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Es la Navidad época de milagros y de cuentos. De relatos que siempre acaban en final feliz. Es también tiempo de héroes sin capa y de sonrisas. Cada martes y jueves de diciembre se produce uno de esos prodigios gracias al altruismo de los taxistas salmantinos y los voluntarios del Rotary Club Plaza Mayor. Los vehículos entran en el ágora por el arco de Poeta Iglesias como si fuese la procesión de la ilusión con la luz verde encendida en su carrera más solidaria.
El milagro tiene nombres y apellidos. María Azucena Herrero, de 93 años, no podía disimular su emoción por ver las luces gracias a que los taxistas le habían dejado en el mismo centro de la Plaza Mayor. Apoyada sobre su bastón, solo estaba agradecida mientras contemplaba la gran campana de luces. “No se me va a olvidar en la vida. Estoy muy agradecida a los taxistas por haberme permitido que vea esta iluminación tan bonita”. La iniciativa cumple tres años y este año tiene previsto que llegue a más de 250 mayores con una ampliación a trece residencias salmantinas.
Isidora Calvo ya ha cumplido los 92 años y recuerda que empezó a “servir” a los 11 años cuando salió de su casa natal en Cáceres. Lleva nueve meses en la residencia y nunca había visto las luces de la capital. “Estoy encantada”, resume de forma sintética mientras aprieta el brazo de Marina Cordón, una de las voluntarias del club rotario. Dori y Tere no se separan y no dudan en calificar de “excelente” la idea. “Estamos muy agradecidas. Nos rompe la rutina del día a día, nos pone de buen humor y ver las luces es maravilloso”.
A su lado, la psicóloga de la residencia elegida para este día, Cristina Alonso, no duda en asegurar que esta iniciativa “llena de vida a los mayores”. “Son fechas muy difíciles y se les nota contentos, ilusionados y sobre todo muy emocionados”. Los artífices de que se lleve a cabo se llevan la recompensa con cada uno de los agradecimientos. “Somos muchos taxistas que hacemos esto con ilusión. Les llevamos por la mayoría de las luces de la ciudad”, reconoce Manuel Pazo. También Larpi Hsimov resume en que los mayores “son felices” y con eso merece la pena el recorrido que realizan de forma altruista. Hugo Triviño va más allá y defiende que esta no debería ser una iniciativa aislada, sino que debería haber muchas más para evitar la soledad de los mayores. “Es una obra social la que hacemos, pero es lo mínimo que se merecen. Ellos han forjado y levantado este país”.
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