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Laura Side recogió este martes la documentación y las llaves de su nueva casa: un piso de tres habitaciones de la promoción municipal de vivienda protegida del barrio de Huerta Otea.
«Acceder a un piso así con este alquiler es algo impensable ahora en Salamanca, salvo que compartas vivienda», confiesa la joven, cansada de buscar entre las ofertas de alquiler.
«En Salamanca la mayoría de los pisos de alquiler son para estudiantes y las opciones de venta son carísimas», señala, después de quedarse perpleja con una propuesta en el barrio de Pizarrales de dos habitaciones por 600 euros.
Si el alquiler para un sueldo medio como el de ella no es asequible, convertirse en propietaria tampoco es fácil. «Con un solo sueldo en el banco ni se plantean darte una hipoteca».
Por eso cuando tras el sorteo pudo acceder a una de las viviendas protegidas de Huerta Otea se sintió casi como si le hubiera tocado la Lotería.
Ha firmado un contrato por siete años prorrogables por el que pagará 400 euros al mes por su nueva vivienda y la plaza de garaje.
Un piso de tres habitaciones, dos baños y cocina prácticamente amueblada. «Pedí una casa grande porque tengo muchos sobrinos y mucha familia que vienen bastante conmigo», explicó ayer.
Confiesa que con 35 años vive a medias entre la casa de su madre y la de su novio, pero a partir de ahora tendrá su propio hogar.
«Una persona necesita su sitio», reivindica ante la dificultad de acceso a la vivienda. Ya ha comprado los muebles que le faltan en la casa y espera estar instalada para este verano. «Es un piso muy luminoso y en una zona muy tranquila, estoy encantada», admite exultante.
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