De lúgubre templo plagado de desconchones y grietas a luminosa iglesia de un románico casi a estrenar. Tras dieciséis meses en restauración, los trampantojos de las bóvedas de la nave central que fingen unas falsas aristas y las vetas de la arenisca han aflorado y parecen recién dibujados. Han desaparecido la suciedad, las manchas generadas por las humedades y los 'agujeros' dejados por el mortero desprendido. La céntrica iglesia de San Martín, que cerró sus puertas en junio de 2022, ha reabierto ya totalmente rejuvenecida. Sin embargo, el proyecto para recuperar su esplendor comenzó mucho antes, en 2015, a través del Plan Románico Atlántico, promovido por la Junta de Castilla y León y la Fundación Iberdrola España, y gracias a una inversión total de 530.000 euros. En una primera fase se monitorizó el edificio para controlar la evolución de cada una de sus fisuras y analizar los problemas estructuras que sufría. También se aprovechó para recuperar el pórtico norte. En 2020 se mejoraron las cubiertas y se repararon las grietas. Y en el último año y medio, la intervención, que ha costado 356.693 euros, se ha centrado en mejorar la iluminación y en el acondicionamiento interior del templo, según explica el arquitecto responsable de la actuación, Jesús Castillo.
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«Se ha recuperado su carácter original, su carácter románico, esta belleza de la piedra salmantina y este color que nos da esa calidez reforzado también con la iluminación tanto artificial como natural», aseguró este miércoles Castillo durante la visita oficial de fin de obra, a la que, entre otros, acudieron el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja; el presidente de la Fundación Iberdrola España, Fernando García Sánchez, así como su director, Ramón Castresana; el presidente de la Fundación Santa María la Real, Ignacio Fernández Sobrino; y el deán de la Catedral, Antonio Matilla. Acudieron en representación de las instituciones aliadas en este rescate de un templo que sufría importante deformaciones en pilares, arcos y bóvedas de sus tres naves, tanto por problemas de la construcción en origen como por modificaciones posteriores , como la acometida por Jerónimo García de Quiñones en el siglo XVIII tras un derrumbe de las bóvedas de la nave central o las necesarias tras el incendio de 1854.
Lo cierto es que el templo no abrió sus puertas este miércoles sino el pasado sábado para celebrar su fiesta patronal, San Martín. Y la restauración se da por completada. «Bueno, en una iglesia histórica como esta nunca se acaba», señaló el deán. «Nos quedan pequeñas cosas por hacer. Hay que poner en marcha el reloj de pared que ha estado funcionando hasta hace dos años. Es el más antiguo en uso de la provincia», explicó Matilla, antes de señalar su intención de «rescatar el baldaquino procesional que se sacaba el domingo del Señor en procesión por la Plaza Mayor», así como «otras joyitas ocultas». En cualquier caso, la iglesia, adosada a la Plaza Mayor, recobra los horarios que tenía antes de la pandemia, tanto para las celebraciones eucarísticas diarias como para la visita turística.
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