Rompiendo estereotipos: así son Sara, Marta y Alba, futuras mecánicas

Con tan solo 17 años, Sara González decidió perseguir su sueño y estudiar el grado medio de Carrocería, a pesar de que al principio no gustó mucho la idea en su casa. Es amante de los cochesdesde pequeña y es que la vinculación con la automoción está casi en sus genes. La joven se ha criado en el taller mecánico que posee su tío. Reconoce que no fue un camino fácil hasta que entró en el curso. «Inicialmente mi familia vio un poco raro que estudiara esto, me sugirieron que optara por Peluquería o Fotografía, pero ahora están muy contentos porque estoy consiguiendo buenos resultados», cuenta.

Ella y otra joven son las únicas mujeres en clase, de 22 alumnos, a pesar de ello, nunca se ha sentido «inferior» a sus compañeros: «Hay muy buen rollo y nos tratan a ambos sexos por igual». Aún así, reconoce que «por desgraciada» siguen existiendo clichés en el sector. «Es curioso, pero en los talleres del instituto solo hay un baño para hombres, así que tenemos que compartirlo con ellos», dice.

Su asignatura favorita es Elementos amovibles y le encanta trastear con los vehículos en el taller: «En esa materia desmontamos completamente los vehículos. Acabamos de sacarle hasta el motor a uno de ellos y luego tenemos que volver a montar todas las piezas». En el futuro a Sara le gustaría trabajar de mecánica. «Los talleres necesitan profesionales y los que controlamos de mecánica y carrocería tenemos más posibilidades de encontrar un puesto».

A todas esas niñas que quieran ser mecánicas, Sara quiere decirles que no tengan miedo y que estudien lo que verdaderamente aman.

Al igual que a Sara, a Marta Macos le propusieron que estudiara Administración cuando comunicó la noticia a su familia. Cursa el grado superior de Automoción en el mismo centro. Le apasionan los motores y «cacharrear» con ellos desde su infancia. Para ella, es necesario empezar a asociar a la figura femenina en los talleres para que futuras generaciones luchen como ellas. Sueña con trabajar en la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) y no va a haber nadie que la frene.

A diferencia que Sara y Marta, Alba Arroyo ha estado «a punto» de abandonar su formación. «Recuerdo años en los que he pasado por momentos muy duros, sabiendo que yo sentía más pasión que el resto de mis compañeros. En este sector hay chicos encantados de tenernos en clase, pero hay otros que ven raro que haya una mujer entre 30 hombres», lamenta Alba, que añade que ha sentido «muchas diferencias» también en su puesto de trabajo, en un concesionario oficial.

Ha estudiado Electromecánica, Automoción, un Curso de Especialización de Híbridos y Eléctricos y ahora ha optado por realizar otro Curso de Especialización en Aeronaves pilotadas de forma remota-Drones, también en el Río Tormes: «Es necesario este tipo de grados porque los drones son algo muy novedoso, necesitamos especializarnos. Antes un mecánico era de martillo y cincel, pero ahora tienes que saber de electricidad, electrónica, alto voltaje...». No tiene exámenes, pero sí tiene que conseguir retos en tiempos récord: «Nos dan piezas de un dron y tenemos que montarlo desde 0 buscándonos la vida».

A Alba le encanta el mundo rural, así que no descarta dedicarse a algo relacionado con drones en la agricultura. «Ahora se sulfata o se fumiga con ellos. Tampoco me importaría trabajar en el ámbito electrónico o en un taller de mecánica», concluye