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Con excesiva y reiterada frecuencia se suele hablar dela Catedral de Salamanca —sería más correcto decir sus catedrales— casi en exclusiva para alabar y ensalzar su valía arquitectónica como dos grandes ejemplos del buen hacer románico y gótico de la España medieval y en transición al renacimiento. Pero las catedrales salmantinas son mucho más que mera arquitectura.
En su interior custodian un vasto y espectacular patrimonio mueble. Y es que junto a sus ricos frescos y espectaculares pinturas y esculturas, la seo cuenta también con un archivo documental de lo más valioso, sugerente y atractivo. Guarda documentos del siglo XI, códices manuscritos y un fondo antiguo con más de 4.000 volúmenes. ¡Y qué decir de su fondo de música!: 76 cantorales de gregoriano (siglos XIV-XIX), 13 libros de polifonía (siglos XVI-XVIII) y más de 3.500 partituras de más de doscientos autores de los siglos XVII al XIX. Y junto a ellos, más desconocida, pero no por ello menos importante, figura una colección de instrumentos musicales renacentistas única en el mundo, que el Cabildo Catedral tiene intención de restaurar, poner en valor y difundir aprovechando la conmemoración del IV centenario de la muerte de Sebastián de Vivanco (1551-1622), maestro de capilla de la Catedral de Salamanca y uno de los grandes polifonistas del Renacimiento.
Integrada por casi una treintena de piezas —21 instrumentos musicales aerófonos y cordófonos y 6 estuches—, la colección ha sido calificada por los investigadores como “uno de los conjuntos completos de su estilo de mayor importancia organológica hallados en Europa”, tal y como la han definido los responsables del Museo de la Música de Barcelona. Y, ¿por qué esta colección es única? El técnico del Archivero de la Catedral de Salamanca, Pedro Gómez, es contundente: “son dos familias de instrumentos, los orlos (oboes rústicos usados en los Alpes) y las chirimías (una especie de clarinete), que ofrecen todas las tesituras posibles de la escala para las ceremonias litúrgicas; y están todas en un mismo lugar: ninguna otra colección presenta estas características”, subraya Gómez, para quien otro de los rasgos distintivos que hace de esta colección un conjunto de instrumentos tan singular es el hecho de que “conservan las huellas de la evolución de su uso musical y de la adaptación a las nuevas necesidad y criterios expresivos y sonoros del futuro estilo Barroco”, apostilla.
Y es para nada estamos ante una colección de museo, sino ante unas piezas que tuvieron un gran uso en los diferentes actos litúrgicos de la Catedral. “Son familias que tocaron juntas, que están enraizadas en un mismo lugar”, destaca el técnico del Archivo, quien define casi como “un milagro” el hecho de que hayan perdurado en el tiempo y hayan llegado a nuestros días en tan buena forma. “Resulta casi milagroso que se hayan conservado juntos muchos de estos instrumentos, donde se integran dos familias completas; tal vez se deba al hecho de que se hayan conservado por sensibilidad, olvido o dejadez en el pasado”, argumenta.
Pero estos ejemplos no son más que una mínima parte de la capacidad musical que la Catedral de Salamanca tuvo a lo largo de los últimos 500 años y que tantas pasiones levanta en no pocos países, tal y como confiesan Pedro Gómez y la asesora en musicología del Archivo Josefa Montero: “vienen lutiers de todo el mundo para hacer mediciones y réplicas de estos instrumentos”, confirman, conscientes de que esta colección representa “un documento único dentro de la organología europea”.
Pero, ¿cuál es la procedencia de esta colección? En este apartado tampoco se ponen de acuerdo los estudiosos. Está documentado que el conjunto de orlos (cinco piezas de las diferentes tesituras) son obra del constructor Jörg Wier, y que las ocho piezas de la familia de las chirimías encontradas en el propio Archivo de la Catedral en 1982 llevan la firma de Jerónimo Bassano, Hans Rauch y A. Beuchon. Por tanto, ninguna se realizó en España. Es más, todo apunta a que pudieran realizarse en Italia, aunque la procedencia es flamenca. Una reseña en los libros de fábrica de la Catedral así lo corrobora, ya que muestra que el 22 de abril de 1547 el mayordomo de la Catedral pagó al arcediano de Monleón 25.500 maraveríes “que costaron los orlos y chirimías que se truxon de Flandes para la iglesia”..
“Esto es como el fútbol de hoy en día: las catedrales, entre ellas la de Salamanca, enviaban ojeadores, normalmente a un canónigo, por toda Europa con el fin de fichar a los mejores músicos y estos llegaban con sus propios instrumentos o se encargaban para la ocasión”, destaca Pedro Gómez. “Salamanca no era ninguna isla, sino que se producían muchos contactos y tenía lugar una gran movilidad de intérpretes”, apostilla la musicóloga Josefa Montero.
Aunque buena parte de estos instrumentos están desuso, es decir, no actos para ser tocados —Josefa Montero estima que muchos de ellos dejaron de sonar en el siglo XVII—, su estado de conservación es bastante óptimo, toda vez que en 1993 fueron sometidos a un proceso de rehabilitación en el taller del Museo de la Música de Barcelona por encargo de la Junta de Castilla y León. Se trata de los orlos y las chirimías, realizados preferentemente en madera de arce, boj, ciruelo, cedro y peral. Pero hay otra parte de la colección —un bajón, un arpa barroca, un oboe y varias trompas y bombas— que sí precisa una restauración y es aquí donde aparece el Ministerio de Cultura y su compromiso por acometer este proceso.
Tras dicha restauración, el Cabildo Catedral no descarta montar una exposición con buena parte de esta colección, en la que figuren los instrumentos ya restaurados, al tiempo que trabaja en una catalogación exhaustiva de todos los instrumentos. “El proceso será amplio, complejo y duradero en el tiempo. Y es que entre las labores que se van a efectuar figuran una serie de radiografías de cada instrumento con el fin de descubrir todos los entresijos de su interior y que nos darían una buena pauta de cómo actúan al ser tocados”, confirma Josefa Montero.
Pero no todos estos instrumentos están ocultos a la vista de los ciudadanos. Una pequeña representación puede contemplarse actualmente en la Capilla de Santa Catalina de la Catedral Vieja —los elementos originales de los órganos de Salinas y Echevarría, junto a algunas trompas— y en la exposición permanente Ieronimus: la Sala del Alcaide, dedicada precisamente al protagonismo musical de la Catedral, exhibe una chirimía contraalto de 1530, un orlo bajo, un oboe barroco y una chirimía contraalto, así como una trompa marina del sigloXVI (un instrumento de cuerda frotada en forma trapezoidal).
“Es una pena que en Salamanca no se conozca esta importante colección de instrumentos de viento y de cuerda del renacimiento cuanto estamos ante una colección única en el mundo”, subraya Raúl Vicente, gerente de la Catedral, consciente de que por el camino se han perdido otros muchos instrumentos, ya fuera por “desgaste, pérdida o préstamos no devueltos”, apostilla. “Por ejemplo, es una pena que no quede ningún violín; se han perdido todos”, lamenta Josefa Montero.
Tras permanecer durante años, una vez restaurados, guardados y embalados en unos arcones del Archivo Histórico de la Catedral, envueltos en papel tisú y perfectamente ordenados en el fondo de las arcas, desde 2019 permanecen custodiados en dos cajoneras modernas construidas para la ocasión con todas las medidas adecuadas de conservación y seguridad.
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