Salamanca
Domingo, 19 de enero 2025, 17:46
Todo salmantino lo ha vivido al menos una vez en su vida, despertarse a primera hora de la mañana y ver que el termómetro marca temperaturas bajo cero. Esa es la situación a la que se han enfrentado durante la última semana los trabajadores del servicio de limpieza de Salamanca encargados de esparcir sal por las calles de la ciudad.
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Una labor que se realiza para evitar la formación de placas de hielo en las aceras y calles salmantinas y que, por ende, se lleva a cabo en las horas más frías del día. «Durante el invierno, tenemos personal echando sal durante todo el día. Pero los momentos más importantes son en la noche y a primera hora de la mañana, que es cuando las temperaturas descienden más y hay que actuar para evitar que se congelen las calles», explica José Luis Martín, capataz del Servicio de Limpieza Viaria.
Así, antes de que la mayoría de las personas empiece su día, los trabajadores encargados de esta labor ya están en las calles esparciendo sal a diestra y siniestra. «En las mañanas empezamos bien temprano para que cuando la gente vaya a trabajar o a llevar los niños al colegio no haya hielo que pueda ocasionar algún accidente. Esta semana lo habitual ha sido empezar a trabajar con temperaturas entre -6 y -3. Con ese clima, aunque lleves ropa térmica se nota el frío, pero cómo vamos bien equipados y estamos siempre en movimiento lo aguantamos bien», comenta el capataz que relata la rutina diaria detrás de este trabajo.
«Lo primero que hacemos es ir a los puntos prioritarios, como son las entradas a los centros de salud, accesos a colegios o a organismos oficiales. Luego vamos a lo que nosotros llamamos 'puntos críticos', que son los sitios en los que sabemos que siempre se acumula hielo y después al resto de las zonas», añade.
Los factores que facilitan que un lugar se pueda convertir en un punto peligroso son, principalmente, tres: el ancho de las calles, la inclinación de la calzada y el material del suelo.
«Hay zonas en las que se acumula hielo con más facilidad que otras. En las calles más abiertas, por ejemplo, tienden a correr más brisa lo que facilita que se forme hielo. Si es una calle ancha y con muchas zonas sombrías hay más posibilidades de que se formen capas de hielo. Además, hay materiales, como las baldosas o el metal, que resbalan mucho. Siempre tenemos en cuenta las zonas que son muy inclinadas o con pavimento menos rugoso porque son lugares en los que puede haber más resbalones», señala.
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