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Pepe González, en bici sobre el río Tormes congelado. / El negocio 'Bicicletas Palacios'.

Más de 100 años y tres generaciones en un negocio histórico: «Venderlas antes de Internet era lo más bonito del mundo»

Pepe González relata a LA GACETA la curiosa historia de 'Bicicletas Palacios' y sus fundadores

José Fuentes Rajo

Salamanca

Domingo, 2 de marzo 2025, 06:45

Ubicado en la Avenida de los Reyes de España 16, Bicicletas Palacios es mucho más que un negocio: es la encarnación de una tradición familiar iniciada en la década de 1920, que ha sabido adaptarse a lo largo de los años sin perder su esencia. Pepe González, representante de la tercera generación al frente del establecimiento, relata a LA GACETA una historia repleta de anécdotas dignas de estar incluidas en un libro.

«Nací entre bicicletas, y mi padre y mi tío igual. A mí me fue entrando el gusanillo de tal manera que lo vivo». Para Pepe no es solo un oficio, sino una pasión convertida en su forma de vida.

Este negocio es tan antiguo que no solo ha visto evolucionar a las bicicletas, sino también a la propia calle. En 1926, José González Palacios, abuelo de Pepe, solicitó la licencia de construcción de un nuevo edificio donde instaló su tienda, «Bicicletas Palacios», que hasta entonces se ubicaba en la cercana calle de Santiago.

Bicicletas Palacios en una foto de 1927.

Desde entonces, los escaparates del establecimiento han sido testigos de los cambios en la vía, cuyo nombre se modificó en 1964 a Avenida de la Paz Española y, en 1980, adoptó su actual denominación de Avenida de los Reyes de España. Finalmente, en 2002, la calle fue remodelada dentro de las obras por la Capitalidad Cultural Europea de Salamanca.

Creaciones únicas y una herencia inigualable

Con orgullo y nostalgia, Pepe habla de su abuelo, su padre y su tío, verdaderos maestros de la artesanía que dieron vida a bicicletas dignas de estar expuestas en un museo. De hecho, algunas pueden verse en el Museo de Automoción y en el del Comercio. Pepe considera a sus antepasados los verdaderos protagonistas del negocio.

«Eran profesionales y artistas, llevaron el oficio a una ingeniería». Su abuelo fabricó un gran número de bicicletas y su tío y su padre, que falleció hace seis años, también trabajaron en el oficio desde muy jóvenes.

Entre sus creaciones hay bicicletas de dos pisos, réplicas de modelos antiguos, bicicletas con múltiples ruedas... Verdaderas obras de arte hechas a mano y a fragua, que reflejan la pasión, el ingenio y la creatividad de la familia a lo largo de las décadas.

Una bicileta de varias ruedas, una bicleta de dos pisos en la que sale Pepe de niño sentado junto con su padre, que sostiene la bici y la última el padre de Pepe sostiene un cuadro en el que se muestra una cadena de piedra de Villamayor hecha a mano.
Imagen principal - Una bicileta de varias ruedas, una bicleta de dos pisos en la que sale Pepe de niño sentado junto con su padre, que sostiene la bici y la última el padre de Pepe sostiene un cuadro en el que se muestra una cadena de piedra de Villamayor hecha a mano.
Imagen secundaria 1 - Una bicileta de varias ruedas, una bicleta de dos pisos en la que sale Pepe de niño sentado junto con su padre, que sostiene la bici y la última el padre de Pepe sostiene un cuadro en el que se muestra una cadena de piedra de Villamayor hecha a mano.
Imagen secundaria 2 - Una bicileta de varias ruedas, una bicleta de dos pisos en la que sale Pepe de niño sentado junto con su padre, que sostiene la bici y la última el padre de Pepe sostiene un cuadro en el que se muestra una cadena de piedra de Villamayor hecha a mano.

De todas ellas, destaca una patente expuesta en el Museo del Comercio: la 'bicicleta escalera'. En los años 60 y 70, los cristaleros transportaban escaleras y cubos sujetos a sus bicicletas. La familia González tuvo la idea de fusionar ambos conceptos. Además, aflojando seis palomillas, la escalera podía desmontarse y la bicicleta quedaba lista para su uso convencional.

El padre de Pepe junto con la 'bicicleta escalera'

Pero la destreza del abuelo de Pepe no se limitaba a las bicicletas. También fabricó una cadena en piedra de Villamayor, cuyos eslabones se mueven perfectamente, y dos réplicas de los clavos de la puerta de la fachada de la Universidad, un arte que transmitió a sus hijos, quienes realizaron otras dos copias.

Entre los recuerdos del taller, Pepe menciona con especial cariño la primera bicicleta que le hizo su padre: «De todas las bicieltas, me quedaría con la de mi padre, la primera que me hizo. Pero, por desgracia, no tengo ni una sola foto, ni siquiera un tornillo de ella. La destruí a base de golpes y a lo largo de los años. Me encantó esa bicicleta». Aunque ya no exista, su recuerdo sigue intacto: «La tengo en mi mente y la describiría perfectamente. Era una bicicleta que ahora se llama híbrida. Se parece mucho a la que yo le preparé a mi hijo. Era verde, jaspeada con blanco, hecha toda a mano y muy ligera».

El auge y el cambio en la venta de bicicletas

Durante décadas, Bicicletas Palacios no solo fabricó y restauró bicicletas, sino que también vivió el auge de su comercialización. «Hemos llegado a vender un camión diario de bicicletas», recuerda Pepe sobre los años dorados del negocio. Entre 1989 y 1993, la demanda era enorme, pero con la llegada de los supermercados, el mercado cambió. Aun así, Bicicletas Palacios supo adaptarse sin perder su esencia, manteniendo su clientela gracias a su amplia gama de herramientas, desde las más sencillas hasta las más complejas, su buena relación calidad precio y la honradez en el trato con los clientes.

El trato humano, una seña de identidad

Más allá de la venta y la mecánica, Pepe González defiende algo que considera fundamental: el trato personal. «Vender bicicletas antes de Internet era lo más bonito del mundo. El trato personal, hacer que un niño probara su bicicleta o enseñar a un adulto que no sabía montar, era algo especial, un tú a tú», explica con nostalgia.

La trayectoria del negocio también ha sido reconocida por destacadas figuras del mundo del deporte, como Joan Llaneras, Javier Mínguez o Txaro Tomasena, quienes han quedado impresionados con la pasión y el saber hacer transmitido de generación en generación.

Una decisión de vida: pasión sobre seguridad

No es fácil tomar decisiones que cambian el rumbo de una vida, pero para Pepe González no hubo dudas. «Dejé la plaza fija de funcionario, pero gané mi felicidad», afirma sin titubear. Su amor por las bicicletas y la historia de su familia pesaron más que la estabilidad que le ofrecía su trabajo en la Universidad de Salamanca, donde estuvo durante 33 años.

Esa pasión por las bicicletas, transmitida durante más de un siglo de generación en generación, también ha calado en sus clientes y en la ciudad. Bicicletas Palacios se ha fundido con la historia de Salamanca, dejando una huella de creatividad, dedicación y la convicción de que la felicidad reside en hacer lo que realmente se ama.

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