El salmantino Javier Sendín se convierte en el mejor mecánico de España

A Javier Sendín no se le va de la cabeza el momento en el que escuchó su nombre en la gran final del campeonato que 'La Comunidad del Taller' ha organizado para encontrar al mejor mecánico de España.

Con los nervios a flor de piel, este mecánico salmantino, que ya había sido elegido para formar parte del grupo de los 10 mejores a nivel nacional, acudía el pasado 16 de marzo al Circuito del Jarama para hacerse con lo que llevaba tiempo soñando. Y es que, en los últimos cuatro años, Javier Sendín no ha parado de perseguir el alzarse con el galardón que, este fin de semana, le ha coronado como 'Mejor mecánico de España' en Madrid.

Las pruebas comenzaron a las 8:30 horas. Formando pareja con su compañero Adriá, tuvo que pasar cinco cortes entre coches averiados y mediciones técnicas. Después de cinco horas de mucho trabajo, ambos eran reconocidos por integrar el mejor dúo de la gran final. Por la tarde, las pruebas fueron todavía más duras. «Por la tarde, nos batimos en duelo todos los mecánicos. En el cara a cara, tuvimos que atender a clientes insatisfechos por problemas mecánicos, tratando de calmarlos y explicarles qué problema tenían sus vehículos. Después, tuvimos que solucionarlos. El trabajo no consistió únicamente en arreglar los desperfectos. El jurado también contabilizó los pasos dados en cuanto a protocolo, fijándose, por ejemplo, en el cuidado de la tapicería. Ha sido una verdadera locura», asegura Javier Sendín para LA GACETA, mostrando su orgullo después de haberse proclamado ganador.

«No siento tanto orgullo por el premio, sino por el reconocimiento que me llevo a los cuatro años de trabajo que llevo persiguiéndolo. Es un premio a la dedicación que he mostrado haciendo lo que lleva siendo mi pasión desde que era bien pequeño: la mecánica», afirma.

«El sábado viví muchísima tensión. Fueron muchas pruebas las que tuve que pasar hasta llegar a alzar el premio. En ningún momento fui consciente de que podía ganar, ya que, a medida que pasabas las pruebas, nadie te decía si ibas bien o mal. Todo era un misterio», sentencia.

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