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El grupo de Manuel Muiños en Proyecto Hombre Salamanca. LAYA
“Trabajaba como policía infiltrado y consumía cocaína para aguantar la presión”

“Trabajaba como policía infiltrado y consumía cocaína para aguantar la presión”

Agapito Sánchez, ahora en Proyecto Hombre, estuvo infiltrado en bandas organizadas dedicadas al tráfico de droga a gran escala y llegó a esnifar hasta dos gramos al día. En pandemia abrió los ojos y pidió ayuda

Lunes, 26 de septiembre 2022, 14:45

Con orgullo, afirma que su trabajo se le daba muy bien. Tener una doble vida. Ser un traficante más. Mentir. Vivir situaciones de continuo riesgo. Conocer los lugares estratégicos. Ultimar los pases. Tratar con traficantes. Sin embargo, su labor le acabó pasando factura. “Trabajaba como policía infiltrado y consumía cocaína para aguantar la presión psicológica”, afirma. En pandemia llegó el teletrabajo, “se le fue de las manos” y ello le sirvió para abrir los ojos y pedir ayuda, un paso que jamás habría imaginado que iba a tener que dar.

El pacense Agapito Sánchez lleva 11 meses en Proyecto Hombre Salamanca. Es la primera vez que está en un centro terapéutico. Está a la mitad del proceso. Pese a llevar mascarilla, su expresión deja entrever que no pierde la sonrisa cuando cuenta su historia. “Tengo 45 años y comencé a consumir cocaína con 40 años por temas laborales, para que aguantara el cuerpo. Soy Policía Nacional. La presión psicológica a la que yo estaba sometido era muy alta. Estuve de infiltrado bastante tiempo en bandas organizadas, dentro de la UDYCO. La mayoría de las veces he trabajado en el extranjero, para destapar grupos dedicados al tráfico de drogas a alta escala. He estado en Holanda, Brasil, etcétera. Me metían en grupos de investigación, hacía mucha vigilancia, mucho seguimiento, muchas horas... Y empecé a consumir como estimulante”, relata.

No es la primera vez que consume algún tipo de sustancia estupefaciente, y reconoce que desde los 16 años ha fumado hachís y cannabis de manera continuada. “Lo dejé cuando me preparé la oposición, unos tres años, pero luego volví. Todos los días me echaba uno o dos cigarrillos al levantarme y sobre todo por la noche al irme a acostar, para pillar el sueño. “Lo tenía como un relajante pero en las horas de trabajo no he fumado nunca. Lo hacía después de una investigación larga para descansar. Lo que sí consumía en el trabajo era la cocaína. Yo llevaba tal ritmo de vida que no paraba pero en pandemia fue cuando me di cuenta de que tenía un problema porque ya tenía la necesidad de meterme todos los días”, dice.

Y es que con la llegada de la covid el trabajo de calle como Policía Nacional cesó y pese a ello las sustancias estupefacientes no desaparecieron del día a día de Agapito. “Me veía ahí encerrado, con muchísimas horas de teletrabajo y lo que hacía era consumir y consumir. Llegué a meterme dos gramos de cocaína al día”, apunta. Pese al deterioro físico y los cambios de humor que sufrió, su familia no se dio cuenta del problema y tuvo que ser Agapito Sánchez el que diera la voz de alarma.

Ha pasado más de un año de aquello y los 11 meses de terapia en Proyecto Hombre Salamanca reconoce que le han venido “de lujo”. “Es que aquí además de la adicción se trabajan otras muchas cosas. Sacas todo lo que llevas dentro. Cuando acabe hablaré con mis jefes para ver si puedo ocupar otro cargo en el Cuerpo. Ya no puedo hacer lo que hacía porque sería trabajar con droga y ponerme el caramelo en la boca, pero seguramente pueda dar cursos o algo así”.

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