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Un niño sale de una chabola de La Vaguada elaborada con ladrillos, piedras y chapas. ARCHIVO
Los secretos más oscuros del barrio Chino de Salamanca
LOS BARRIOS DEL AYER

Los secretos más oscuros del barrio Chino de Salamanca

La Vaguada de la Palma acogió entre 1940 y 1970 uno de los 'barrios del pecado' más importantes del país

María Regadera

Salamanca

Domingo, 11 de febrero 2024, 06:45

Cada adoquín y cada ladrillo del actual barrio de la Vaguada de la Palma -conocido anteriormente como barrio de los Milagros, Los Caídos y barrio Chino- cuenta su propia historia relacionada con la vida nocturna, la lujuria y el pecado. Lo que hoy en día es un barrio que goza de una situación privilegiada, todo tipo de servicios, edificaciones modernas y un flamante Palacio de Congresos inaugurado en el año 1992, acogió durante siglos burdeles, casas de citas, tabernas, juerga y prostitutas. La droga tampoco paso de largo por el área situada en el extremo suroccidental de la capital y se concentró principalmente en las casas humildes de San Vicente. El barrio se convirtió, a partir de los años 80, en el centro del tráfico y consumo de heroína.

Varias casas abandonadas y en mal estado en el 1988. Archivo LA GACETA

En el año 1990, la Vaguada de la Palma comenzó a asumir un gran boom inmobiliario en plena decadencia de sus peculiares actividades. Pasó de ser una zona de referencia a nivel nacional para la juerga de toreros, artistas, señoritos y forasteros que vivió su mayor esplendor desde los años cuarenta a los setenta, a convertirse en «una leyenda». Un indicativo de la relevancia de la prostitución en la ciudad del Tormes durante siglos, es la huella que dejó en las tradiciones de la propia ciudad y en la literatura española. Algunas obras como La Celestina, La tía fingida, La lozana andaluza, La Carajicomedia o La pícara Justina eligieron Salamanca como contexto.

La escritora salmantina Carmen Martín Gaite, en el programa que realizó en 1983 en TVE, 'Esta es mi tierra', explica que la pared de Las Agustinas era para ella la cerca entre 'el bien y el mal'. «Por esta calle se sale al barrio Chino, es una calle que ninguna chica decente de mi generación traspasó nunca». Así hablaba según se adentraba por la calle Ancha.

EL BARRIO CHINO EN TESTIMONIOS

El fotógrafo Ángel Holgado llegó al barrio Chino para trabajar en el año 1962, cuando tenía solo 17 años. Estuvo allí hasta los 22, un periodo de tiempo en el que forjó una relación muy fuerte con el barrio y con sus gentes que le han atado al lugar hasta su desaparición en los 90. «Había cerca de una veintena de bares a cuál mejor que el anterior. Era frecuentado por personas de todas las edades. Toreros, políticos, extranjeros, era un atractivo para todo el mundo. He llegado a ver a personas muy importantes allí», explica. Según afirma el fotógrafo, muchas de las personas que vivían en el barrio se ganaban el pan ejerciendo la prostitución: «Antes no había discotecas y era el lugar al que ibas para disfrutar, tomarte una cerveza o una copa y conversar con las chicas. Algunas de ellas eran verdaderamente guapas y tenían entre 20 y 60 años. Llegabas al bar y si veías a alguna que te gustaba, cruzabas miradas con ella. Luego conversabas, le invitabas a tomar algo y decidías si querías llegar a más o no», explica el salmantino.

Recuerda con nostalgia algunos locales como El Valparaíso, El Navarra, El Alhambra, El Casablanca, El Sol, El Piky, La Media Luna, El Sevilla o El Pitu. También en la zona había casas de citas y fiestas privadas. «Hice grandes amigas allí. Yo les hacía las fotos y confiaban en mi. Una de las chicas, que era argentina, cuando tenía que ir a una fiesta privada o a casa de alguien, me daba el dinero para que al día siguiente se lo ingresase en el banco. Yo me llevaba sorpresas. En aquella época ingresar 15.000 pesetas era mucho dinero. No me quiero ni imaginar la cantidad de hombres que tendrían que aguantar cada día para ganar ese dinero», afirma.

LOS ENCUENTROS SEXUALES

Los encuentros sexuales nunca se realizaban en el bar según Holgado, siempre se llevaban a cabo en casas de las chicas o, en el caso de los locales para personas de mayor poder adquisitivo, en las casas del propio bar o de la madame. «Cada servicio costaba desde las 60 pesetas hasta 500. Dependía de la edad, de lo que hubiesen trabajado y del tipo de servicio. Se realizaban en las casas de las propias chicas. Eran muy limpias y siempre tenían todo en orden, además tomaban pastillas anticonceptivas. Muchas de las casas de la actual calle Cervantes eran aquellas casas donde ellas tenían sexo», afirma.

«Cada servicio iba de las 60 pesetas a las 500 y muchas de las casas de la actual calle Cervantes eran aquellos edificios donde ellas tenían sexo»

Ángel Holgado

Fotógrafo

Viviendas de planta baja realizadas con materiales de bajo coste en La Vaguada de la Palma en febrero del año 1990. Archivo LA GACETA

Las enfermedades venéreas nunca fueron un problema en esta zona salmantina. Este era uno de los motivos por el que el barrio chino de la ciudad del Tormes gozaba con tanta popularidad a nivel nacional, entre otras cuestiones: «Se hizo famoso por sus mujeres. Había de todo, pero muchas de ellas eran bellas y elegantes. Además, se cuidaban mucho. Les hacían registros médicos en el propio barrio cada dos por tres. Todas ellas tenían que tener una cartilla para las revisiones periódicas y para trabajar», explica.

El fotógrafo salmantino llegó a conocer a todas las madames de la época: «La Margot fue una figura muy importante en el barrio y una de las madames más recordadas. Quiso mucho a Rafael Farina y fue la que impulsó su carrera. Siempre se oyó que fueron amantes», recalca.

LOS DESALOJOS DE SAN VICENTE

En 1984 se redactó un plan especial, obra del arquitecto Fernando Contreras Gayoso, que introduce una ordenación que suponía romper con el esquema de San Vicente. La idea de realizar un Palacio de Congresos en esa zona, un atractivo con el que aun no contaba ninguna ciudad de Castilla y León, ya se había comenzado a sopesar. Finalmente, la obra se inició en el año 1987 y se inauguró en el año 1992.

Entre los años 1987 y 1991, siendo alcalde Fernando Fernández de Trocóniz y concejal de Urbanismo, Julián Lanzarote, se derriban las primeras casas de la calle Empedrada, en plena Vaguada. La decisión municipal, amparada por un decreto de alcaldía firmado en julio de 1990, no estuvo exenta de polémica. A pesar de que con muchos de los moradores de esas «chabolas» de adobe ya se había llegado a un acuerdo, cuando llegó el momento, la Policía Local fue recibida con violencia verbal y amenazada con hachas, horcas y palos. Asimismo, los dueños se negaron a abandonar sus viviendas. El subinspector de la Policía Municipal procedió a la retirada del tendido eléctrico y, a las doce de la mañana del 31 de agosto de 1990, comenzó el derribo de la primera vivienda.

UN FUTURO DIFERENTE

Tras la inauguración del Palacio de Congresos en el 1992 y las inversiones millonarias de las constructoras en pisos modernos y nuevos, el barrio comenzó su resurrección. Hoy es una de las zonas más cotizadas y con precios elevados por su cercanía con el centro. En el año 1992, también se inauguró el Conservatorio Profesional de Música de Salamanca en Tahonas Viejas.

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