Borrar
Alejo Stivel, en uno de sus conciertos.
«Con Tequila, desplegábamos toda nuestra energía sin ningún control. Al final, no podíamos más»
ENTREVISTA

«Con Tequila, desplegábamos toda nuestra energía sin ningún control. Al final, no podíamos más»

Alejo Stivel, la voz de Tequila, promete montar una fiesta este viernes en la sala B del CAEM

Roberto Zamarbide

Salamanca

Jueves, 13 de febrero 2025, 06:30

No hace falta haber vivido los 80's para disfrutar de éxitos como 'Salta', 'Dime que me quieres', 'Me vuelvo loco' o 'Rock and roll en la plaza del pueblo', enraizadas en la memoria musical de este país. Alejo Stivel (Alejandro Stivelberg Katz, Buenos Aires, 1959), la voz del grupo hispanoargentino Tequila y desde hace años reputado productor musical, es hoy un viejoven con sombrero, de talante risueño y dispuesto a charlar de todo sin esquivar ningún tema. El año pasado decidió rescatar aquel repertorio que le encumbró junto a Ariel Rot y mañana promete fiesta en el espectáculo que le trae a Salamanca dentro de su gira por salas 'Muy Vivo Tour'.

¿Qué sensaciones revive en esta gira en la que usted es el protagonista? ¿Es muy diferente a aquellos conciertos con Tequila?

—En algún punto no tiene comparación, pero en otros sí. Aquella era una vida completamente frenética y desaforada. Es como si terminara un concierto y enseguida empezara otro porque la experiencia duraba toda la noche y se enlazaba con el día siguiente. Teníamos un nivel de excitación y locura que hacia que los conciertos, incluso siendo nosotros muy jovencitos, fueran bastante cortos porque no podíamos más. Desplegábamos toda nuestra energía sin ningún tipo de control. Eso también lo vivía el público, porque éramos todos adolescentes. Ahora, en cambio, tenemos un público de mediana edad. Y hay jóvenes que vienen porque nos oyeron en sus coches con sus padres o en casa.

Desde Tequila han pasado 40 años, que se dice pronto, y ya en época reciente publicó dos discos, 'Decíamos ayer' (2011) y 'Yo era un animal' (2017). ¿Disfruta hoy de otra manera sobre el escenario?

–La banda que toca conmigo es brutal y yo no me corto un pelo, doy todo lo que tengo en el escenario, pero no es tan frenético y delirante como entonces. Como los viejos vinos, es más reposado, aunque los conciertos siguen siendo muy energéticos, Lo pasamos muy bien y la gente abajo disfruta mucho. Suelo decir que yo no doy conciertos, yo monto fiestas...

Dígales algo a quienes esperan un concierto para nostálgicos de los 70-80.

—Que es una fiesta del rock and roll en la que hago todas las canciones de la banda que la gente quiere oír. No soy de esos artistas que reniegan de sus éxitos del pasado porque están hartos de tocarlos: los asumes y los defiendes. Cada noche el público es diferente, no te oyó tocar ayer en la otra ciudad, y eso te coloca en un lugar distinto, como si la canción fuera nueva también. Me lo decía mi madre, Zulema Katz, que era actriz, cuando afrontaba sus actuaciones. Habré tocado esas canciones mil veces, pero esta de hoy no es igual que las otras 999. Eso me encanta. Y también estoy muy contento porque veo que las canciones nuevas gustan.

Tras la disolución de Tequila, su alejamiento de la música y su trabajo como productor, estuvo mucho tiempo sin actuar. Aquel regreso le costó.

—En 2008, cuando Ariel Rot y yo nos reunimos para dar conciertos, llevaba mas de 20 años sin pisar un escenario. ¡Creo que podría entrar en el libro Guinness de los Récords como el regreso más tardío de la historia del rock! Con Tequila éramos jóvenes y teníamos menos conciencia del vértigo, es como si me tirara a la piscina sin pensar en lo que me iba a encontrar. Con el tiempo te lo piensas dos veces antes de hacer algo tan arriesgado. Estás más nervioso, tienes que hacer un esfuerzo y casi pides que te empujen. Pero una vez que estas en el aire, ya todo ese miedo se va.

Hace apenas dos semanas se ha tirado también a la piscina sorprendiendo con el videoclip de su canción 'Yo era un animal', en el que usted y Joaquín Sabina se duplican en sus versiones jóvenes y actuales gracias a la Inteligencia Artificial. Con la introducción de la IA en la creación artística ¿no estamos abriendo un melón inquietante?

—Es que ese melón lo abrimos desde que nació internet. Compramos sin salir de casa, podemos hablar por teléfono casi gratis, hoy la vida nos sería impensable sin el WhatsApp.. Ese melón que abrimos nos trajo muchas cosas geniales que nos facilitan la vida. Y también otras complicadas y terribles que podrían acabar con el planeta. Pasa lo mismo con la inteligencia artificial, que no es algo nuevo. Se puede usar para algo divertido, y también emotivo, como he hecho yo, no es que nadie se haya apropiado de mi imagen. Todo se puede utilizar para el bien, y también para el mal.

Los conciertos de artistas virtuales ya están ahí. Recuerde el caso de ABBA...

—Cuando llegaron las computadoras que hacían música hubo quien dijo: «Ya está, las máquinas van a acabar con los músicos». Y eso no ocurrió. Creo que esa música generada por las maquinas serán una parte del mercado, sin más. Y también llegarás a tu casa y le dirás a tu ordenador «Dame una película con Penélope Cruz y Clark Gable que ocurra en Nueva York de los años 20 y que haya muchos tiros y se mate mucho y sea en blanco y negro». Te vas a dar una ducha y cuando te sientas frente al sofá verás la película que tú haces. Eso va a ocurrir ya. Y todo eso no acabará con el arte porque siempre habrá espacio para todo. Conviviremos con eso en el arte, pero también en la medicina, los transportes, el Derecho. Yo me considero, como digo en el libro, un «optimista pesimista».

¿Cuál es el último disco que ha alumbrado como productor?

—Acabo de terminar un disco con Rosa León. Después de que dejara la música estuvo muchos años trabajando en el Instituto Cervantes. Yo llevaba mucho tiempo proponiéndole hacer algo y cuando por fin me dijo que estaba libre, nos pusimos a grabar un disco que ha quedado muy bonito con las canciones que la propia Rosa popularizó en España en los años 70 de la poetisa y cantautora argentina Maria Elena Walsh.

A quien usted trató mucho en Argentina era amiga de su familia.

—Si... era una genia total. Así que al final hemos hecho un disco de duetos y la lista de artistas es maravillosa. Están Sabina, Serrat, Miguel Ríos, Víctor Manuel, Ana Belén, Silvio Rodríguez, El Kanka, Andrés Suárez, Rozalén y yo.

Ha exprimido bien su agenda, ¿eh?

—Sí, sí, (ríe). Y hay un par de canciones más para niños, una con Santiago Segura y otra con Joaquín Reyes. Es fantástico. Espero que salga muy pronto.

Tras un tiempo alejado de la música, emprendió a finales de los 90 una carrera como productor que ha sido muy exitosa. Entre los cerca de 250 trabajos que ha facturado, junto a recordados discos como los debuts de El Canto del Loco y La Oreja de Van Gogh, siempre se destacan el '19 días y 500 noches' de Sabina y 'Usar y tirar' de M Clan. Llegó a decir que fueron con los que más se divirtió. ¿Esa buena química con el artista en el estudio garantiza el éxito?

—No, claro, pero el estado en el que estés se manifiesta en la grabación. Antes cuando se hacían principalmente vinilos, se decía que iba directamente al surco. Y no sabría decir si eso tiene un reflejo directo en el éxito posterior, pero en lo que transmite el disco, estoy seguro de que sí. Y luego hay otros trabajos que también me encantan pero que triunfaron menos, por la promoción o por lo que fuera.

Le oí decir hace poco que los discos que produce son como sus hijos, aunque alguno salga medio tonto...

—Sí (ríe), hay que quererlos a todos. Son parte de tu experiencia y se hicieron con todo el cariño del mundo.

¿Cuál es la receta que aplica Alejo Stivel a sus producciones?

—No tengo ninguna. Trato de enfrentarme a cada disco que produzco, y también a los míos propios y a mis conciertos, con una visión totalmente nueva. A ver que va a pasar.

Colabora con un programa semanal en Rock FM, 'Música para animales'. ¿Qué parte de su personalidad polifacética reserva para la radio?

—Bueno, yo desde pequeño ya jugaba a presentar canciones de los Beatles con el tocadiscos y el altavoz que usaba mi madre para aprenderse los guiones de teatro y televisión donde actuaba. Oigo mucha radio también y un día le propuse al director de la COPE la idea de hacer un programa de radio. Me lo paso muy bien compartiendo canciones. Es como si te llevara a mi casa y te pusiera las canciones que me gustan. Es fabuloso. Siempre trato de aportar algo sobre la canción o el artista. No lo llamaría divulgador musical, porque me resulta muy pedante, me gusta más «compartidor».

El año pasado decidió contar su vida en un libro, 'Yo debería estar muerto' que es un aluvión incesante de recuerdos y anécdotas, desde la infancia en Argentina en el ambiente artístico de sus padres y la relación de su familia con Julio Cortázar y Juan Gelman, la huida de la dictadura, el éxito con Tequila, su relación con las drogas y la 'reconstrucción» como productor. Y eso que en la primera página afirma que tiene muy mala memoria.

—Claro, el lector se encuentra con las cosas que recordé, pero no sabe todas las que me olvidé, ¡que son muchas más! (ríe).

Como cuando Tequila actuó en el festival Luna Menguante de Fuenteguinaldo en 1979, aquella especie de 'Woodstock' a la española ante 20.000 personas, que recientemente reconoció que no recordaba mucho.

—Bueno, es que de algunas épocas más que lagunas tengo mares (ríe).

Pero de otras actuaciones en Salamanca sí que tendrá recuerdos...

—Pues sí. Una vez tocamos en el palacio de los deportes [La Alamedilla] Estaba llenísimo, estuvo increíble el concierto y grabamos un casete de aquella noche que fue una de las actuaciones del año. Era una cinta de esas regrabables en la que escribimos «Salamanca» a boli y la escuchábamos a menudo. A ver si la encuentro.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca «Con Tequila, desplegábamos toda nuestra energía sin ningún control. Al final, no podíamos más»