, entre lágrimas, con el corazón en un puño, perseguidos por el miedo y con un futuro por descubrir. Las maletas pesadas de Natalia Polishchuk y su familia denotaban que lo que, en un principio iba a ser un «Hasta pronto», realmente sería un «Hasta dentro de mucho tiempo». Poner tierra de por medio era la mejor opción para dejar atrás el sonido de las bombas que, a sus hijos pequeños, no les dejaba dormir por las noches. Era en ese momento o nunca.

Ahora, un año después, encaran su segunda Navidad juntos en Salamanca, una ciudad a la que agradecen profundamente el cálido abrazo que les ha dado, acogiéndoles como una segunda familia y proporcionándoles la oportunidad de seguir hacia adelante con el único impedimento de estar a miles de kilómetros de sus familias y de sus amigos. Lejos han quedado las carcajadas que solían tener antes de que estallara la guerra que les obligó a emprender una nueva aventura repleta de incertidumbre. Ahora, contemplan, desde muy lejos, la viva imagen del terror, ante la que cada día rezan para que se esfume cuanto antes y puedan regresar a lo que tanto echan de menos. «Salamanca nos ha regalado una vida desde cero. La Asociación de Ucranianos en Salamanca, el Ayuntamiento y toda la sociedad que vive en la ciudad nos han protegido y nos han mostrado su solidaridad apoyándonos en nuestra nueva vida y consiguiendo que nos hayamos adaptado cuanto antes a ella», asegura Polishchuk, recordando cómo fue la primera Navidad en la capital del Tormes.

«El año pasado vivimos en nuestras propias carnes una mezcla de sentimientos. Por un lado, sentimos la tristeza de estar lejos de nuestras familias, pero, por el otro, estábamos alegres por estar lejos de los sonidos de las bombas. Salamanca nos impresionó muchísimo desde el primer momento. Tenía una iluminación increíble y estaba impregnada de espíritu navideño y de la amabilidad de su gente», rememora Natalia.

El 'tierno abrazo' de la asociación

Si hay algo que supuso un antes y un después para la familia Polishchuk, eso fue el respaldo que la Asociación de Ucranianos en Salamanca les dio desde el primer momento en el que se cruzó en su camino. «Encontrarnos con Yuliia Shemelyak y con la asociación fue una suerte para nosotros. Gracias a ello, hemos podido conocer a más familias que están pasando por la misma situación que nosotros y hemos encontrado el consuelo que necesitábamos en esta nueva aventura», asegura Natalia, mostrando melancolía recordando a sus allegados, con los que no habla tanto como le gustaría por la distancia y porque la guerra se lo impide.

«Mis niños recuerdan algo de su país, pero, poco a poco, se están olvidando de lo que vivieron allí. Al final, cuando nos vinimos a Salamanca, mis mellizas tenían 4 años y mi hijo mayor tenía 9», relata Polishchuk, mostrando melancolía por el día a día en el que viven alejados de sus casas y de sus familias, que «siguen viviendo el terror de una guerra que no ha terminado».

Una vida consolidada en Salamanca

Para Ivan Shemelyak, esta Navidad no será la primera vivida en Salamanca. Hace 12 años, cuando terminó la carrera, hizo las maletas y llegó a la ciudad en busca de una vida mejor. Ahora y, por desgracia, desde hace varios meses, sigue cada día, aunque desde lejos, lo que está sucediendo en su país. «Le doy las gracias a Dios por tener en una ciudad como Salamanca a gran parte de mi familia. Esta Navidad no iremos a Ucrania, pero espero poder ver a todos los que faltan aquí muy pronto. Después de tanto tiempo en la ciudad, ya me considero charro», asegura Shemelyak, que lleva implicándose con los ucranianos refugiados en la ciudad bastante tiempo. «En el momento en el que estalló la guerra, empecé a ayudar con el envío de alimentos a las familias que más lo necesitaban», recuerda.

Ivan Shemelyak, junto a su mujer y a sus dos hijos.

Melancolía en una vida distinta con tradiciones diferentes

Natalia Polishchuk habla con melancolía de la Navidad en Ucrania. Desde que tuvieron que abandonar su país, no paran de toparse con algunas diferencias en lo que a tradiciones se refiere. Por ejemplo, destaca que, mientras en España se celebra el 25 de diciembre, hasta hace bien poco, en Ucrania, se venía celebrando el 7 de enero. Junto a este 'cambio' en el calendario, resalta la forma en la que celebran esta fiesta tan tradicional en Salamanca, al igual que lo hacen otros ucranianos que están refugiados en la ciudad.

Actualmente, los voluntarios de la Asociación de Ucranianos en Salamanca vela para que su forma de festejar en estas fechas tan señaladas no varíe. Para garantizarlo, mediante el proyecto 'Flor dorada', aseguran la visita de San Nicolás a los más pequeños y van cantando villancicos por los domicilios de la ciudad.

Además, el 15 de diciembre, celebrarán una cena conjunta de la comunidad ucraniana, en la que se entregarán pequeños regalos y distintos bienes de primera necesidad.

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