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Las obras para mejorar la accesibilidad y la seguridad vial en los entornos escolares siguen condicionando el tráfico y la vida diaria de los vecinos de diferentes zonas de la ciudad.
Este es el caso de los residentes de Garrido Norte. Los trabajos que se están llevando a cabo en las calles Moreras, Amapolas, Lilas, Nardos, Petunias y Encina están ocasionando diferentes molestias a los vecinos. Trasladan a este medio su descontento por las simultáneas aperturas en la calzada que se demoran semanas, por las molestias ocasionadas a los dueños de vehículos o por varias incidencias provocadas por la empresa ejecutora como la rotura de una tubería de gas. Según fuentes del Consistorio, estas obras están en su última fase y se prevé que concluyan en abril.
El Consistorio salmantino recuerda que las obras pueden generar molestias durante su transcurso, especialmente en el tránsito de vehículos en el acceso a los garajes, y es ánimo del Ayuntamiento que se puedan minimizar.
Asimismo, recuerda que los vecinos tienen a su disposición diferentes cauces en el servicio municipal de Atención al Ciudadano o en Fomento para poder transmitir las molestias que una obra les esté provocando, atendiéndoles y escuchándoles, además de agradecerles su comprensión y paciencia.
«Tienen todo abierto, todas las calles rotas, pero no han rematado nada... Tienen las aceras hechas y no las han lechado. Muchos vecinos no pueden acceder a sus garajes», explica Fidela González, una vecina de la calle Lilas. También muestra su descontento por el uso que han hecho de esta calle los operarios: «Han ocupado todo el espacio con escombros, todo tipo de material, maquinaria, ladrillos y contenedores», asegura.
En el bar de Olga Garrido, en la calle Amapolas, la evolución de las obras es el tema del día de los últimos meses. «Se nos hace larga la espera porque no sabemos cuánto tardarán. Hace un par de días hemos tenido un escape de gas gordísimo en esta calle porque los operarios rompieron una tubería», asegura la vecina. Luis Luengo es otro residente de la calle Lilas: «No he podido sacar su coche del garaje durante los últimos dos meses y medio. Tienen muy pocas calles abiertas al tráfico, porque no terminan ni cierran nada y dejan toda la maquinaria en el medio de las vías. Los operarios van bastante lentos y tampoco se ve a mucha gente trabajando», manifiesta.
Engracia Sánchez, dueña de una panadería del barrio, sufrió inundaciones en su negocio después de que los operarios terminasen su tramo de la acera. «Tuvieron que venir a remodelar la acera, porque quedó en pendiente y el agua entraba al negocio», afirma.
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