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Viernes, 31 de enero 2020, 11:36
Tener un perro que ladre más de la cuenta y encima lo haga en momentos en los que puede interrumpir el descanso de los vecinos, especialmente si se reside en una ciudad, puede salirte caro. Esto es precisamente lo que le ha sucedido a un salmantino, cuando el pasado 28 de septiembre su can empezó a ladrar a eso de las 23:00 horas con tanta potencia que los vecinos de uno de los edificios de la calle Antonio Ponz, en el barrio de La Platina, se quejaron de la imposibilidad de descansar. Según recogió la inspección, los ladridos superaban los 14,5 decibelios, nivel de ruido máximo permitido.
Una infracción, considerada muy grave y sancionable hasta con 3.000 euros según recoge la Ordenanza Municipal de Salamanca, pero que finalmente se quedará en el abono de 300.
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