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Nació en Ayamonte hace 40 años y ha trabajado con Roger Waters, Eric Clapton, Juan Gabriel, Alicia Keys, Luis Fonsi, Phil Collins, Gloria Gaynor, Alejandro Sanz y Julio Iglesias, entre otros. Una presentación de Pitingo, el artista, tiene que empezar por ahí. Antonio Manuel Álvarez, el hombre, suena afable y feliz de regresar a Salamanca. Actúa este sábado a las 22:00 horas en el campo de fútbol de Puente Ladrillo.
Vuelve a la tierra de Rafael Farina. Estará entre sus referencias, ¿no?
Claro... Al hermano de mi abuela, el mayor, lo recuerdo siempre cantando fandangos de Farina, Y su hijo hoy sigue haciéndolo. Farina era una bestia, una cosa de otro planeta.
Esta gira tan diferente a otras, ¿le ha cambiado su actitud en escena?
Yo siempre he hablado mucho con el público, cuento anécdotas y eso gusta. Intento transmitir un mensaje de esperanza. Los creyentes, y yo lo soy, damos gracias a Dios por por estar allí todos sanos. Y agradecidos al público. Los artistas nunca debemos olvidar esto, porque son ellos los que nos dan de comer.
Su trayectoria musical es bien conocida. Inventor de la soulería, siete discos en el mercado, ha colaborado con numerosas estrellas internacionales.. Pero le invito a que nos recuerde dos momentos importantes que quizás marcaron su vida. El primero es aquella casete que encontró en casa de su abuela Paca...
Ah, sí, el casete famoso, jajaja. Sin aquella cinta yo creo que nunca me habría dedicado a acercar la música flamenca y la afroamericana. No sé si es el destino, Dios o lo que quiera creer cada uno, Estaba en una mesa de la casa de mi abuela Paca, una gitana que no escuchaba nada de aquello. Nadie sabia de quien era. Yo tenía unos nueve o diez años y me la puse en mi walkman. En la cara A cantaba una mujer, y en la B un hombre. “¿Pero qué es esto?”, me dije. La escuché durante mucho tiempo y me aprendí las canciones en ‘inglés ayamontino’. Un año después, en un mercadillo, volví a escuchar la voz de esa mujer. Pregunté al vendedor quién era y me dijo: “Es Aretha Franklin”. Después le pregunté por el hombre, lo oyó y resulta que era Louis Armstrong, y me enseño las fotos. Al verlos le dije a aquel vendedor: “¿Tiene más cintas de negros?”. Nunca se me olvidará. Me di cuenta entonces de que gitanos y afroamericanos tenemos ciertas similitudes rítmicas a la hora de expresar los sentimientos, y empecé a unirlos de una forma natural. Tiempo después tuve oportunidad de entrar en un coro gospel. Allí yo era el menos moreno de todos. Aprendí mucho. Le decía entonces a mi madre que yo debería ser negro, y ella contestaba: “pues hijo, te ha tocado ser gitano”
El segundo momento fue con 13 años en la sala Long Play de Madrid. Aquella fiesta de cumpleaños de José Luis López Vázquez.
Siii, era donde iba la crème de la crème de la farándula. Yo conocía a un productor con el que había empezado a hacer coros y me llamaron para que fuera a cantar. Estaba nerviosísimo, bebía agua y el vaso no me llegaba a la boca, Pero desde el primer aplauso ya me tranquilicé. Ahí empezó mi vida artística.
Tuvo un buen padrino para empezar....
Enrique Morente marcó una etapa importante en mi vida. Me oyó cantar en una sala y me dijo: “Oye, ¿y tú quién eres?” “-Yo soy Pitingo” “-Eres gitanillo?” “-Soy mestizo” “¡La mezcla perfecta!!, dijo. Así conocí al maestro. Él habló de mí a todo el mundo y empezaron a llamarme las discográficas.
Tuvo un buen agente de prensa.
Cuando se me ocurrió lo de soulería [que daría título a su segundo disco, 2008] mezclando soul y bulería, mi compañía de discos me dijo que estaba loco. A Enrique Morente le dije: “maestro, me van a dar por todos los lados” y él me contestó: “Mira, a mí llevan 30 años intentando destruirme. Si todo el mundo te dijese ‘ole’, yo me preocuparía”. Grabé, todo el mundo me puso de loco pero vendimos 500.000 discos.
Ha dicho “No soy el mejor cantando música negra ni cantando flamenco. Intento ser diferente”. ¿Es duro ser diferente en este siglo XXI donde hay que poner etiquetas a todo?
La diferencia al salirte del tiesto genera controversia. Pero yo soy así; mi familia siempre me dijo que era diferente. No quiero compararme con nadie. A unos puedo gustar más y a otros menos, pero todos me reconocen, que es lo importante.
¿Y ha apreciado con el paso del tiempo que los puristas del flamenco van cediendo?
Sí, sí, mucho. Muchos han llegado a pedirme perdón. Yo estoy encantado con las críticas constructivas. Pero las destructivas no las entiendo cuando no me han escuchado ni saben nada de mi carrera. Yo siempre me digo que si artistas tan grandes han querido cantar conmigo será por algo. Pero ya tengo callo en el cuerpo entero. Claro que podría hacer un disco de flamenco puro, pero no cuando quieran ellos.
En este camino entre géneros ¿ha encontrado a público que se haya acercado al flamenco gracias a su música?
Sí, y me lo han dicho. Yo siempre en mis conciertos hago tres o cuatro cantes, y los explico, e gusta ser un poco didáctico, porque de lo que se trata es de renovar el flamenco y de que se aficione más gente. Para mi, el flamenco es la música más importante que tenemos en España cara al mundo. Y lo veo en que viene Beyoncé a España y pregunta por Farruquito. Y cuando vienen los Rolling se interesan por Camarón.
Su anécdota con Roger Waters, guitarrista de Pink Floyd, es muy buena.
Cuando me llamó para ofrecerme cantar con él en Nueva York junto a otros artistas como Eric Clapton, no me lo creía. Hablaba con una persona que le traducía y yo le colgué tres veces pensando que era una broma. A la tercera ya le dije “vete a tomar por el culo” (risas). Luego ya me llamaron por otro lado y se aclaró.
¿Como le fue con Obama?
La primera vez que vino a España le dijo a James Costos, el entonces embajador: “Quiero escuchar a Pitingo”. Y allí que fuimos, claro.
Como para decir que no a Obama...
Fue mágico. Los miembros de mi coro se echaron a llorar. Es muy buena gente, muy normal. Nos abrazó a todos y se quedó hasta la cuatro de la mañana. Sus escoltas querían llevárselo y él decía que no, que estaba muy a gusto.
¿Cómo ve otras propuestas de fusión con el flamenco como la de Rosalía?
A Rosalía la conozco desde hace mucho tiempo, y tiene cosas que me gustan mucho y otras que me llaman menos la atención. Las críticas, como eso de la apropiación de la cultura gitana, sirven para levantarte. Y así se lo dije a ella. Yo tampoco defiendo que mi “Killing me softly” sea flamenco. Soy un cantaor de flamenco y lo sé. Lo que hago es aplicar ritmos y cadencia flamenca en una música que no lo es. Creo que a veces la prensa se equivoca al describirlo. Los revolucionarios fueron Camarón y Enrique Morente. Nosotros somos pequeñas motas de polvo al lado de todos ellos, que nos abrieron las puertas para que pudiéramos hacer esto.
Es una persona muy activa, con presencia en medios, implicado en causas sociales y dando su opinión en redes como Twitter. ¿No le preocupa lo que pueda salpicar al meterse en tantos charcos?
No pretendo meterme en charcos, pero cuando me preguntan no tengo pelos en la lengua para contestar, siempre sin ofender a nadie. Critiqué que no me gustaba el pacto de Sánchez con Bildu porque soy hijo de guardia civil, y desde muy joven he visto la foto de Otegui en los carteles de mi casa entre los terroristas más buscados. Y cuando el atentado en Barajas temblaron nuestros cristales. Creo que puedo opinar de eso como otros pueden opinar de otra cosa. Y no soy fascista, ni homófobo, como se ha dicho. Ni racista, ¿cómo voy a ser yo racista, dios mío?. Estoy a favor de quien lo hace bien.
¿Como será el show de Salamanca?
Presentamos el disco “Mestizo y fronterizo”, y el nombre me define. Mi madre gitana, mi padre no, y nací en la frontera con Portugal. Es un concierto que habla de interculturalidad, de conocernos, siempre he luchado mucho por eso. Será muy espectacular ver a 22 personas sobre el escenario, con el coro gospel, la sección latina y la flamenca. Llevamos muchos años juntos y nos entendemos a la perfección. Lo más bonito del mundo es hablar, y ahora mismo, la palabra más necesaria es “respeto”.
”Respect”, que cantaba Aretha.
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