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María Jesús y Francisco Javier Martín, en su negocio. FOTOS: L. G. Y ALMEIDA

Tres generaciones dedicadas a un negocio de los que ya no quedan: «Tenemos más trabajo del que la gente se imagina...»

Francisco Javier Martín dedica horas y horas cada día, junto a su mujer, María Jesús, al oficio que le vio crecer a nivel personal y profesional

Elena Martín

Salamanca

Sábado, 21 de diciembre 2024, 06:00

En el interior de un pequeño taller en la parte posterior de un local comercial. Entre los destellos de la luz tenue bajo la que mantiene la mirada fija en un zapato. Al compás del ruido de la máquina de finisaje con la que lleva trabajando años y años. El negocio que regenta Francisco Javier Martín es uno de los que apenas quedan. Desde hace 30 años, dedica cuerpo y alma al oficio familiar con el que, en su día, empezaron sus padres: el de reparar calzados. Pero no lo hace solo. Desde hace más de una década, le acompaña su mujer, María Jesús, que empezó haciendo algunos remiendos, pero ya es toda una experta. Juntos, en el barrio de El Rollo, luchan por seguir sobreponiéndose a la compraventa de productos y servicios por internet. Lo hacen tirando de la confianza con la que poco a poco han ido consiguiendo que su tienda se erija como una de las más míticas de la capital.

Para remontarnos al momento en el que Francisco Javier empezó a dar sus primeros pasos en la zapatería, hay que recapitular tres décadas. Procedente de una larga tradición familiar de zapateros, comparte rutina y pasión con su mujer, que se incorporó a este oficio una vez que tuvieron a sus dos hijos. Cada día, reciben a decenas de clientes y, juntos, trabajan de manera incansable durante horas y horas. «Reparación de Calzado Paco lleva en el Paseo del Rollo desde el año 75 o 76. Yo cogí el testigo de mi padre, que antes tuvo otra tienda igual que esta y trabajaba con mi abuelo. Y, a día de hoy, pese a la fuerte irrupción de la venta de internet, que le quita mucho a la venta física, seguimos aquí por nuestra mano de obra. Es de lo que vivimos», asegura este zapatero, añadiendo que, a día de hoy, todavía hay gente que busca el ver y tocar lo que compra.

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«Una de las cosas más difíciles con las que nos topamos cada día es la cantidad de horas que trabajamos», asegura Francisco Javier, siendo algo a lo que María Jesús añade que «la impaciencia de algunos clientes» también suma 'estrés' porque «la gente lo quiere todo para ya». Pero, además, negocios tan pequeños como el que ellos regentan en la actualidad tienen que 'convivir' día a día con el hecho de no recibir las suficientes ayudas por parte de las instituciones, siendo este uno de los motivos que animan a muchos propietarios a bajar la trapa de sus tiendas. «La venta online ha hecho y sigue haciendo mucho daño. A mí nunca me han dado ninguna ayuda en los 30 años que llevo en el negocio y los impuestos tampoco nos ayudan a los autónomos», resalta.

Un negocio de máxima productividad

Pese a que el negocio que regenta Francisco Javier Martín es uno de los que apenas quedan en la capital, todavía sigue teniendo una gran productividad. Y es que cualquier momento del año resulta ser de temporada alta. Sin hacer excepciones. Tanto en invierno como en verano, su mujer y él no paran de recibir a clientes tras su mostrador y tampoco de apilar zapatos en los estantes de su local. «De momento tenemos trabajo y más del que la gente se imagina. ¿Qué pasará en el futuro? No lo sé. Hasta ahora, nos hemos mantenido y lo hemos hecho bien. Por el momento, no veo ningún reto a superar», comenta Francisco Javier Martín, que también destaca que una gran parte de sus clientes resulta ser gente joven porque los jóvenes hacen mucho ejercicio y eso produce un mayor desgaste del calzado.

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