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Teresa Peramato Martín, fiscal salmantina experta en la lucha contra la violencia sobre la mujer en España. ARCHIVO
«Me pongo en la piel de las víctimas y me dolería que a mi agresor sexual le rebajaran la pena»
ENTREVISTA

«Me pongo en la piel de las víctimas y me dolería que a mi agresor sexual le rebajaran la pena»

Fiscal del Tribunal Supremo y licenciada en Derecho por la Universidad de Salamanca, Teresa Peramato Martín es hoy en día la mayor experta contra la violencia sobre la mujer de España

Lunes, 3 de marzo 2025, 17:14

Fiscal de Sala Jefa de la Sección Penal del Tribunal Supremo, la salmantina Teresa Peramato ha sido hasta mediados de enero Fiscal de Sala de Violencia contra la Mujer, campo en el que se ha convertido en una de las mayores expertas. El día 8 recibirá en Salamanca una distinción por su «trayectoria y servicio público».

El Consejo Sectorial de la Mujer de Salamanca le ha distinguido con uno de sus galardones con motivo del Día de la Mujer. ¿Sorprendida?

—Siempre es una sorpresa que te reconozcan, pero más que sorprendida, yo diría que estoy muy agradecida porque, aunque no es el primer reconocimiento que tengo, para mí, el hecho de que me reconozcan en mi propia tierra es mucho más emotivo. Estoy emocionada y sobre todo muy agradecida, y me parece que puede ser un acto muy importante de cara a la proyección de las mujeres salmantinas que trabajan en diferentes ámbitos por la igualdad de la mujer. También es un acto muy importante y muy emotivo porque puedo disfrutarlo con mi familia, especialmente con mi madre, que para mí ha sido siempre un referente y una mujer heroica.

En su trayectoria ha recibido importantes galardones. ¿Qué supone esta distinción?

—Hay un refrán que dice que nadie es profeta en su tierra. Nunca he hecho mucho caso a determinados dichos o refranes, aunque es la sabiduría popular, pero un reconocimiento en tu propia tierra por una trayectoria profesional y también personal en la lucha por alcanzar la igualdad, para mí es muy importante. Entre todos los reconocimientos que he recibido, lo pondría el primero o entre los primeros, seguro. Me llega a la fibra.

Lleva en Madrid desde 2001 y antes estuvo en Barcelona, Valladolid y Tenerife. ¿Echa de menos Salamanca?

—Cuando estaba en Valladolid iba continuamente a Salamanca. Ahora que estoy en Madrid, voy todo lo que puedo, porque estamos a dos horas y cuarto y yo tengo allí a la mayoría de mis hermanos, a mis suegros y a mi madre. Salamanca para mí es la ciudad más bonita y más entrañable de las que conozco, pues tiene ese espíritu de acogimiento que se echa de menos en otras ciudades que son más frías, que no tienen esa cercanía ni el ambiente que tiene Salamanca. Además tiene una cantidad de arte y de cultura que rebosa por las cuatro esquinas. Yo estoy enamorada de mi tierra; siempre digo que soy salmantina hasta la médula.

¿Y se considera una gran embajadora de esta ciudad?

—Hago patria siempre que puedo.

Cada 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer y a tenor de los acontecimientos que se dan cada día, ¿realmente sirve para algo?

—A mí me parece que es fundamental. Evidentemente todos los días tendrían que ser un reconocimiento de la igualdad y es la lucha del día a día lo que nos da el prestigio o el desprestigio en nuestras actuaciones. El hecho de que haya un día para seguir reconociendo la igualdad como un reto a conseguir, porque evidentemente es un reto que todavía no hemos logrado al cien por cien, me parece que es importante. Los actos que se organizan nos permiten avanzar en esa materia, en esa lucha, en ese objetivo por la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. Por eso, recordar anualmente que tenemos un objetivo por el que luchar, es importante.

Los casos de agresión y los signos de desigualdad no cesan. ¿Qué falla?

—La violencia sobre la mujer en el ámbito de la pareja o expareja es un problema que arranca de la prehistoria. La mujer siempre en el ámbito familiar ha estado en una posición de sumisión, de subordinación, sometida al poder y al control del hombre. Antes de la Constitución, la mujer no podía ni firmar un contrato ni abrir una cuenta corriente a su nombre sin autorización del marido o del padre, tampoco podía ejercer de tutora de un menor o de una persona con discapacidad. Luchar contra esa discriminación en todos los ámbitos, especialmente en el ámbito de pareja o expareja resulta muy difícil. Solo entre el 24 % y 25 % denuncian, hay, pues, una cifra negra muy importante.

¿Esto qué demuestra?, ¿que hay más violencia o que se denuncia más?

—No creo que crezca la violencia en el ámbito de la pareja o expareja, sino que están saliendo a la luz muchas más denuncias. En 2006 las mujeres denunciaron 150.000 hechos y el año pasado fueron 192.000. El incremento es elevado, pero eso no quiere decir que haya más violencia, sino que las mujeres están detectando mejor la violencia que sufren, que es el primer problema que nos encontramos. Muchas mujeres no entienden que están siendo sometidas a violencia salvo que les hayan golpeado. Y es que además de la violencia física, está también la psicológica, la sexual, la económica, etc.

¿Cómo conseguir minimizar estos datos?

—Hay que hacer autocrítica, y ser capaces de llevar a la educación, desde la escuela, desde la más tierna infancia hasta las escuelas de adultos, el principio de igualdad, la igualdad en oportunidades, el respeto, la resolución de los conflictos sin violencia, es decir, llevar la igualdad efectiva entre hombres y mujeres desde la tierna infancia en todos los sectores de la educación. También tiene que llevarse la educación a la familia, para que sea ejemplo para niños y niñas, y adolescentes. Pues si los niños están presenciando la violencia hay un efecto que se llama la transmisión generacional de la violencia y aprenden a ser dominantes, a utilizar la violencia psicológica, incluso la violencia física; y las niñas aprenden a adoptar posicionamientos de sumisión y de aguantar lo que no deberían aguantar nunca. Las familias como el núcleo esencial para que seamos capaces de transmitir esos valores a nuestros niños/as y adolescentes y erradicar esos comportamientos discriminatorios y violentos. También la sociedad debe concienciarse, posicionarse al lado de las víctimas y declarar la tolerancia cero del agresor. Y también las administraciones, que tienen que hacer una labor de concienciación y de sensibilización importante. Tienen que poner todas las herramientas en marcha para ofrecer una asistencia integral a las víctimas de violencia de género y a sus hijos e hijas. Tenemos que mejorar mucho, pero también estamos avanzando.

¿Se cuenta con los medios suficientes?

—Hay que tener mucho cuidado con los recortes, pues van desapareciendo algunas herramientas de apoyo y asistencia integral a las víctimas que las van a colocar en una situación de mayor vulnerabilidad. Desde la Administración de Justicia estamos también haciendo un esfuerzo importante para llevar al máximo el nivel de protección de estas víctimas, las acusaciones y evitar espacios de impunidad, respetando siembre el principio de presunción de inocencia. Estamos hablando de procedimientos penales y el principio de presunción de inocencia es intocable.

El hecho de que aparezcan casos tan mediáticos, como los presuntos abusos de líderes políticos como Errejón y Monedero, ¿sirve para generar conciencia o, al contrario, para crear más desconfianza?

—Sin entrar en el análisis de los supuestos, me parece que todos los representantes públicos deben tener un comportamiento que sea ejemplar y más cuando desde los diferentes grupos políticos o desde las diferentes instituciones se está haciendo una promoción de los derechos de la mujer con una legislación que me parece muy buena para garantizar la protección, la prevención, la detección, la protección y la sanción de los delitos contra la libertad sexual. Me parece contradictorio, incoherente, incluso, si fuera cierto, hasta hipócrita que se mantenga una postura como la que hemos venido manteniendo sobre la defensa de la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual y luego tener esos comportamientos absolutamente contrarios a lo que predicamos.

¿Todo esto puede perjudicar?

—Todos, e incluyo también a la Justicia, debemos decirle a la sociedad que eso no va a empañar la importancia que tiene una legislación muy progresiva en cuanto a la protección de los derechos de las mujeres, como es la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, que, al centrar la respuesta en la ausencia del consentimiento afirmativo, es la mejor opción para garantizar la autonomía y la libertad sexual de las mujeres. El hecho de que, si fuera así, dos personajes públicos que defendieron este modelo de legislación hayan podido tener o no, no lo sé, un comportamiento inadecuado, no tiene que empañar los beneficios de la ley que se está aplicando muy bien y que está protegiendo adecuadamente a las mujeres que son víctimas de violencia sexual.

Con la llamada ley del «sí es sí» se ha rebajado la pena a condenados, el último caso es el dos miembros de La Manada, que reducen un año su condena. ¿Eso no puede empañar la apuesta por la ley de gran parte de la sociedad?

—Ese es un problema que se produjo nada más entrar en vigor la ley, es un problema técnico relacionado con el derecho transitorio. Se han producido legislaciones de diferentes materias, pero cuando hablamos de proteger los derechos de las mujeres, la resonancia social y pública es mayor. La Fiscalía, algunos tribunales superiores de justicia y audiencias provinciales mantuvieron que era posible aplicar una norma del Código Penal de 1995 que impedía esas rebajas, pero el Tribunal Supremo optó por otra doctrina y empezó a rebajarlas. Evidentemente, yo me pongo en la piel de las víctimas, como la chica víctima de violencia sexual por parte de la Manada, sometida también a un estigma gravísimo, y me dolería que le rebajaran la pena, obviamente, a mis agresores sexuales. Pero insisto: el hecho de que se rebaje un año la pena tampoco puede nublarnos la vista y sí ver y asumir los beneficios que la nueva ley puede otorgar a las víctimas de violencia sexual a pesar de que este hecho ha causado mucho dolor en las víctimas y provocado una incomprensión a la sociedad.

¿Llegaremos a ver una sociedad igualitaria real?

—Quiero ser optimista, pero creo que nos queda mucho camino por avanzar, y no solo a las mujeres, es importante que los hombres sean feministas, porque el feminismo es justicia, libertad, emancipación, igualdad...

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