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En muchas localidades de España, el cierre de negocios se ha convertido en una realidad preocupante. La falta de relevo generacional está llevando a que numerosos comercios, especialmente en áreas rurales, desaparezcan, dejando a las comunidades sin servicios esenciales con los que prosperar. Esta situación se agrava en la denominada España Vaciada, donde la despoblación y el envejecimiento amenazan con convertir en desiertos económicos a comarcas enteras.
Paola Martínez, una joven salmantina ha decidido dar un paso adelante en la lucha por mantener los servicios en el medio rural y ha emprendido su propio negocio farmacéutico en Cubillos, un pequeño municipio zamorano cuya farmacia estaba a punto de cerrar por jubilación.
Paola comenzó su carrera académica en la Universidad de Salamanca, y tras varios años opositando, se dio cuenta de que esa no era su vocación. «Estuve opositando durante varios años, pero vi que no era lo mío», relata.
En su búsqueda de alternativas, encontró un máster en Microbiología y Salud Pública en el prestigioso Instituto Carlos III de Madrid, y aunque disfrutó de sus estudios, pronto se percató de que la investigación no era su camino. «Estuve allí durante un año sacando el máster y luego se suponía que podíamos seguir allí con la investigación, pero me di cuenta de que tampoco me llamaba demasiado», afirma.
Replanteándose de nuevo su futuro, Paola comenzó a contemplar la idea de emprender en el ámbito comunitario. Fue entonces cuando recordó las prácticas que realizó en una oficina de farmacia en Zamora, un lugar que había marcado un momento especial en su vida. «¿Qué mejor lugar que donde una vez fui tan feliz?», expresa con nostalgia. Al enterarse de que una farmacia se vendía por jubilación, no dudó en contactar a la dueña, Reyes Lorenzo, que llevaba en el negocio desde 1993, aunque la botica abrió sus puertas en la década de los 70; y tomó la valiente decisión de continuar con el negocio en un pueblo de unos 300 habitantes.
Paola continúa residiendo en Salamanca y va y viene todos los días desde el negocio en el que lleva trabajando apenas dos meses. En su día a día, la mayoría de los clientes visitan la farmacia, aunque también se preocupa por aquellos que, por razones de edad o movilidad, no pueden acercarse, como es el caso de muchos vecinos de Alcubilla, un pueblo cercano: «Como yo conduzco y no me importa trasladarme, a veces les acerco la medicación», explica. «Es un servicio más para gente que de otra manera no podría tener acceso a eso».
Entre los desafíos a los que se ha enfrentado en su emprendimiento están la inversión inicial para rellenar el almacén y disponer de estocaje, así como la escasez de ayudas por parte de las instituciones, aunque sí que le concedieron una para renovar los dispositivos y programas informáticos.
«Llevar el primer mes o los primeros meses es bastante duro y además no recibes ninguna ayuda por parte de ninguna institución», confiesa.
A pesar del desafío que supone el emprendimiento, Paola se siente «pletórica» con su decisión y resalta la importancia de mantener estos servicios a la comunidad. «La gente se porta súper bien conmigo, la gente es muy agradecida y yo más», comparte con entusiasmo.
A la luz de su experiencia, Paola anima a los jóvenes a considerar la posibilidad de regresar a sus pueblos y contribuir a revitalizar estas zonas. «Es algo necesario porque si no, esta gente que vive en el entorno más rural queda privada de estos servicios que son tan necesarios», enfatiza, instando a otros a que «den el paso, aunque sea al principio un poco difícil».
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