Casi un siglo en primera fila

Hay estudiantes buenos y malos. Los primeros, normalmente, se suelen sentar en primera fila y los más dispersos tienden a ir a latitudes más al fondo de la clase. Y después está Visitación Macías, que rompe moldes, prejuicios, barreras y se ríe del edadismo ocupando un lugar destacado en el olimpo de los estudiantes. A sus 99 años se ubica lo más cerca posible de la pizarra del profesor para escuchar y ver mejor. Su afán por aprender no tiene límites y los relojes y los calendarios ya la dejaron vivir a su aire desde hace tiempo.

Visitación Macías Manzano tiene 99 primaveras y lleva el último cuarto de siglo sin faltar ningún día a sus clases, dos veces por semana, en la Universidad de la Experiencia de la Pontificia. Verla entusiasmada dos veces por semana moverse por los pasillos del edificio histórico de la Pontificia es un mensaje andante de que las ganas de vivir y el DNI no tienen nada que ver.

«Entré en la Universidad de la Experiencia en 1997 y vengo a todos los cursos, aunque este año veremos qué pasa y es que estoy perdiendo movilidad», describe Visitación Macías, que admite que ya ha tenido que recurrir a su hija para que la lleve al acceso al edificio histórico de la Universidad Pontificia en la calle Serranos. «Hasta ahora he venido yo sola y no he necesitado nunca nada. Pero este curso…», agrega. Esta estudiante que acaricia el siglo de vida pone como ejemplo que su recorrido tradicional desde su casa en la calle Canalejas hasta la Universidad era normalmente de 10 minutos, pero que ahora ese paseo para ir a clase se ha doblado en tiempo y tarda unos 20 minutos aproximadamente.

Visitación Macías no se complica la vida y no se ahoga en ningún vaso de agua. «Después de clase ya veré cómo me voy a casa. Si estoy cansada o hace mal tiempo, pues me cojo un taxi y listo», apunta con la seguridad que ofrece tener un siglo muy bien llevado.

La relación con las aulas a Visitación Macías le viene de lejos. «Yo soy muy antigua. Hice aquel bachillerato de los 7 años y luego hice Magisterio», enumera esta salmantina natural de Villaseco de los Gamitos. La vida le apartó de la docencia para la que había estudiado. Tuvo que hacerse cargo del negocio familiar en el pueblo en una tienda en la que vendía de todo. «En aquellos entonces nos hacíamos caso de los padres. Mi padre me dijo que ese negocio era lo que nos daba de comer a la familia. Me hice cargo de la tienda y es que además en aquella época los profesores no ganaban mucho dinero. Había un refrán que se decía mucho que era 'tienes más hambre que un maestro de escuela'», recuerda con una sonrisa de esas que alimentan el alma.

Esta cariñosa alumna 'repetidora' de la Universidad Pontificia de Salamanca se casó y tuvo cuatro hijos, pero no quiso que ninguno de ellos cogiera el testigo en el negocio familiar y todos estudiaron. Cuando falleció su marido, Visitación se trasladó a Salamanca para estar más cerca de sus hijos y su reencuentro con las aulas estaba más cerca.

En sus 25 años en la Universidad de Experiencia ya ha cursado todos los programas que ofrece la Pontificia. «A mí todo me parece interesante, todo lo que es conocer y aprender me encanta», defiende, aunque añade que su debilidad es la historia.

Ahora está cursando estudios que repasan el papel de la mujer a lo largo de la historia y profundizan en las clases en las biografías de féminas que fueron trascendentales en sus épocas.

Qué humildad la de Visitación Macías a sus 99 años estudiando las andanzas de otras mujeres famosas, cuando es ella y su recorrido los que deben ser asignatura obligatoria en la Universidad de la vida.

Eso sí, siempre en primera fila.

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