Humildad Carretero es una salmantina de 89 años que recibe su comida a domicilio desde el año 2019. Este servicio le ha cambiado la vida, como ella misma asegura a este periódico, ya que las tareas domésticas se le complicaban más con el paso de los años. Vive sola en el domicilio y tan solo tiene un hijo que vive fuera de la ciudad y una hermana que reside en otro barrio de la ciudad.
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«Todas las mañanas a las once tengo mi comida en casa, de lunes a domingo. Los jóvenes que la traen suelen entrar a mi cocina y me ayudan si no puedo abrir los recipientes», reconoce. La salmantina, desde su experiencia personal, define este servicio como imprescindible para las personas mayores: «Yo dejé de cocinar por el riesgo a usar la vitrocerámica y por la falta de energía, ya son casi 90 años lo que tengo. Es de humanos tender la mano al que lo necesita».
Con los menús, Humildad está encantada y de su boca solo salen palabras de agradecimiento. «La comida siempre es muy variada y nunca traen lo mismo. Esta semana me han traído cocido, patatas meneadas, tortilla de patata, pasta con atún y muchos otros platos. Para acompañar un trozo de queso blanco, una fruta y el pan. Para que queremos más», explica. En el contenedor que recibe cada día, el servicio incluye un primero y un segundo. «Si sobra algo lo guardo para otra comida. Dejas cualquier cosita y tienes la cena para otro día. Está muy sabrosa y se nota que lo cocinan con poca grasa», asegura.
Los trabajadores no solo le llevan la comida, también la ven cada día y le preguntan por su estado. Para ella eso también supone un motivo de alegría. «En Navidad los regalé unos dulces para que estén contentos, son muy buena gente», concluye.
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