39 años. Es el tiempo que ha pasado desde que el salmantino Félix Benito, residente en Londres desde el año 1979, creó una compañía para importar el sabor español en Reino Unido. Bajo la firma de C&D Wines, siempre ha difundido ... su pasión por su patria. Lo ha hecho sin separarse del vino, que tantas alegrías le ha dado y que tanto ha promocionado en los mercados británicos y español. De hecho, esa gran labor que ha hecho durante tanto tiempo le ha llevado a ser reconocido hasta en dos ocasiones. La primera fue en el año 2000, cuando fue nombrado Caballero de la Gran Orden del Vino de Londres y la última fue la semana pasada, cuando recibió, de las manos del embajador español, la Cruz de Isabel la Católica.
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Desde la primera condecoración, ya ha llovido mucho, pero Félix Benito, natural de la localidad de Cordovilla, asegura que, por mucho tiempo que pase, su Salamanca siempre será su Salamanca. «En los casi 39 años en los que he trabajado en la compañía, he podido subsistir gracias a las dos tendencias del mercado británico. La primera fue la locura que hubo por el cava en los años 80. En ese momento, jugué un papel decisivo en el mercado de Reino Unido porque obtuvimos cifras récord con 6 millones de botellas. La segunda moda fue el comercio de tapas españolas. Desde siempre, he velado por traer a Reino Unido un restaurante de sabor español con vinos, licores, chorizo, jamón y churros», asegura Benito.
Respecto a su trayectoria, este salmantino afirma que, durante su labor como importador de productos españoles en Reino Unido, no todo ha sido 'de color rosa': «La importación de vinos españoles ha sido muy fácil hasta que llegó el Brexit. Desde entonces, esa labor se ha complicado de forma exponencial».
«Me siento increíblemente orgulloso por haber sido reconocido con esta cruz -instituida por el Rey Fernando VII el 14 de marzo de 1815-. El embajador lo gestionó con el Rey Felipe VI y, la semana pasada, fui convocado en la Embajada de España en Reino Unido por sorpresa, donde la recibí», rememora Félix Benito, añadiendo que, una vez que se la entregaron, le faltaron palabras. «Si hay algo que siempre recordaré, eso es el momento en el que mi familia estuvo presente durante la entrega. También la de Salamanca porque, en Cordovilla, sigo teniendo a mis hermanos, a mis sobrinos y demás familia. La próxima semana iré a visitarles», asegura este salmantino, pleno de felicidad, casado con Jennifer, una británica a la que conoció mientras trabajaba en un hotel de Mallorca.
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