¿Por qué no podemos seguir con la caldera de carbón?

El Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios no establece ningún plazo de sustitución obligatoria de las calderas de carbón. Lo que sí establece es que la instalación debe superar inspecciones de seguridad y eficiencia energética periódicamente y, de no hacerlo, la única salida es la sustitución. Este es el caso de la comunidad de vecinos de María José, un tipo de calefacción que para ellos sí es “muy eficiente”.

“Entiendo que no hemos superado las revisiones y que por eso nos dieron la orden de legalizar la sala de calderas antes de final de 2021”, explica la presidenta de la comunidad, ubicada en la plaza de Carmelitas. La transformación coincide con el momento de máxima incertidumbre en el mercado energético, con el gasoil y la electricidad disparados, así como con incrementos notables en otras energías alternativas como la biomasa.

“Inicialmente íbamos a hacer el cambio a una caldera de gas, pero cuando debíamos tomar la decisión surgieron los primeros problemas con el suministro de este combustible”, relata la responsable del bloque, en relación a los problemas originados por las escasas garantías de distribución desde Rusia, principal suministrador de buena parte de los países europeos.

“Debido a la incertidumbre existente sobre los precios del gas en esta y próximas campañas, los vecinos finalmente se decantaron por instalar una caldera de biomasa”, continúa la mujer. Critica que han adoptado una decisión que les afectará los próximos 20 o 40 años en este difícil contexto actual. “Tengo la sensación de que no ha sido una elección racional y voluntaria, sino condicionada por una situación coyuntural”.

Por eso respalda la petición del Colegio de Administradores de Fincas de Salamanca de solicitar al Gobierno una moratoria para abordar los cambios, al menos el tiempo que exista esta incertidumbre y escalada de precios de la energía.

“En este momento cabría la posibilidad de continuar con este tipo de calderas mejorando la seguridad de las salas. Una pequeña inversión para legalizarlas instalando mecanismos de seguridad y detectores de monóxido de carbono”, relata la mujer.

Pero estos vecinos no solo se enfrentan a un momento de crisis energética, también tienen que capear la crisis de suministros que retrasa la llegada tanto de la nueva caldera como de sus componentes. “Tenemos problemas con los suministros de la nueva caldera, para que lleguen en plazo, con el resto de proveedores y hasta con los profesionales de la construcción que tienen que abordar las obras. Nos metemos en el invierno y aún no tenemos el nuevo sistema”, lamenta María José, portavoz de una comunidad de 24 vecinos que hasta ahora tenían la instalación de carbón inicial que funcionaba perfectamente, “sin averías ni excesivo coste del carbón”. “Nunca hemos tenido quejas con esta calefacción ni problemas con los humos. Nosotros estábamos contentos”.

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