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Miércoles, 12 de octubre 2022, 20:21
Con una sonrisa, el obispo de la Diócesis de Salamanca y Ciudad Rodrigo, José Luis Retana, desviaba la atención ante una posible visita del Papa Francisco a Salamanca. “No lo sé”, respondía aunque no mostraba mucha esperanza en que se hiciera realidad esa posibilidad. “El Papa tiene muchas invitaciones y no es fácil una visita de esas características”, recordó el prelado que señaló que si en Salamanca y Ávila se está centrado en los jubileos teresianos en otras partes del mundo cada año también se celebran diferentes acciones especiales.
“Yo creo que el Papa ha optado mucho por las periferias y España aunque no seamos la reserva espiritual de Europa estamos más dentro del juego que otros países en los que la presencia del Papa es un acicate grandísimo para aquella nación”, detalló.
Para los actos del Centenario de Santa Teresa celebrados en 2015 se hizo un importante esfuerzo institucional con cartas enviadas desde la Alcaldía de Salamanca, la Universidad Pontificia, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Alba de Tormes. Sin embargo, la visita no se llegó a producir ya que el Sumo Pontífice ya había fijado sus desplazamientos hacia lugares donde los cristianos están en minoría.
Juan Pablo II visitó Alba de Tormes en noviembre de 1982 y se confesó discípulo de Santa Teresa, a la que confesó verla vestida de doctora. Lo proclamó en la Dehesa Garcilaso ante medio millón de personas llegadas de toda España. El Papa defendió la vigencia del mensaje teresiano.
El entusiasmo de los asistentes interrumpió a Juan Pablo II en varias ocasiones. Poco después, ante el sepulcro de la Santa, clausuró los actos del Centenario hablando de los escritos de Santa Teresa, a la que llamó “mensajera de Cristo”. Junto a los Duques de Alba el pontífice se adentró en la clausura teresiana para un encuentro emocionante. Con la cabeza apoyada en el sepulcro de Santa Teresa rezó varios minutos antes de tomar el camino a Salamanca.
A las siete de la tarde entró en Salamanca mientras repicaban todas las campanas. Junto al Puente de Enrique Estevan el alcalde le entregó la llave de la ciudad y firmó en el libro de honor. Su vehículo atravesó una ciudad abarrotada que apenas veía al Papa por la velocidad del vehículo. Estudiantes y teólogos le esperaban en la Universidad Pontificia. Hubo tuna, coro, gritos de “Juan Pablo II te quiere todo el mundo” e inauguración de un auditorio con su nombre.
Ante teólogos de toda España, impartió una lección teológica que impacta. Fuera el Papa recibió de nuevo el calor de los estudiantes en el patio barroco del edificio, que le cantan “triste y sola se queda Fonseca”.
Aquella visita única obligó a un despliegue de 1.400 guardias civiles, 130 vehículos todo terreno, 8 autobuses y 130 motos, además de 2.000 policías nacionales.
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