El talón de Aquiles del sistema de enseñanza del español en Salamanca

El año pasado la industria de la enseñanza del español atrajo a la ciudad a cerca de 30.400 profesores, una cifra que supuso la recuperación de la actividad con respecto a antes de la pandemia, cuando se paralizó su actividad por las restricciones de movilidad y confirmaron a la capital del Tormes como «la capital del español».

Este volumen representó el 58% de los alumnos de Castilla y León con un peso económico en la capital de 50 millones de euros al año. Son buenas cifras, pero para el presidente de la Asociación de Escuelas de Español de Castilla y León, Miguel Ángel Benito, aún no han llegado a su techo, que sería la gestión de 40.000 alumnos, el volumen justo «para no colapsar». En todo caso, más que en la cantidad, las escuelas privadas de español están centradas en avanzar en calidad «vendiendo una enseñanza y un destino de excelencia» y centrándose en la atracción de chicos procedentes de países como Estados Unidos, «que demandan programas de estancias más largas, de más calidad y mejores que también son más caros».

Eso, según Benito, acaba «enriqueciendo» a todo el mundo y permite que el cliente regrese con un grado de satisfacción más alto a su casa. Pero el presidente de la Asociación regional de Escuelas de Español también reconoció que el sistema en Salamanca tiene un talón de Aquiles: la necesidad de más familias que acojan a estos chicos. «Durante la pandemia perdimos algunas y por eso hago un llamamiento para que se apunten otras nuevas. Es una experiencia increíble».

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