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La próxima entrada en vigor de la nueva ordenanza de rótulos inquieta a comerciantes, hosteleros y resto de profesionales con negocios en la capital, generando incertidumbre y preocupación.
Han comenzado a llamar a las organizaciones empresariales para solicitar información y conocer si tendrán que modificar ... y volver a invertir en sus negocios, aunque algunos de ellos han obtenido la licencia de actividad durante la moratoria de 18 meses, que comenzó tras la aprobación de la ordenanza el 7 de febrero del año pasado.
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El objetivo es minimizar el impacto de los rótulos, de los carteles publicitarios y de las características de la iluminación exterior tanto de locales comerciales como de oficinas de la ciudad. La norma divide en dos zonas la urbe: la ciudad vieja, que comprende la almendra central, y el resto de la capital.
Las asociaciones de comerciantes AESCO y ASECOV tramitan reuniones con el Consistorio para aclarar las dudas a sus asociados, que se han multiplicado en los últimos días después de que se debatiera una moción en el último pleno en la que se puso fecha al fin del aplazamiento: el 7 de agosto.
«Empezamos a tener consultas, sobre todo en relación al color que se debe utilizar en los carteles o en los toldos», detalla el secretario general de AESCO, Antonio Flórez.
Su homóloga en ASECOV, Rebeca Mendo, señala que esta cuestión «empieza a alterar a la gente, sobre todo tras el último pleno ha empezado a haber mucho movimiento también en las redes sociales».
Puntualiza que la ordenanza afecta negocios y despachos de cualquier actividad, dado que también regula el formato de las placas profesionales que se colocan, por ejemplo, en los portales.
«La norma habla de los anuncios, de que la rotulación que debe estar pegada a la pared, así como de las excepciones para colocarla en bandera, así como de la iluminación, pero no toca el tema del material del escaparate», detalla la secretaria general, dado que esta es una cuestión que preocupa notablemente a los propietarios de los negocios, especialmente a los que están dentro de la Ciudad Vieja, donde la normativa es más restrictiva.
Se regulan carteles temporales, como los de obra, pero Mendo se pregunta qué formatos se impondrán en letreros como los de rebajas.
«La idea es solicitar un aplazamiento, pero entendemos que no habrá», subraya en relación a la negativa durante el último pleno.
Existe unanimidad a la hora de reclamar esta nueva moratoria, pero también en que se pongan en marcha ayudas para compensar las inversiones que se ejecuten.
«Hemos propuesto parar el reloj porque esto afecta a un amplio sector económico de Salamanca», detalla el concejal de Vox, Alejandro Pérez de la Sota. Dado que la medida repercute especialmente al comercio, subraya que son necesarios apoyos económicos para dinamizarlo.
«Si el sector está como está y encima le metes este rejonazo...», reprocha. Ayudas es lo que reclama también el concejal del PSOE José María Collados, partido que votó a favor de la ordenanza al estar de acuerdo con su finalidad de unificar la imagen de la ciudad, «aunque planteábamos desde el principio que estos cambios debían estar apoyados por el Ayuntamiento», puntualiza.
También pone sobre la mesa otras quejas que les han hecho llegar algunos profesionales sobre la exigencia de que un arquitecto deba hacer un proyecto para colocar el rótulo.
«En cuestiones menores de este tipo se podrían ahorrar los costes», defiende Collados, sobre la imposición incluida en el Plan General de Ordenación Urbana.
«La mayor parte del comercio entiende que hay que unificar la imagen en tema de letreros, banderolas y exceso de iluminación, sobre todo en la zona de patrimonio. Pero este cambio es un gasto y las cosas no van tan bien como nos gustaría», detalla la presidenta de ASECOV, Soledad Gómez.
«Sobre todo para comercios del centro el gasto va a ser muy grande y no sé si el Ayuntamiento ha previsto los costes», insiste. Por su parte, el Consistorio ha preferido no hacer valoraciones sobre este asunto de momento.
La ordenanza de rótulos entra mucho en detalles, sobre todo en la almendra central de Salamanca, que pasa a denominarse Ciudad Vieja, donde es más dura, es decir, en las calles que se encuentran dentro del círculo que crean la avenida de Mirat, Carmelitas, San Vicente, Vía Helmántica y Canalejas, así como en los entornos de los edificios BIC.
Para el resto muchas de las condiciones ya se recogen en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). La Ciudad Vieja acoge las vías patrimoniales, en las que quedan prohibidas las banderolas salvo excepciones, cuya imagen exterior ya está sometida a regulación.
Al igual que el resto de vías, como Azafranal, calle Toro o Zamora, Gran Vía y plaza de la Fuente, entre otras, solo podrán utilizarse rótulos bajo el dintel de 50 centímetros de ancho como máximo.
Solo se admiten materiales como el hierro forjado y la madera tratada o pintada en su color. La perfilería metálica solo podrá pintarse en negro y en tonos verdes, grises y la gama oxirón oscuros.
Se prohíbe el plástico, el aluminio, el acero inoxidable en su color natural y otros acabados metalizados brillantes.
Las pantallas publicitarias no estarán permitidas, ni los rótulos luminosos ni la iluminación de escaparates con lámparas de color.
En las letras se usará el color «excepcionalmente», bajo criterio de sobriedad y sencillez, así como letras en relieve de bronce o latón, grabadas o pintadas en los tonos de la perfilería.
La señalización de empresas y despachos se agrupará en directorios de menos de un metro de alto ubicados en un lado del portal, sin vitrinas, sin iluminación, con placas iguales de bronce, latón o metacrilato transparente.
Los toldos deberán de ser lisos, de la gama ocre, sin plásticos ni elementos brillantes. Podrán tener rótulos en el frontal en tonos marrones o «sangre de toro».
No pueden sobresalir más de medio metro. En cuanto a la zona exterior, que abarca el resto de la ciudad, los carteles no pueden superar los 90 cm. de alto y a una altura de más de 2,2 metros. Tampoco podrán salir más de 10 cm. de la fachada. Los puntos de luz se permiten a una altura de 3 metros.
La preocupación por la entrada en vigor de la nueva ordenanza de rótulos empieza a palparse especialmente en las calles de la denominada Ciudad Vieja, las comprendidas en la almendra central que forma la avenida de Mirat, Canalejas, Vía Helmántica y paseo de Carmelitas.
Si en la zona patrimonial estaban más acostumbrados a este tipo de regulación, en el resto la preocupación es notoria. «Con la ampliación de la zona el efecto en los negocios será a gran escala», augura Natalia, que llevaba 6 meses trabajando cuando se aprobó la ordenanza.
«Elegí este local porque apenas tenía que hacer obra y me lo podía ahorrar, pero ahora seguro que el toldo no cumple y tendré que cambiarlo».
Uno de sus vecinos lo renovó el año pasado. «Te gastas 5.000 euros en un toldo y ahora lo mismo no vale. Aún no has recuperado la inversión que haces al abrir la tienda y ahora podemos enfrentarnos a más gastos», lamenta.
«Nadie ha venido a darnos directrices. No tenemos ni idea de qué tenemos que hacer», reprocha otro empresario.
Otros se decantan por no hacer nada y esperar hasta que les llegue el aviso del Ayuntamiento por miedo a gastar un dinero que después no haga falta, como le ocurrió a algunos negocios de hostelería antes de la puesta en marcha de la Ley Antitabaco.
Uno de los puntos que genera más inquietud entre los afectados por el cambio de normativa es la posible imposición de una memoria descriptiva del cumplimiento de las exigencias en materia de iluminación de fachadas y la justificación documental, con alzados señalando los focos y otras instalaciones, anclajes y ocultamiento de cables.
Raquel regenta un establecimiento en la zona patrimonial y hace 10 años, cuando abrió su negocio, ya tuvo que pasar el filtro de la Comisión Técnico Artística para que aprobaran el diseño de su rótulo y de la fachada.
«Al año y medio tuve que justificar el diseño del rótulo en todos pastel que estaban autorizados entonces, pero ahora he visto que no». Para evitar tantos dolores de cabeza Susana decidió adoptar una decisión radical: «Me exigían tantas condiciones que decidí ponerlo por dentro del escaparate», zanja.
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