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A mediados del siglo pasado, cuando las tropas soviéticas dormían a la intemperie en la península de Crimea, fueron picados por unas garrapatas y al cabo de unos días empezaron a enfermar gravemente: tenían fiebre alta y la sangre se filtraba por sus vasos sanguíneos. Fue la primera vez que se detectó un caso de fiebre hemorrágica. Años después se vinculó este tipo de infecciones con otro virus presente en la sangre de personas que vivían en el Congo, por lo que se ‘bautizo´’ la enfermedad como la de Crimea-Congo.
Eran finales de los años 60 y aún hoy no se ha desarrollado una vacuna que pueda prevenir de una enfermedad tan peligrosa. ¿El motivo? “Por lo general, las enfermedades tropicales olvidadas son difíciles de combatir porque son organismos más complejos que los virus. Un virus como el SarsCov2, por ejemplo, tiene unos 49.000 pares, mientras que un parásito como los de las enfermedades tropicales puede tener 500 millones de pares de base”, explicó Antonio Muro durante un congreso de vacunas que ha tenido lugar días atrás en Almería.
Muro detalló el meticuloso trabajo que se realiza en Salamanca en torno al Crimea-Congo y analizó en qué punto está el desarrollo de vacunas frente a una infección tan agresiva. “¿Por qué es tan necesaria una vacuna y por qué es tan difícil hacerla”, apuntó.
“Lo cierto es que el Crimea-Congo es un virus más pequeño que el del coronavirus. Tendrá unos 42.000 pares de base, pero el gran problema es que para manejar este tipo de cultivos hacen falta laboratorios de seguridad biológica nivel 4. En toda la Unión Europa habrá siete laboratorios así. En Salamanca tenemos uno de nivel 3, que es el del Edificio I+D+i”, explica Muro, que es el presidente del Comité de Bioseguridad de la Universidad de Salamanca.
El problema para contar con un laboratorio de máxima seguridad es que la construcción es muy compleja, las medidad de seguridad son tan impresionantes como costosas y, para colmo, si se produjera un accidente que liberara algún patógeno, el laboratorio tendría que ser destruido pese a la cara inversión realizada. “Manejar patógenos de nivel 4 es complicado, el Crimea-Congo debe realizarse en los de nivel 4 y al final hay muchos obstáculos para hacer este tipo de laboratorios”.
La llegada de una vacuna frente a esta enfermedad no se espera a corto plazo a pesar de que hay casos en muchos puntos del planeta. “En Turquía, por ejemplo, se han hecho estudios de seroprevalencia mediante serologías y hasta en el 18% de los casos se encontraban anticuerpos de personas que habían pasado la enfermedad.
Antonio Muro aprovechó su participación en las jornadas de vacunación de Almería y puso en algún apuro a los representantes de las grandes farmacéuticas como GSK, Pfizer, AstraZeneca, Moderna... “Les pregunté que si tenían pensado hacer algo frente a estas enfermedades olvidadas”. Directivos de una de las farmacéuticas asistentes sí se ha puesto en contacto con el especialista para interesarse por sus avances.
Como sucede con todos los virus, son las aves migratorias las que llevan las garrapatas asociadas a la enfermedad y las expanden por el mundo.
En el laboratorio de Farmacia se reciben todas las garrapatas que han picado a personas de Castilla y León. Con esas garrapatas, parte se almacena, y parte se extrae DNA y RNA en el laboratorio de seguridad biológica y se hacen PCR para identificar Rikettsia y borrellia y anaplasmosis.
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