Ángel Amor
Salamanca
Lunes, 10 de julio 2023, 20:39
«Puedes pararte o seguir adelante, yo opté por lo segundo». Así resume Rosario Goenaga Palancar su filosofía de vida desde que la esclerosis múltiple comenzara a formar parte de su día a día.
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Tiene 52 años y, desde los 28, convive con una enfermedad ... que se empeña en cambiar su vida, pero sin conseguirlo del todo. Es natural de Salamanca y cuenta que su primer brote fue en 1999, cuando aún la enfermedad era muy desconocida: «Perdí la visión del ojo izquierdo, me hicieron todo tipo de pruebas especulando sobre un posible tumor cerebral, pero fui recuperando la vista, sin dejar nunca de ver doble». La diplopia es uno de los primeros síntomas de la esclerosis múltiple y uno de los más comunes. A Charo le obligó a dejar de conducir.
Trabajadora de un comercio local, intentó volver a su actividad laboral, si bien reconoce que «notaba cosas extrañas» en su cuerpo.
El segundo brote llegó en febrero de 2015, con problemas intestinales y digestivos, tres semanas sin poder ingerir nada que no expulsase repentinamente. «Fue horrible», afirma. En esta ocasión la incapacidad le obligó a darse de baja y a continuar las pruebas pertinentes en el Hospital Clínico. A los dos días, tras una llamada de la neuróloga, el diagnóstico estaba claro: padecía esclerosis múltiple. «Mi reacción fue de sorpresa, pero también de alivio porque sabía lo que tenía y, aunque sabía que no tiene cura, podía empezar a tratarme».
Tras unos días de reposo, pidió el alta voluntaria y volvió a retomar su rutina con un nuevo tratamiento y ánimo más que suficiente para afrontar la enfermedad.
En una ocasión, una conocida la preguntó sobre el motivo por el que le había pasado a ella, a lo que respondió: «¿Por qué no?, parece lejano, pero nos puede pasar a todos».
Cuenta que su día a día continuó sin grandes sobresaltos hasta que la pandemia de la covid-19 obligó a paralizar todas aquellas actividades que no fuesen de primera necesidad, incluida la suya. Y en julio de 2020 sufrió el tercer brote, en forma de ataque epiléptico, obligándola a permanecer tres días en la UCI.
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Tras este acontecimiento, Charo se vio obligada a vender su dúplex familiar y adquirir un nuevo domicilio estructurado en una sola planta. Continuó trabajando hasta que en 2022, finalmente, recibió la incapacidad laboral. Reconoce que su vida ha cambiado, que es mucho más tranquila , que los viajes con su marido se redujeron a «la mitad de la mitad», pero que intenta permanecer siempre activa. A esto le ayuda «Paquita», una perrita de agua que le regaló su marido tras el último brote, además de las diversas actividades organizadas por ASDEM (Asociación Salmantina De Esclerosis Múltiple).
Charo afirma que siempre ha contado con el apoyo de su familia, y especialmente de su marido: «Consigue dar la vuelta al tema y hace que acabe riendo aunque haya comenzado con lágrimas uno de mis múltiples episodios de falta de equilibrio».
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