![«Antes no podía ni tomar un café y, de repente, paró el temblor»](https://s1.ppllstatics.com/lagacetadesalamanca/www/multimedia/2025/02/05/hospital%20reportaje%20pr%20(20260053)-RwNznLBGpx0DNhLl5Bwt2gP-1200x840@Gaceta%20Salamanca.jpg)
![«Antes no podía ni tomar un café y, de repente, paró el temblor»](https://s1.ppllstatics.com/lagacetadesalamanca/www/multimedia/2025/02/05/hospital%20reportaje%20pr%20(20260053)-RwNznLBGpx0DNhLl5Bwt2gP-1200x840@Gaceta%20Salamanca.jpg)
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¡Abulense, pero afincada en Salamanca, Sonsoles del Nogal se ha convertido en la primera paciente de la Comunidad en ser tratada por la tecnología HIFU en un hospital público.
Su carácter extrovertido y una manera positiva de sobrellevar los problemas pueden llevar a la falsa idea de que su enfermedad no era grave, pero lo era. Han pasado nada menos que 30 años desde que empezó a sentir que su cuerpo temblaba de manera involuntaria hasta que su cabeza entró en una máquina del Hospital de Salamanca y, de repente, sus manos y sus piernas se quedaron quietas. Tras unos segundos de estupor la única reacción de su cuerpo que no era capaz de controlar eran esas gotitas saladas que emanaban de sus ojos y que caían por sus mejillas. Una reacción -al parecer- contagiosa porque le empezó a suceder lo mismo a todos los profesionales que la rodeaban.
«Mi vida hasta ahora consistía en el simple hecho de no poder tomar un café, porque lo derramaría, en no poder pintarme, en que no me dejaran ni tocar una bandeja… Yo soy funcionaria y a la hora de atender al público tenía una gran sensación de inseguridad porque si cogía un papel, temblaba. El problema iba cada vez a más y la gente tampoco me quería decir lo mal que estaba», explica Sonsoles, que a pesar de que solo ha solucionado el problema que tiene en una mitad de su cuerpo, se confiesa eufórica: «Tenemos una sanidad en Castilla y León para quitarse el sombrero».
Levanta la mano derecha y tiembla de manera muy clara. «Pues esta era la parte buena, así que imagínate como sería la izquierda, que es la primera que me han intervenido». En efecto, su lado izquierdo es totalmente firme. «Me he vuelto zurda», bromea.
Sonsoles luce un turbante a la espera de que le vuelva a crecer el pelo. «No es que el pelo se caiga, sino que lo afeitamos antes de la intervención porque el cabello podría producir alguna interferencia en el procedimiento», explica Luis López Mesonero. Un contratiempo -el de tener que afeitarse- que a Sonsoles le ha «merecido la pena». «Al ser el primer paciente tenía un poco de incertidumbre, pero si alguien está dudándolo le aseguro que no tengan ningún miedo. Todo es muy seguro», afirma.
En pocos segundos resume cómo ha sido su itinerario: «Primero me hicieron un TAC para medir el grosor craneal. Unos tres días antes de la intervención te dan una medicación para evitar mareos o vómitos durante el procedimiento. El día de la intervención te colocan una especie de marco alrededor de la cabeza, con un poco de anestesia para que no te moleste, pero todo lo demás es sin sedación. A partir de ahí es como si te estuvieran haciendo una resonancia magnética, pero en realidad te van dando el ultrasonido. No estás las dos horas dentro de la máquina, sino que te van sacado, te hacen pruebas, te piden que dibujes una espiral, que cojas una botella… Ellos quieren ver cómo vas en cada momento y cuando están seguros de que los temblores han cesado, entonces aplican el calor suficiente para quemar esa zona del cerebro y ya está: ¡Sales curada!».
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