Borrar
El soldado Ruiz Díaz (izquierda), la cabo Díaz (centro) y el cabo 1º Ruiz. FOTOS: REI 11
Un ‘batallón’ con lazos de sangre

Un ‘batallón’ con lazos de sangre

Padre, madre e hijo visten el mismo uniforme, comparten su pasión por el Ejército y desarrollan su labor en el mismo destino

Miércoles, 17 de agosto 2022, 20:13

Un anuncio publicitario marcó el rumbo de su carrera. “Ahora puedes ser profesional en las Fuerzas Armadas. Hay más de cien especialidades distintas. Serás lo que quieras ser”. Aquellas palabras retumbaron en la cabeza de Juan Manuel Ruiz, quien por aquel entonces estudiaba formación profesional por la rama de mecánica. “¿Y por qué no?”, pensó.

Tenía tan solo 17 años y necesitó la autorización de sus padres para entrar en el Ejército. Aprobó en 1991 y un año después fue destinado al Regimiento de Especialidades de Ingenieros (REI) número 11 de Salamanca, donde lleva 30 años. Lo que nunca imaginó es que lo que en principio era únicamente una salida profesional se convertiría en el modo de vida de la que sería su futura familia. A día de hoy en el mismo destacamento trabajan su mujer, la cabo Díaz; y el hijo de ambos, el soldado Ruiz Díaz. “Desayunamos juntos en casa, formamos y a trabajar”, bromea el ahora cabo 1º Ruiz.

Su historia comenzó ni más ni menos que hace 28 años, cuando Isabel era solo una niña. “Siempre he vivido en cuarteles porque soy hija de guardia civil y me he movido mucho por España en función de los destinos. De hecho yo siempre he querido ser guardia civil. Pero todo cambió cuando empecé con él”, cuenta mirando a su marido con timidez. Fue en Plasencia (Cáceres), de donde es natural el cabo 1º Ruiz. “Destinaron allí a mi padre y ese verano nos conocimos”, recuerda. Ya en la primera cita el Ejército fue un tema recurrente.

“Me llamó mucho la atención lo que me contaba, me gustó y tres años después, con 18, me vine a vivir a Salamanca con él. Nos casamos, después vino Sergio y con 21 entré en el Ejército. Y aquí nos quedamos. Llevo ya 22 años trabajando”, relata con orgullo la cabo Díaz. Pronto descubrieron que, sin quererlo ni planearlo, habían transmitido a su pequeño la pasión por lo que hacían. “

Nunca le hemos dicho lo que tenía que hacer, tan solo que estudiara, pero él cuando llegábamos a casa y nos quitábamos el traje se ponía nuestra ropa”, apunta el cabo 1º Ruiz. “Yo tengo el recuerdo de cuando tenía tres años y los profesores nos preguntaban en clase qué queríamos ser responder tajantemente: militar. Yo lo tenía muy claro. Me encantaba ir a verles a los desfiles”, explica el joven soldado.

Por eso, una vez que cursó Bachillerato, Sergio se puso manos a la obra para pasar las pruebas, aunque reconoce que no le fue difícil y contó con el mejor preparador: su padre.

“En el garaje de casa teníamos las medidas que había que hacer y ahí entrenábamos. Y si no pues salíamos a la calle para coger forma. Y al final entró”, dice el cabo 1º Ruiz. “Lleva solo un año pero está muy contento, espero que le siga gustando esto. Quiere continuar e ir a la academia de suboficiales. A ver si lo consigue. Para nosotros es un orgullo enorme”, reconoce su madre. Eso sí, compartir lugar de trabajo también tiene para ellos una gran responsabilidad.

“Siempre tienes ese miedo de que no cometa ninguna falta porque al final nos tiene a nosotros como espejo. A mí eso me da miedo, lógicamente, pero yo siempre se lo digo: la disciplina que tienes en casa, aquí más”, cuenta entre risas la cabo Díaz, que reconoce que ha sido “algo dura” con su hijo.

Pero la exigencia a la que se han sometido los tres tiene una clara recompensa: “Levantarte por la mañana, coger el coche, venir a trabajar juntos... Para nosotros es un orgullo”, reconocen. Y es que en este caso tan peculiar, lo que pasa en el Cuartel General del Mando de Ingenieros, en el paseo del Doctor Torres de Villarroel, no se queda intramuros. “

Es difícil poner el límite. Vivimos los tres juntos y siempre cuando llegas a casa comentas algo, pero como ocurre en cualquier otro trabajo”, relata ella. “Luego en realidad en el día a día lo que es trabajar juntos como tal no lo hacemos porque aunque tenemos el mismo destino cada uno está en una dependencia, aunque Juan Manuel y yo compartimos batallón”, añade la cabo Díaz.

En definitiva, toda una historia de amor y esfuerzo para vestir el mismo uniforme que ha dado comienzo a lo que ya muchos han denominado cariñosamente “la saga Ruiz Díaz”. “No sabemos si continuará, lo que Sergio quiera”, concluyen entre risas.

Sigues a G. M.. Gestiona tus autores en Mis intereses.

Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Un ‘batallón’ con lazos de sangre