A base de «ligoteos» y «resacas». Así ha logrado vencer a la leucemia 'Súper Pablo': un joven de tan solo 19 años con síndrome de Down. Un héroe sin capa que ha conseguido tocar la 'campana de la victoria' tras un año muy duro lleno de tratamientos, tratamientos y más tratamientos. El 9 de abril de 2024 y con tan solo 18 años, Pablo tuvo que abandonar su habitación por la del Hospital y sus clases, en el Centro Educativo Los Tilos de Asprodes, para «curarse» y «aprender a ligar». «Empezó con fiebres y dolores en las extremidades, algo raro porque él nunca se queja. Ahí comenzaron las analíticas con el médico de cabecera que nos derivó a Reumatología pensando que podría ser algo de los huesos. Le hicieron muchas pruebas, pero no salía nada hasta que por fin nos mandaron a Medicina Interna, le hicieron un TAC, un PET-TAC, más analíticas y nada», cuenta Menchu Santos, madre de Pablo. Una mujer guerrera, como su hijo, vencedora de dos cánceres.
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Menchu cuenta emocionada que ese fatídico día la llamaron para informarle que Pablo tenía leucemia y que había que ingresarlo enseguida. A partir de ese momento hicieron una maleta sin saber cuándo y de qué manera iban a salir del Hospital. «Estaba de excursión y le fui a buscar, le dije que íbamos al Hospital aparte de para curarle para aprender a ligar con las enfermeras. Intenté que se lo tomara de una manera positiva y la verdad es que a pesar de los momentos duros, también hemos pasado buenos ratos, hemos conocido a gente muy buena», según Menchu, que recalca la «excelencia» del servicio de Hematología de la sexta planta, de la UVI Pediátrica—donde Pablo se sometía a la quimioterapia en la columna y entraba a quirófano una vez al mes—, del Hospital de Día Onco- Hematológico y de las enfermeras y enfermeros que desde el primer mes le hicieron pruebas en casa.
No podría explicar cómo se vive cada día sabiendo que un hijo tiene leucemia, aunque sí tiene claro que son «cartas» que les han tocado y que hay que jugarlas: «Pablo nos ha enseñado mucho, más que nosotros a él—refiriéndose a su marido, Nacho Pascual, y a su hermano Rodrigo—. Su hermano solo tiene 15 años, pero gracias a Pablo ha madurado muchísimo, tuvo que aprender a estudiar y hacer sus deberes solo mientras estábamos en el Hospital y ahora saca notazas, es un niño muy bueno».
Cuando Pablo empezó con la quimio, Menchu le dije que «eran un equipo y que juntos iban a salir de ahí»: «Sin dudarlo me rapé el pelo con él y le volví a insistir que íbamos a aprender a ligar. Es muy duro y nunca ha perdido el apetito».
Hubo momentos grises, como cuando salía mareado del quirófano tras someterse a las quimios: «Salía mal y yo le decía que así son las resacas que te dejan los gin tonics... Consecuencias de la 'borrachera' del quirófano por la anestesia de la sedación», detalla la madre. Y después de la resaca, llegó la tranquilidad. Ya no hay enfermedad, ha ganado la batalla a la leucemia, aunque continúa su lucha con los tratamientos.
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Su familia es su vida y está deseando volver a clase con sus amigos ya que ahora las tiene online. Es un amante de los mandalas, por eso, antes de que sonara el 'tilín, tilín de la victoria', se encargó de diseñar dos muy coloridos y con un mensaje clave para el personal sanitario: 'Muchas gracias por cuidarme, curarme y enseñarme a ligar' y el segundo: 'Muchas gracias por cuidarme, curarme y emborracharme, os quiero mucho, Pablo'. Y ese es el éxito de la vida: dejarse cuidar y afrontarla con fuerza, paciencia, amor y felicidad.
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