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Una de las hermanas de la congregación de las Siervas de San José en el taller de costura del barrio de Buenos Aires. GUZÓN
Siervas de San José: «Si viviésemos otra vida volveríamos a Buenos Aires»

Siervas de San José: «Si viviésemos otra vida volveríamos a Buenos Aires»

Las Siervas de San José han convertido lo que fue su taller de producción textil en un lugar de acogida: «Seguimos haciendo arreglos pero ahora el objetivo es escuchar»

Lunes, 20 de noviembre 2023, 18:20

En pleno corazón del barrio de Buenos Aires -uno de los más estigmatizados de la capital charra-, desde un local de planta baja las Siervas de San José regalan su vida desde hace más de 37 años a la acción pastoral y alimentan el alma de los vecinos. Un pequeño reducto de esperanza que conecta a las hermanas con aquellas personas que necesitan hablar, un consejo, ayuda emocional o compañía. Manteniendo la esencia de lo que fue un día, un flamante taller de costura y producción, las hermanas siguen realizando algunos arreglos textiles, pero con el objetivo puesto en ser un punto de encuentro o acogida para todo el que lo necesite.

Las Siervas de San José llegaron a Buenos Aires en el año 1986, tan solo tres años después de que lo hiciesen las primeras familias. En la década de los 90, el barrio afrontó un momento complicado con la presencia del narcotráfico, pero ellas fueron capaces de 'mantener la esperanza' entre los residentes: «Trabajábamos a nivel de calle, en la educación de los niños, a nivel pastoral y desde varias vertientes: la asociación de vecinos, la escuela y la parroquia», aseguró Maripaz, una de las hermanas presentes en el local.

Manuela Romo es una de las hermanas fundadoras y se ha mantenido al frente del taller durante estos casi cuarenta años. Por ese motivo, recibió en el año2012 el Premio Solidaridad de Cruz Roja en Salamanca: «Cuando adquirimos el local, lo usábamos para enseñar a las jóvenes corte y confección, también para ayudar a las niñas a sacar el graduado escolar. Además se daban clases de religión y catequesis. Era un poco de todo», aseguró Maripaz. Sin embargo, en el año 1997, las cosas cambiaron con la ayuda de Emiliano Tapia, párroco del barrio: «Pidió unos cursos de formación a la Comunidad Económica Europea y este local comenzó a funcionar como un taller de producción real, con horas de formación y horas de trabajo. Había gente recibiendo una remuneración económica y se trabajaba para empresas. Después hubo una crisis muy fuerte del textil y el proyecto tuvo que cerrar», reconoció. El local se comparte con un ropero, que gestiona también la congregación y que sigue en funcionamiento hoy en día. Abre cada jueves y las familias más necesitadas de Buenos Aires pueden retirar prendas, mantas, juguetes e incluso ropa interior.

Loli, una de las vecinas del barrio, estaba junto a la hermana Alicia mientras realizaba el arreglo de una cortina: «Vengo a verlas todos los días siempre que puedo. No tengo padres ya y Manuela es como mi madre, siempre la llamo así y Alicia como mi hermana», reconoció.

Sin importar la etnia, la procedencia o incluso la religión, es mucho el cariño el que recibe la congregación. Cada día pasan por el taller cinco o seis vecinos a lo largo de la mañana. «El taller es un lugar de encuentro. Seguimos haciendo arreglos pero ahora el objetivo es escuchar. Estamos muy orgullosas de la labor que hemos realizado en este barrio y si tuviésemos otra vida volveríamos a vivirla aquí. Hemos recibido mucho más de lo que hemos dado», afirmó Maripaz. El futuro del taller aún no está muy definido. La falta de vocaciones provoca que las hermanas jóvenes trabajen en otros proyectos en las que se las requiere. «El día que las hermanas ya no puedan bajar aquí, tendremos que cerrar. Tenemos que ir dándonos un respiro porque las fuerzas son pocas. De momento no tenemos ninguna persona que pueda continuar con esto».

Con una sonrisa y conmocionada por la amplia obra social que han conseguido en Buenos Aires durante estos 40 años, Maripaz asegura que siguen con la misma ilusión y esencia del principio: «Cuando llegamos aquí éramos muy jóvenes y nos encontramos una sociedad más tensa. Nosotras seguimos trabajando con nuestro carisma de hermanar oración y trabajo. Nuestra labor siempre es estar al lado de la mujer trabajadora pobre. Creo que lo hemos conseguido», concluyó Maripaz.

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