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Ingresó la pasada semana en el Hospital de Salamanca con «una calidad de vida nula» -reconoce- y con un estado anímico al límite de la desesperación. Nada más despertar de la cirugía, se dio cuenta de que ya «era otra persona». «Lógicamente, tengo dolores propios de un proceso operatorio, pero no he tenido que volver a conectarme a la ventilación, apenas tengo tos y hasta puedo hablar, que antes era casi imposible», celebra la primera paciente de España en ser intervenida de una traqueobroncomalacia con cirugía robótica.
Se llama Teresa Martín, vive en Ponferrada y era una mujer sana y trabajadora hasta que, hace dos años y medio, contrajo el coronavirus. «Empecé con el coronavirus, estuve pachuchilla y me ingresaron. Al salir, tenía una tos constante, sin parar. Pensábamos que era como una secuela y que se pasaría, pero, al cabo de unos meses, me puse muy mal y tuve que volver a ingresar. Cuando me hicieron una broncoscopia, supieron lo que realmente tenía y ya fue cuando me enviaron a Salamanca», rememora.
Los motivos de desarrollar esta enfermedad no están claros. Marcelo Jiménez explica que «es un problema que puede aparecer en cualquier momento de la vida y no es una patología familiar o hereditaria. Lo que es más raro es que aparezca en niños o adolescentes».
Desde aquel diagnóstico, la situación de Teresa es la de una persona totalmente dependiente que, incluso, tuvo que abandonar su trabajo con un reconocimiento de dependencia.
«Vivía enganchada todo el día al CPAP. Era totalmente dependiente. Si intentaba salir a la calle con la máquina, me fatigaba más. Si salía sin ella, me entraba una tos constante y, al poco rato, estaba deseando regresar a casa para volver a conectarme», detalla la berciana.
Dormir era una quimera que también afectaba a la familia: «Hacíamos campamentos en el baño con mi familia porque me ahogaba con las flemas. La tos es muy poco eficaz con esta enfermedad y tratar de expulsarlas era todo un mundo. Hacíamos hasta fiesta cuando, después de mucho esfuerzo, conseguía sacar alguna flema».
Teresa -como sucede con estos pacientes- ya se había sometido a otras terapias previamente. «Me había puesto unas prótesis en los bronquios y otra arriba en la tráquea. Es cierto que, con ellas, mejoraba un poco, pero seguía teniendo muchas complicaciones con las flemas. Cada diez días o así, tenía que ir al Hospital para aspirarme, limpiar… Tenía muchos ingresos porque se me infectaba».
Un calvario y un clavo ardiendo al que agarrarse: el Hospital de Salamanca. Así lo reconoce Teresa: «Es normal que se pierda la esperanza. Yo no la perdí porque Marcelo me había dicho que no me iban a dejar así, que iban a intentar darme una mejor calidad de vida. Veía que era muy difícil, pero como confío plenamente en ellos, siempre tiré de esa esperanza para resistir».
La noticia de que se sometería a una novedosa cirugía robótica impone respeto, pero «merecía la pena arriesgar». «He estado varios días durmiendo poco por los miedos de la operación, pero es que había que arriesgar porque seguir así… No podía ser».
Sus esperanzas se cumplieron, pero entiende que otros pacientes arrojen la toalla: «Le he echado fuerza y también he tenido ayuda psicológica, pero es que no hay manera de explicar lo duro que es esto. Comprendo que otra gente que está en mi situación no quiera salir de casa porque a mí también me cambió el carácter».
Teresa Martín asegura que su carácter se truncó por culpa de la enfermedad: «Es que no puedes ni hablar varios segundos seguidos porque te ahogas. Todo te supone un enorme esfuerzo y eso me volvió arisca. Si salía a la calle, no quería que la gente me parara porque me fatigaba. Era todo muy incómodo».
Su recomendación a otros afectados por esta enfermedad es que se informen y lo vuelvan a intentar: «Lo tengo clarísimo. Si tienen el mismo problema que yo tenía, sin dudarlo merece la pena. Es un postoperatorio duro por los dolores, pero yo lo volvería a hacer porque te cambia todo». El vienes recibió el alta y regresó a Ponferrada donde -vaticina- van a pensar que es otra persona: «No me van a reconocer».
Desde esta semana, todo ha quedado en el pasado. Desde el servicio de Cirugía Torácica, apuntan que no se le ha marcado ningún tipo de limitación. «Puede hacer ejercicio. De hecho, ha estado un buen rato en la bicicleta sin ningún problema», sentencian.
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