El Complejo Asistencial Universitario de Salamanca celebró este viernes, 12 de mayo, un acto simbólico con motivo del Día Mundial de la Infancia Hospitalizada. GUZÓN

Sonrisas que curan: el proyecto que da vida a los niños hospitalizados en Salamanca

25 voluntarios de Cruz Roja unen fuerzas cada día en la ciudad para paliar el sufrimiento de los más pequeños | Pediatría recalca la importancia que tiene este proyecto: mejora la conciliación familiar

Elena Martín

Salamanca

Lunes, 15 de mayo 2023, 18:28

Un juguete, una ilusión. Una mirada, una sonrisa. A veces, los detalles más pequeños son los que más significado tienen. En la tercera planta del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, conocen de primera mano lo duro que resulta ver cómo la inocencia en persona tiene que afrontar una lucha incesante contra una enfermedad.

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Cada mañana, un sinfín de rayitos de sol se cuelan por los estores de las cuatro paredes en las que no para de haber lamentaciones. A base de paciencia y esperanza, decenas de familias se dan la mano cada día para hacer más llevadera la vida de sus pequeños en el hospital. Diferentes afecciones y distintos estados de ánimo 'pululan' por amplios pasillos en los que confluyen buenas y malas noticias.

Entre dibujos, revisiones y llantos, la labor que los voluntarios de Cruz Roja Juventud llevan a cabo para esbozar sonrisas resulta ser trascendental. Lo es para los que están 'enganchados' a un gotero, pero todavía lo es más para las madres y los padres que, necesitados de un 'respiro', buscan conciliar su vida laboral y personal con el tiempo que, a lo largo de las 24 horas que tiene un día, han de pasar con sus pequeños.

Bajo el título de 'Infancia hospitalizada', se esconde la 'magia' que consigue curar cualquier tipo de enfermedad. De lunes a viernes, casi una treintena de jóvenes invierten gran parte de su tiempo en intentar que los niños que están atravesando por un mal momento de salud en el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca se evadan y sigan rebosando la ilusión que los más pequeños siempre muestran pese a cualquier contratiempo.

Entre juguetes, actividades, pinturas, cartas, monos locos, bloques y puzzles, decenas de niños consiguen 'desconectarse' de sus problemas recuperando las horas de vida que merecen tener y que, por culpa de su enfermedad, no tienen.

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Cada 13 de mayo, se celebra el Día Mundial de la Infancia Hospitalizada, pero, en realidad, este día debería festejarse todos los días del año porque, gracias a la dedicación de decenas de voluntarios y al acompañamiento social, los más pequeños encuentran la motivación que muchas veces les falta entre cuatro paredes. «El voluntariado que se hace con los niños que están hospitalizados es uno de los voluntariados en los que más útil te sientes», asegura Carla Vela, la técnico del programa 'Infancia Hospitalizada' de Cruz Roja Salamanca.

Una de las voluntarias de Cruz Roja Juventud, Berta Collazos, jugando con un niño hospitalizado. ALMEIDA

«El programa 'Infancia hospitalizada' cubre las necesidades de los niños»

Para la supervisora de Pediatría del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, Ana Belén Mateo, la labor que realizan los voluntarios que forman parte del programa 'Infancia hospitalizada' de Cruz Roja Juventud es providencial para los niños que, día tras día, tienen que afrontar la lucha contra alguna enfermedad, pero lo es más para las familias que, necesitadas de un 'respiro' para coger fuerzas y ayudarles contra todo pronóstico, velan por la conciliación.

Mientras las madres y los padres de los más pequeños que permanecen ingresados entre cuatro paredes bajan a la cafetería o hacen una simple llamada, alguien le saca un sinfín de sonrisas a su hija o a su hijo, que consigue evadirse de los malos ratos que vive por su diagnóstico.

«El programa 'Infancia hospitalizada' de Cruz Roja Juventud es una labor humana que cubre las necesidades físicas y psicológicas de los pequeños que más sufren en el hospital. El hecho de que venga gente a alegrar a nuestros niños es increíble. Con todas las actividades que hacen en las dos horas en las que los voluntarios están con ellos, se distraen y olvidan todos sus temores. Las personas que forman parte de este programa deben estar orgullosas por lo que hacen. Yo creo que es un disfrute recíproco: el niño disfruta y, los voluntarios, lo hacen más», asegura Ana Belén Mateo.

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