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«Vivir en la calle es complicado, pero, con el calor, lo es más todavía». Son las palabras con las que Francisco define la que es su situación día a día en la calle, donde lucha contra las altas temperaturas de estos últimos días de agosto.
Francisco lleva viviendo seis meses en la calle. Esta última ola de calor, en la que se ha alcanzado una temperatura de hasta 40 grados en la ciudad del Tormes, ha hecho que la situación de vulnerabilidad a la que estas personas están sometidas se agrave. «Al final, te acostumbras a las condiciones climatológicas, al frío y al calor. Lo más duro de estos días han sido las noches para dormir. Yo duermo siempre en un pasaje en el que corre un poco la brisa y así se sobrelleva el calor mejor», afirma Francisco, quien ha tenido que levantarse a las 6:00 horas por las altas temperaturas que no le dejaban dormir más.
Lo que más llama la atención de Francisco es que, a pesar del calor, siempre lleva puesto un abrigo. «Llevo la misma ropa en invierno que en verano. Este plumas lo llevo ahora, aunque haga calor, porque no quiero que se dañe si lo dejo en el suelo», explica Francisco, quien afirma que ya se ha acostumbrado a llevarlo con el calor de estos días. «También intento beber agua todo lo que puedo para que no me de ningún golpe de calor», asegura.
Un día normal para él consiste en sentarse en la calle desde las 8:00 horas de la mañana, cuando todavía el calor da un respiro, hasta que el sol empieza a 'azotar' con fuerza. Intenta buscar una sombra en la que protegerse del sol y, por las tardes, pasa sus horas leyendo libros o jugando al ajedrez, dos de sus aficiones. «La gente se piensa que por vivir en la calle no soy una persona culta, pero leer es una de las cosas que más me gusta hacer y que seguiré haciendo hasta que me canse», explica orgulloso.
Estrella es otra de las salmantinas que tiene que hacer frente al calor en la calle. «Yo paso mejor el frío que el calor. Por eso, estos días, con estas temperaturas, se me hacen sofocantes. Intento refugiarme todo lo que puedo», afirma. «Intento beber mucha agua y cobijarme siempre en los lugares en los que da la sombra», explica Estrella, que se airea con un abanico que le ha dado una de las vecinas de la zona donde se suele situar. «Gracias a la solidaridad de algunas personas, esto se lleva mejor», concluye.
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