El escritor Tony Gratacós, frente a la fachada de la Universidad con su libro «Todos sabrán mi nombre».
ENTREVISTA

Tony Gratacós: «El hecho de que Hernán Cortés estudiara en Salamanca forjó su destino»

¿Dios o diablo? El autor de «Nadie lo sabe» revisa la figura del conquistador del imperio azteca en su nueva novela «Todos sabrán mi nombre»

Sábado, 18 de mayo 2024, 06:00

En su paseo por las calles de Salamanca, desde la Plaza Mayor a la Universidad, el escritor Tony Gratacós (1967) siente la emoción de quien ha sido teletransportado al siglo XVI. A la época en la que se mueven los personajes de su última novela « ... Todos sabrán mi nombre» (Destino), en la que Diego de Soto, aquel joven cronista que cautivó al público en «Nadie lo sabe», vuelve a cuestionar la versión oficial de un controvertido suceso, esta vez el de la conquista del imperio azteca a manos de Hernán Cortés.

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¿Por qué Hernán Cortés?

—Cuando terminé «Nadie lo sabe», que, como sabes, está ambientada en la primera vuelta al mundo que protagonizaron Magallanes y Elcano, no podía desaprovechar al personaje principal de la novela, Diego de Soto. Este aprendiz de cronista era como tener el DeLorean de «Regreso al futuro» en la puerta esperando a trasladarte de nuevo a una época fantástica de la Historia de España. Y, sin duda, una de las figuras más atractivas de aquel tiempo, la que pone nombre y apellidos a nuestra leyenda negra, es Hernán Cortés.

El conquistador extremeño es, sin duda, un personaje controvertido. ¿Cómo lo tratas en la novela?

—No diré si ha sido un dios o un diablo. Que lo juzgue el lector. Pero cuando lees algunos libros de historia de la conquista de México hay muchas cosas que no encajan. En algunos, los indios parecen idiotas o se dibujan sin pudor con la mentalidad del salvaje bueno. Y no es tan simple. Había ambición, miseria y también grandes ideales tanto en los españoles que iban a conquistar como en los aztecas. No obstante, como trato con personajes que existieron en realidad, procuro hacerlos muy humanos. Soy creyente y no quiero que el día del mañana, si me encuentro con Cortés o cualquiera de los personajes que existieron, puedan echarme en cara que los traté mal. (risas).

¿Por qué es tan importante Salamanca para Hernán Cortés?

Estudió en esta Universidad y sin duda ese hecho forjó su destino. Su paso por Salamanca tiene dos claves. Por un lado, adquiere una cultura que se aprecia perfectamente en sus «Cartas de Relación dirigidas a Carlos V». Se nota que es un tipo que ha leído y que sabe escribir bien. Y, por otro, aprende de leyes y eso le va a servir en su conquista americana. Cuando llega al otro lado del Atlántico, el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, le da unas órdenes muy claras en su expedición hacia México: solo puede comerciar y no asentarse. Sin embargo, Cortés se atrevió a fundar una ciudad -Veracruz-, amparándose en las «Siete Partidas» de Alfonso X. Según esas normas, al erigirse una nueva población, se conformaba un cabildo que tenía la capacidad de elegir un capitán general que dependiera directamente del rey. Y así lo hizo Cortés para desentenderse del gobernador de Cuba.

En la novela hay un momento en el que Cortés le encarga a Diego de Soto que escriba sus gestas consciente de que se vence con la espada, pero se conquista con la pluma.

—Como ves, no hemos cambiado tanto. Cortés se daba cuenta de la importancia de controlar el relato.

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«Se nota que Hernán Cortés pasó por Salamanca por su conocimiento de las letras y las leyes»

¿Estamos ante una novela de aventuras?

—Sí, sin duda. Aunque está basada en hechos históricos, no podríamos denominarla una novela histórica. Pesan mucho más la investigación y la aventura.

Mismo personaje conductor, misma época, ¿qué ha cambiado de «Nadie lo sabe» a «Todos sabrán mi nombre»?

—En la editorial me han dicho que es un libro muy diferente. Y creo que es verdad. He querido hacer algo distinto, más ambicioso porque Hernán Cortés lo pedía así. Cada historia reclama un nuevo tratamiento.

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He visto incluso detalles de realismo mágico en el libro.

—No eres el primero que me lo dice. No lo he buscado a propósito. Los jefes aztecas tenían su alter ego en un animal y el más noble era el jaguar que aparece en más de un sueño de los personajes y le da ese toque mágico a la novela.

¿Cómo te documentas a la hora de acometer una obra como esta?

—He trabajado de forma muy parecida a como lo hice con «Nadie lo sabe». En aquel caso me basé en el trabajo de un historiador chileno y en este me he centrado en la labor del mexicano José Luis Martínez, que ha compilado todos los documentos existentes en el Archivo de Indias sobre Hernán Cortés en cuatro tomos y que son básicos para conocer la figura del conquistador. Durante el tiempo en que estoy documentándome, que es una parte preciosa del proceso, no me permito leer nada de ficción para no contaminarme.

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¿Volverá próximamente Diego de Soto?

—De momento, necesito alejarme de su sombra. Pero ya volverá...

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