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El paseo Carmelitas, la plaza de Julián Sánchez el Charro, el Campo San Francisco o la estación de Autobuses se han convertido en el hogar de numerosos grupos de personas sin techo que habitan las calles salmantinas las veinticuatro horas del día y que han hecho de la vía pública su vivienda habitual.
A pesar de las altas temperaturas, parques, fuentes, bancos y aceras, han pasado a ser esenciales para ellos, lugares y rincones dónde llevan a cabo sus tareas cotidianas y que se convierten en el foco de un conflicto latente con los vecinos de estas zonas. En las fuentes lavan sus prendas y llevan a cabo su higiene personal y los bancos y rincones de los parques sostienen su 'equipaje itinerante' . En San Francisco, se puede observar cualquier día la hilera de prendas y ropa interior que estas personas colocan en los muros y bancos de este parque para secarla. Durante la noche, algunos de ellos duermen sobre ropa y otros deciden hacerlo en escaleras o en el césped del propio parque.
En el paseo de Carmelitas, un grupo de cuatro personas sintecho habita a las puertas de uno de los supermercados de la zona desde hace más de dos años. A pesar de no mostrar actitudes violentas hacia los vecinos, orinan y hacen sus necesidades en uno de los contenedores situados en la esquina de Carmelitas con la calle Crespo Rascón. Estas conductas desencadenan consecuencias que se agravan con motivo de las altas temperaturas, generando olores desagradables en el barrio y convirtiendo el día a día de los vecinos en «una situación insostenible», según trasladan a este periódico.
Asimismo, residentes y propietarios de negocios de la zona han trasladado sus quejas a la Policía en varias ocasiones. Además, las comunidades de vecinos actuarán próximamente bajo el 'paraguas' de la asociación de vecinos a la que pertenecen.
Un trabajador de la zona denuncia la situación. Un grupo de cuatro personas sin techo piden dinero en su puerta y duermen en ella por las noches: «Hemos tenido que prohibir la venta de alcohol a algunos. Entraban a la hora de comer y se ponían violentos con algunas de las trabajadoras. Llegaron incluso a insultarlas. También hemos llamado a la Policía en bastantes ocasiones», reconoce.
Según cuenta el trabajador, estas personas están en la puerta de su establecimiento desde hace más de dos años. «Mucha gente cree que la situación es fácil para nosotros, pero hay noches que están borrachos en la puerta del establecimiento a la hora de abrir y es bastante violento. Hace muy poco tuve que quitar de la puerta a uno de ellos para poder entrar», reconoce. Sergio tiene miedo de que la situación no se pueda resolver: «La policía ha venido en varias ocasiones y a pesar de verlos bebiendo en la vía pública no hacen nada. También han venido integrantes de ONG y no han sido capaces de convencerles para que vayan a dormir a algunos de sus recursos», afirma. Otro trabajador del establecimiento ha sido testigo de varios de estos episodios: «Estamos ya aburridos. Empiezan a beber cerveza y vino de cartón a las nueve de la mañana. Al mediodía no podemos controlar la situación», concluye.
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