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Valentín Gómez hizo ayer las primeras pruebas de pintura en las contraventanas de la Plaza Mayor, una primera inmersión en la titánica tarea de lijar, sellar y aplicar dos capas de pintura a los 273 balcones del monumento salmantino. Tendrá 190 días para abordar una labor de mantenimiento global en estos elementos, un trabajo complicado por la especificidad de trabajar en un monumento declarado Bien de Interés Cultural, pero también por la logística y la organización que requiere acceder a cientos de propiedades, todo ello sin ocasionar daños ni al patrimonio ni a los viandantes que cada día habitan la Plaza Mayor.
Para este último punto la plantilla del Ayuntamiento de Salamanca le echará una mano, el resto depende de su dilatada trayectoria profesional, ya que Valentín Gómez pertenece a la tercera generación de pintores de su familia. Desde que comenzó a trabajar con su padre no ha parado de ir más allá de su papel de pintor, ya que ha participado en multitud de restauraciones, especialmente en los edificios de la Universidad de Salamanca. «Pintar madera lo hace cualquiera, pero ejecutar tratamientos en elementos con tanta antigüedad es más complicado», apunta. Ya se ha establecido el color que unificará la carpintería de la Plaza: el NCS 340-20 determinado por la Comisión de Patrimonio, un tono canela que le llegará en bidones de 35 kilos. «Cada ventana se llevará entre 2 y 4 kilos de pintura», detalla el profesional, «por lo que serán más de 1.000 kilos los que necesitemos».
Para lijar necesitará una máquina especial, una lijadora orbital y tacos de lija manuales. «Después aspiraremos todo y taparemos la barandilla y el balcón para no manchar ni la reja y a los clientes de las terrazas de abajo», añade. Para evitar incidentes, su jornada laboral será de 7:00 horas, cuando todavía no están las terrazas, hasta las 14:00 horas. «Pero si tenemos que volver por la tarde a dar una segunda mano porque no seca, lo haremos», garantiza.
En función del estado de los elementos aplicarán o no una selladora del mismo color, así como dos capas de pintura, además de advertir en los casos en los que haya daños irreparables para que los subsane un carpintero. Asume la tarea después de que en el primer proceso de contratación solo se interesara una empresa que luego se retiró. Al profesional no le extraña. «Cada ventana es un problema, así que tienes 273 problemas en este trabajo». Empezará su labor la próxima semana y sabe que tendrá los meses de calor por delante, pero no le asusta. Su finalidad: que se recupere y se mantenga la madera, calcula que para los próximos 30 o 40 años. «Estaré satisfecho aportando mi granito de arena en la conservación de la Plaza», subraya. «Lo que quiero es que todo quede unificado. Por aquí se ven tonos vainilla, blanco roto, crema y aquellas contraventanas de allí parece que tienden a rosa. Lo que hace falta es que todo sea del mismo color porque esto parece un muestrario».
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