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Pérdidas recientes y rostros que no se olvidan pese a haber sanado la herida. Caras de dolor y gafas para ocultar las lágrimas. Reencuentros que provocan una alegría desmedida. Los hay para los que el Día de Todos los Santos tan solo es un día más en el calendario porque cualquiera es el idóneo para rememorar los momentos vividos junto a sus allegados fallecidos y los hay algo más rezagados que, tan solo el 1 de noviembre, acuden a una cita anual que no deja indiferente a nadie.
Cada uno con una historia personal, los salmantinos demostraron este miércoles que continúan siendo fieles al Día de Todos los Santos y los cementerios de la capital -tanto el San Carlos Borromeo como el de la Virgen de la Salud de Tejares- acogieron, durante todo el día, un incesante goteo de visitantes a los que el tiempo respetó para que rindieran tributo a sus difuntos.
Como cada año, el hecho de que, en días anteriores, muchos ya se acercaran para adecentar las tumbas y que las sepulturas lucieran relucientes con sus flores evitó que se dieran grandes aglomeraciones, siendo algo que también se notó en los accesos. Entre la gente que acudió a recordar a sus familiares, la presencia de algunos niños y los pocos jóvenes que se dejaron ver por el cementerio dejaron una leve esperanza de que la del Día de Todos los Santos puede llegar a ser una tradición imperdible.
Cesáreo Rodríguez nunca ha fallado a la tradición. Cada año, acude al cementerio para adecentar las sepulturas de sus familiares. Este año, lo hace con más empeño todavía. Este miércoles le fue imposible no acordarse de su mujer al depositar las flores que llevó sobre ellas. Sin ella, que, a día de hoy, vive en una residencia y padece alzhéimer, recordó a todas aquellas personas que han marcado un antes y un después en su vida y que, por desgracia, ya no están.
«Me gusta venir preparado, con las tenazas y con todo lo necesario para limpiar las tumbas. Es una forma bonita de agradecerles todo lo que hicieron en vida por mi mujer y por nosotros», aseguró visiblemente emocionado.
Al igual que él, decenas de salmantinos como Plautila, Carmen Vicente o Enrique lanzaron un alegato a favor de la tradición del Día de Todos los Santos: «Es una pena que esta tradición se vaya a perder en unos años. Cada vez que vengo veo a menos gente».
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