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La entrada a los vestuarios está prohibida con un bebé. Con este argumento los responsables de las Piscinas de Garrido han vetado el acceso a esta parte de las instalaciones a un padre para recoger al hijo mayor, prohibiéndole acceder tanto con el pequeño en el carrito como en brazos.
La desautorización se ha amparado en el cumplimiento del reglamento de uso de las instalaciones que, para evitar la saturación de los vestuarios, indica que se permitirá el acceso para acompañar a los niños a una sola persona, no pudiendo realizarse excepciones en caso de que el acompañante esté con más menores a su cargo.
«No nos dejan entrar a uno solo con el bebé porque lo consideran acompañante», explica la madre, que ha presentado una reclamación tanto a la empresa adjudicataria del servicio municipal como al propio Ayuntamiento.
«No han entrado en razones de que el bebé es una extensión de los padres y no sabemos dónde dejarlo», continúa la afectada.
«Mi marido tuvo que dejar al bebé con un señor, con el peligro que supone, para poder recoger al mayor que ya estaba llorando porque su padre tardaba después de la clase».
Los afectados denuncian que primero les vetaron la entrada con el carrito. «¿Cómo vamos a cambiar al niño con el bebé en brazos? Es imposible», intentó explicar el progenitor a los responsables de las instalaciones.
Después le vetaron incluso sin la silla, por lo que se vio obligado a dejar a su hijo pequeño con un usuario que se prestó voluntario para ayudarle.
«Creemos que esta es una norma absurda, que debe desaparecer», insisten los afectados. Por su parte, el Ayuntamiento ayer respondió que en este caso y en otros similares «obviamente» se dejará pasar a los progenitores que vayan solos con un bebé. No se modificará el reglamento, pero estas situaciones se considerarán una excepción.
No es la primera vez que se producen problemas por la aplicación a rajatabla del reglamento de las piscinas.
En agosto del año pasado también se prohibió el acceso a las instalaciones de La Aldehuela a una mujer en tratamiento por cáncer por llevar la gorra puesta.
La afectada puso en manos de la Asociación Española Contra el Cáncer el trato que afirmó haber sufrido en la instalación salmantina por parte de un socorrista. Tras la denuncia, la empresa adjudicataria pidió disculpas y seguidamente anunció un cambio de normativa.
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