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José Miguel Villar regenta un mítico quiosco del paseo del Doctor Torres Villaroel. Desde hace 25 años, el dueño del negocio sirve prensa y revistas cada día en esa zona de la ciudad. Además se trata de un local muy polivalente, donde los clientes pueden desde comprar un periódico hasta encargar un asado. «Encontré un local que estaba cerrado y lo alquilé, después lo he comprado y llevamos más de 25 años sirviendo prensa, revistas, dulces caseros, pan y otros productos. Tengo un obrador en una sala interior del negocio y elaboro bollería, dulces caseros y asados de todo tipo», explica.
Antes de dedicarse a este tipo de negocio, Villar ya había 'coqueteado' con otros oficios como el de panadero o pastelero junto a uno de sus hermanos en Valladolid. Recuerda con nostalgia sus primeros años en el local de Torres Villaroel. «Todos los domingos me desplazaba personalmente a la redacción de LA GACETA para llevarme más de 300 periódicos para vender en mi quiosco. Iba temprano, ya que ese día tenían tantos pedidos que tardaban unas horas en distribuirla por los locales de la ciudad», explica. Desde que se encuentra en ese negocio polivalente en el que ha pasado más de dos décadas de su vida, ha conocido a muchos vecinos y clientes fieles que le muestran su lealtad cada día. «Tenemos un trato muy cercano con la gente y yo veo que los vecinos de la zona valoran mucho más esta relación de tú a tú. Siempre intento poner mi mejor sonrisa y ofrecer el mejor trato. En Internet se valora mi trato al público con la puntuación más alta», destaca.
Desde las 7 de la mañana hasta las 21:30 horas. José Miguel Villar trabaja prácticamente «de sol a sol» y todos los días de la semana. «A partir de las 7 de la mañana ya tienes que estar aquí porque comienza a venir gente para comprar el pan y la prensa. Algunos días me voy a comer, pero otros muchos no y hago horario ininterrumpido», asegura. El dueño del quiosco destaca también los puntos negativos y positivos de este tipo de negocio. «Lo peor son las horas que se echan cada día. Además, hay que currárselo mucho para tener una buena cartera de clientes fijos. Sin embargo, es un trabajo gratificante. Estar de cara al público para mí es muy positivo», asegura.
En cuanto al futuro del quiosco, el dueño no tiene todavía claro si el local que le ha dado de comer media vida tendrá relevo generacional. «Tengo un chaval de 16 años, pero yo le estoy animando a estudiar una carrera para que no tenga que estar aquí todos los días de la semana pegado al negocio prácticamente sin descanso. De todas formas, él sabe que si no encuentra lo que quiere, aquí tiene su negocio bien montado con una muy buena clientela», explica el dueño. No obstante, a José Miguel Villar todavía le queda mucha 'guerra' que dar al frente de su negocio por muchos años más.
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