Plan integral para poner fin a las patologías que amenazan a la Plaza Mayor de Salamanca

Treinta y dos años después de que el arquitecto Pío García-Escudero redactase su «Propuesta de un programa global de rehabilitación del conjunto de la Plaza Mayor de Salamanca», más conocido como plan director, este ha sido una referencia para la rehabilitación del monumento más emblemático de la ciudad.

No obstante, desde 1992 han aparecido nuevos problemas en el ágora que amenazan no solo su imagen sino también su conservación. Ante ello, el Ayuntamiento ha informado a la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta de Castilla y León que sus técnicos municipales están trabajando en un examen exhaustivo de las patologías que sufren los elementos arquitectónicos y artísticos del Bien de Interés Cultural (BIC). Se trataría de un compendio de estudios. El pasado febrero, cuando el PSOE reclamó un nuevo plan director, el concejal de Fomento, Fernando Carabias, ya anunció que se estaba elaborando un proyecto para sellar las pizarras de los balcones de la Plaza y para la limpieza de los líquenes, así como de las eflorescencias salinas que generan manchas blanquecinas en el monumento y contribuyen a su erosión. Se sumaría a otra intervención ya prevista para mejorar las cubiertas y los canalones cuyas fugas y escorrentías generan importantes daños en la piedra arenisca de relieves y elementos ornamentales. Pero no son las únicas actuaciones que se están proyectando.

Precisamente el informe municipal en el que se ha comunicado a Patrimonio que se está trabajando en ese examen integral de la Plaza analizaba los evidentes daños que presentan los medallones de Carlos II, Felipe V y Juan II en el Pabellón Real. Acabar con las manchas, desconchones o pérdidas de material de estos relieves es otro de los proyectos. Es cierto que todos estos problemas están estrechamente ligados ya que su principal causa son las escurriduras de las balconadas a través de las juntas abiertas entre las losas de pizarra y de las gárgolas de la cubierta por obstrucción de los conductos. Sin embargo, ni las filtraciones ni el agua tienen nada que ver con la falta de unidad cromática en la carpintería de las ventanas y contraventanas del monumento. En julio se cumplirán dos décadas desde que la Comisión Municipal de Patrimonio acordó por unanimidad requerir a los propietarios de los pisos situados en la Plaza Mayor que las pintasen con el color establecido. Sin embargo, pese a las múltiples intentonas aún no se ha conseguido esa unidad. Por ello, una de las intervenciones más inmediatas previstas por el Gobierno de Carlos García Carbayo es acabar con la variedad de tonos que se observa a simple vista. Estos trabajos estarían ya en marcha si la compañía a la que se iba a adjudicar el contrato a finales del pasado año no hubiese renunciado finalmente a él.

Hasta en las bolas que rematan los balcones tiene previsto actuar el Consistorio. Inicialmente doradas, algunas han pasado a ser completamente negras por la falta de mantenimiento y ofrecen una imagen envejecida.

Los técnicos municipales no han detectado desde la limpieza que se realizó en 2017 un incremento significativo de la degradación de las zonas de la Plaza Mayor afectada por la humedad y las escurriduras de las balconadas a través de las juntas abiertas. No obstante, tampoco ha mejorado su situación y siguen presentando manchas blanquecinas, pero también negras, así como desconchones o erosión en algunos relieves. Son los medallones de Carlos II, Felipe V y Juan II, situados en el Pabellón Real, los más afectados por este problema. Por este motivo se solicitó precisamente a los técnicos municipales un informe sobre su estado que fue analizado en la última reunión de la Comisión Territorial de Patrimonio.

El atractivo que la Plaza Mayor da a Salamanca no sale gratis. En los cinco últimos años el Ayuntamiento de Salamanca invirtió más de 800.000 euros en el mantenimiento, conservación y mejora del emblemático monumento y, aun así, algunas de las intervenciones que se hicieron, como la limpieza de fachadas para eliminar manchas blanquecinas y humedades, ya necesitan repetirse.

El mayor desembolso municipal en el BIC del pasado lustro fue para la mejora de la iluminación artística. Desde la semana posterior al día de Reyes hasta el 7 de abril de 2022, el ágora permaneció a media luz tan solo iluminada por las cuatro farolas centrales y las luminarias de los soportales, mientras se procedía a renovar los antiguos proyectores distribuidos por todo el monumento por otros 1.155 nuevos de tecnología led. Estos trabajos para la mejora de la eficiencia energética conllevaron una inversión de 473.994 euros. El nuevo sistema de alumbrado monumental permite ahora 'jugar' no solo con la intensidad de la luz e, incluso, con los colores en la fachada de la Casa Consistorial.

Frente a los ocho meses previstos inicialmente, la mejora del enlosado de la Plaza Mayor se prolongó finalmente durante más de trece meses. Las constantes interrupciones para que el monumento pudiese albergar las tradicionales citas anuales y para no privar demasiado tiempo a los bares de sus terrazas dilataron más de lo debido una obra adjudicada por 238.853 euros, concretamente desde junio de 2018 hasta mayo de 2019. Por otra parte, mientras un grupo de geólogos tomaba muestras de las eflorescencias salinas, en verano de 2018 el BIC se sometió a un «lifting». Palmo a palmo y sin colocar andamios para no perjudicar a los hosteleros se fueron eliminando más de medio centenar de manchas blanquecinas provocadas por la humedad. A esta intervención se destinaron 19.000 euros, una inversión que tres años después se había «evaporado» porque las máculas reaparecieron. Y, un año después, tras varios desprendimientos se repararon las bovedillas de los soportales con más de 133.600 euros.

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