Salamanca
Lunes, 13 de enero 2025, 07:00
«Que sea lo que Dios quiera y que quiera mucho», bromea la estudiante Carmen Acosta en relación a los exámenes para los que se está preparando y para los que, confiesa, haber empezado a estudiar un poco tarde. «Empecé ayer y tengo el primer examen hoy. Espero tener suerte», relata la joven.
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Como ella, son cientos los estudiantes que se aglomeran estos días en las bibliotecas horas enteras preparándose para los exámenes. Una realidad que es sabida de sobra en la ciudad, no en vano las bibliotecas tienen horarios de apertura especial durante el periodo de evaluaciones que, en algunos casos, puede extenderse durante las 24 horas del día.
Los 'estudiantes madrugadores' señalan que su rutina consiste en acercarse lo más temprano posible a la biblioteca para aprovechar las primeras horas del día y luego volver por la tarde. «Por las mañanas le dedico unas cuatro horas y por la tarde las que hagan falta. Ya mañana tenemos el primer examen así que hoy hemos venido a las ocho de la mañana y nos quedaremos hasta tarde», cuenta Candela Raba.
Al contrario, los 'estudiantes búho' optan por dormir durante el día y dirigirse a estos recintos de estudio por la tarde para luego pasar las noches en vela repasando el contenido. Y, cómo no, también están los 'alumnos de último minuto', que no empiezan a estudiar hasta que ya tienen el examen a la vuelta de la esquina, ya que consideran que solo entonces «se concentran de verdad».
Piedras mágicas en los bolsillos, medallitas con figuras religiosas y hasta bolígrafos de la suerte, a la hora de aprobar los exámenes ninguna ayuda divina es poca y, aunque haya quienes no lo acepten, toda persona tiene alguna superstición.
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«Yo tengo los mismos bolis desde que hice la EBAU y solo los uso para hacer exámenes. Además estudio a color y en una cara. Supersticiones que tiene uno», reconoce entre risas el estudiante Simón Aranoa. El joven señala que su estrategia para las evaluaciones es dividir las asignaturas para poderle dedicar al menos tres días a cada una, sin embargo, este año el tiempo se le echó encima y ahora se enfrenta a una cantidad de temario abrumadora para los pocos días que le quedan. «Podría llevarlos mejor, pero ahí vamos poco a poco», cuenta.
Por su parte, Judith Terrón, se entrega a la fe para aprobar. «Le estoy rezando a San Sebastián para que me ayude con los exámenes. Luego tengo una medallita de la virgen y una cruz. Además llevo piedritas de la buena suerte en los bolsillos».
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