Sarah Santaolalla, antes de la charla que dio en la Facultad de Psicología. ALMEIDA
ENTREVISTA

«Se han superado todos los límites de acoso e insultos usando fotos mías de cuando era menor»

La colaboradora y tertuliana de televisión Sarah Santaolalla se ha convertido en la diana de descalificaciones muy graves en las redes sociales

Ángel Benito

Salamanca

Martes, 11 de marzo 2025, 06:30

Por un día cambió los platós de televisión por las aulas de Psicología para mostrar cómo se siente al sufrir insultos diarios a través de las redes. La salmantina Sarah Pérez Santaolalla es colaboradora habitual de programas de televisión nacionales y su última polémica con Macarena Olona la vuelve a situar en la diana.

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¿Ha adquirido la experiencia suficiente para que no le afecten los insultos en redes sociales?

—Imagina si todas las mañanas te despiertas con un insulto, con un descalificativo, con una amenaza que al final se vincula a tu trabajo. Es decir, cada vez que salgo en la televisión, yo recibo insultos. Al principio, aprendes a lidiar con ello; pero llega un momento en el que no sabes si duele más que se llegue a normalizar esa violencia. Y eso es peligroso porque supone que aprendamos a vivir con miedo, a que aceptemos que esto son las reglas del juego. Porque nunca, te dediques a lo que te dediques, tienes que aceptar que se te desee que te mueras, que eres una zorra, que ojalá te violen...

Durante la conferencia expuso cómo sus opiniones sobre Monedero la situaron otra vez en la diana.

—Con mis opiniones se puede estar o no de acuerdo, pero no me puedo levantar al día siguiente con un mensaje que diga 'te voy a degollar zorrita' o 'cuando te vea por la calle te voy a matar'. Hay algunos mensajes que vienen desde cuentas 'trolls', que es muy difícil de identificar. Pero es que, en este caso, la mayoría de mensajes que he recibido tenían nombre, apellido y foto. Es decir, se creen tan impunes que ya lo hacen desde sus cuentas reales. No se hacen una cuenta falsa para insultar. Yo he recibido estos días mensajes con insultos hasta por dar los buenos días que terminan siempre en la misma esencia que es el machismo: repetirme que soy una puta y que se lo debo todo a los hombres aunque no tengan ni idea de mi vida y aunque se equivoquen constantemente con ella.

¿Le afecta a su salud mental?

—Yo aquí estoy en la contradicción constante de mostrar o no mostrar si esto me perjudica. Hablar en público en la Universidad de esto me sirve de terapia. La realidad es que se sufre como un perro, y quien diga lo contrario miente. Quien te diga que leer toda la miseria que intentan trasladarte desde primera hora de la mañana hasta el final del día no le afecta, miente. A la pregunta de si llega a afectarme para que me piense dos veces si ir a mi puesto de trabajo; sí, me afecta, pero por ahora no me invalida. Por ahora quiero seguir trabajando y creo que merezco estar en el mismo sitio que mis compañeros que quizás no reciban ni una cuarta parte del acoso que yo recibo. Lo que tengo muy claro es que no van a silenciar mi mensaje y que no me van a amordazar. Porque después del insulto y de la amenaza lo que ellos quieren conseguir es que yo me calle; es que yo mañana no vaya a trabajar; es que yo me piense dos veces lo que quiero decir; es que yo me replantee si quizás merece la pena dar ese tipo de discurso o tener ese tipo de argumento porque después más tarde cuando llegue a mi casa y encienda el teléfono móvil voy a tener cientos y miles de mensajes donde me van a recordar que soy una basura. A día de hoy tengo claro que no lo van a conseguir.

¿Qué siente cuando las críticas vienen también de una mujer como Macarena Olona vinculando su vida privada a su éxito profesional?

—Es que una mujer no es un ser de luz. Es decir, hay mujeres machistas, hay mujeres racistas, hay mujeres con discursos que son una auténtica barbaridad. Ser mujer no garantiza que vayas a tener un discurso que favorezca la igualdad, que nos proteja de la violencia machista. O sea, una señora que niega la violencia de género, una señora que se sube a un escaño o a una tribuna en el Congreso, a decir que la violencia no tiene género cuando en nuestro país desde que existe el recuento oficial hay casi 1.300 mujeres asesinadas solo en España por el simple hecho de serlo. Yo creo que muchas veces te definen tus enemigos. Cuando estos son fascistas, machistas, creo que hablan más por ellos que por mí.

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-¿Se ha llegado a plantear que tener tanta visibilidad en las redes sea contraproducente?

—Yo no soy una persona muy activa en redes sociales. Es verdad que, a veces, como todos, entro, miro, salgo, tuiteo y vuelvo a entrar y salir. Pero sí, es verdad que yo tengo distintas formas de actuar. A veces sales cabreada por lo que te están diciendo, de lo que está pasando en el mundo, sales intentando que tu opinión llegue un poco más allá y cuando entras en las redes sociales a veces debates. Luego te das cuenta, después de contestar a dos o tres, que no merece la pena, porque muchas veces el debate de las redes no es el de la calle. Todos estos envalentonados en las redes que te amenazan y te acosan, lo mismo te los encuentras por la calle y te piden una foto. En las redes todo se multiplica por tres pero al final lo importante es llegar a final de mes, tener una educación y una sanidad pública con garantías más allá de los trolls. Vivo en una contradicción. A veces contesto, a veces apago el móvil, porque cuesta mucho tenerlo encendido 24 horas cuando las 24 horas te acosan. Últimamente tiro mucho de silenciar las notificaciones, silenciar el móvil y dar importancia a lo que importa. Yo no puedo ponerme al mismo nivel de gente que no existe o que se acerca solo para tener su minuto de gloria o que le hagan un poco de 'casito'. Yo me he encontrado mentiras acerca de mi vida profesional, de mi vida laboral, de mi vida privada, de la que nunca he negociado nada, ni he hecho negocio, por lo que no debería importar a nadie. También les dije a los chavales en la conferencia que, incluso, en lo peor, cuando tu móvil arde y eres tendencia; se abran una coca-cola, jueguen una partida de ajedrez; o lean un libro. Que se calmen y piensen que mañana todo será mejor.

Tras su polémica con Olona, muchos en las redes aprovecharon a sacar tuits antiguos suyos buscando fallas en su discurso feminista.

—Este problema es muy serio. Cuando tú pones fotos y tuits de una niña de 13 años e intentas desacreditar a la mujer de 25 por lo que ponía en su cuenta de Twitter, quizás estos envalentonados fascistas están cometiendo un delito. Esta vez han ido demasiado lejos y tendrán consecuencias judiciales. Que una niña de 13 años ponga la K donde va la Q o diga las tontadas de la época, no desacredita lo que haga esa persona con 10,15 o 20 años después en su profesión. Desde que trabajo en los medios de comunicación, he recibido mucho acoso, muchas amenazas, muchos insultos, pero nunca se habían traspasado los límites como ahora. Han salido fotos mías de cuando era menor, de mi familia, mi colegio, mías junto a mi padre, ya fallecido. Han traspasado todos los límites, tanto, que hoy la que pone los límites soy yo y con muchos de ellos nos veremos en el juzgado.

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Entre las últimas críticas también se encuentra el momento en el que fue a las listas del PSOE por Salamanca como número 22.

—Al hacerme ese vínculo, relacionan esa presunta militancia con que yo haya llegado a programas de televisión. Y yo aquí pregunto, ¿cuánta gente del PSOE de Salamanca,o cuánta gente que haya ido en una lista electoral, o cuánta gente que milite, ha llegado a la televisión? Porque resulta que, claro, yo se lo debo todo al PSOE cuando no he ocupado ningún cargo público ni un cargo orgánico. Yo no le debo nada a nadie y menos a un partido político. Es ridículo que intenten vincularme a nada cuando yo estoy en los medios de comunicación por mi trabajo. Desde hace siete años llevo trabajando en una radio, haciendo programas que nadie quería hacer, hablando de cosas que nadie hablaba porque vengo de una tierra muy complicada donde no se habla de las cosas por miedo. Y cuando no tienes dueño ni bozal, te atreves a decir las cosas. Yo vengo de trabajar en los medios, de estudiar política, análisis electoral, sin estar pagado ni financiado por nadie. Solo por mí.

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