

Secciones
Destacamos
Martes, 8 de octubre 2019, 13:08
Con nuevo disco que presentar, Víctor Manuel estará en concierto con “Casi nada está en su sitio” el sábado 12 de octubre en el CAEM de Salamanca.
–A sus años ¿ilusiona pasar el fin de semana fuera de casa?
–El escenario te da la vida. Hay una transfusión de sangre con el público continua. Hace años le preguntaban a Bob Dylan: pero usted, tan mayor, sigue girando y hace no sé cuantas actuaciones al año. Y él, por toda respuesta, dijo: ¿y qué pasa en casa?
–Ahora que gira sin Ana Belén o sin Serrat y Miguel Ríos vive los directos con una mezcla de excitación y agobio.
–Hubo un montón de años que hicimos giras conjuntas como “El gusto es nuestro” o “Cincuenta años no es nada” rodeadísimo de un montón de amigos. En 2014 con Ana giramos con “Canciones regaladas”. Y ya tocaba hacer algo solo. Nos planteamos hacer nuestro disco cada uno y me entró una especie de euforia cuando empecé a escribir canciones. No podía parar. Y hacía muchísimos años que no me decían que el disco es bueno. Piensan que como eres mayor estás amortizado. Pero me han vuelto a decir que el disco está muy bien y estoy muy feliz.
–¿A qué atribuye su euforia creativa?
–Debía tener ganas. No suelo componer si no tengo un disco o un proyecto a la vista. Pero sí estoy tomando notas continuamente, que ahora son notas de voz en el teléfono: ideas, esbozos de melodías, frases... Y el 80% de las canciones de “Casi nada está en su sitio” vienen de esas notas de voz que tomo en cualquier lugar, con coches por detrás, en el mercado... y con la esperanza de que cuando lo quieras desarrollar, funcione.
–¿Y cuándo funciona?
–Funciona cuando consigues acabar la canción. Otra cosa es si funciona cuando la contratastas con el público. Y eso no lo sabe nadie. Ni los que trabajan en algoritmos, que han intentado a veces inventar canciones en base a las armonías de los Beatles.
–Hacer canciones es lo que más le gusta.
–Es lo que más me hace disfrutar. Sacar algo de donde no hay nada, te da un subidón. Cuando acabo una canción creo que acabo de hacer “Yesterday”. Al día siguiente ya te pones en tu sitio, pero el primer subidón es extraordinario.
–No hay tema que no haya abordado.
–El otro día nos premiaban por los 40 años de “Solo pienso en ti” y recordé que tenía una idea en la cabeza, una imagen de un reportaje periodístico: “Cuando acaban de trabajar Mari Luz y Antonio se agarran de la mano y pasean por el jardín”. De todo ese hilo vas tirando para atrás, pero uno no sabe como llega a componer una canción.
–¿Tiene hoy en día sentido el compromiso político del artista?
–Sí, pero es algo voluntario. Yo nunca le he dicho a nadie que no tenga compromiso político: ¿por qué no tienes compromiso político? Y en mí es innato. Desde que tuve uso de razón política con 18 años ya me metí en líos. Aunque te va muchísimo mejor si no lo haces. Cuando opinas, no gustas a alguien. Y mucho más en este país que somos como somos. Si un actor americano tiene una opinión política no por eso el público deja de ir a ver una película suya. Y aquí somos muy radicales. Todo es el estás conmigo o estás contra mí, que es absurdo. Pero si puedes conseguir que los que están contigo sean un público importante, vives sin pedirle cuentas a nadie.
–Tendrá público que no sea de izquierdas.
–Yo creo que no mucho. Hay cierta reserva porque te han visto al frente de muchas cosas y dando la tabarra siempre. Y yo trabajo para la comunidad, no para un partido político. Milité en un partido político, pero ya hace muchísimo tiempo.
–Militó en el PCE y dispersó poco su voto: pasó a IU, al PSOE... ¿Votará el 10-N?
–¿Cómo no voy a votar? Un día, hablando con uno de Podemos, como discuten tanto la Transición, le dije: “Voté la Constitución tapándome la nariz igual que te voy a votar a ti tapándome la nariz”. No me gusta todo de todos, sino cosas de algunos, y haces un promedio de lo que crees que es lo mejor que puede funcionar o lo más interesante para el país. Pero no se puede poner la mano en el fuego por ningún partido.
–Se va a exhumar a Franco.
–Se pudo hacer hace muchos años y no se quiso. Pasa como con la Memoria Historia, que es algo que siempre lo explico desde el punto de vista de mi padre, que estuvo acojonado toda su vida porque habían fusilado a su padre y se quedó de jefe de familia con 16 años. Estaba aterrado. ¿Cómo iba a pedir que sacasen a su padre de una fosa común? Han tenido que llegar los nietos que ya no le tienen miedo al poder y son los que exigen ahora. Y con Franco pasa igual, nunca había habido demanda, aunque creo que no tenía que estar enterrado ahí.
–Va a publicar un libro de cocina. ¿Qué plato borda?
–Son recuerdos de cómo he comido en los viajes y recetas mías. Desde antes de que a mi madre le diagnosticaran Alzheimer, apunto lo que comen (y beben) los amigos cuando vienen a casa, para no repetirme con ellos. La fabada la puedo hacer dormido, pero hay otros platos que se me ocurren.
–Cuando piensa en Salamanca ¿evoca algún plato, algún concierto, algún lugar?
–Tengo familia en Ciudad Rodrigo: toda la familia de mi padre y de mi abuela Eloína. Pero nunca he estado y mira que me lo dicen los primos, que vendrán a verme el día 12. Que Salamanca esté tan cerca de Madrid es una putada. Cuando actúas a más de 300 kilómetros te quedas a dormir, pero si estás cerca de casa, vuelves. De Salamanca sé apreciar los jamones y el lomo. Y me gusta darme una vuelta por la ciudad.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Begoña F. Orive. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.