Desde hace años, esta provincia busca convertir su posición estratégica en el Corredor Atlántico en una oportunidad de desarrollo económico y empresarial a través de la logística, reto que se ha materializado en el Puerto Seco. Ahora, la apuesta de la Unión Europea por el hidrógeno verde vuelve a situar a Salamanca en una situación ventajosa para la atracción de industria o, al menos, así lo consideran tanto expertos de la Universidad de Salamanca como la Asociación Castellano y Leonesa de Hidrógeno (H2CYL).
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En 2030, Enagás debe haber culminado la gran red de hidroductos que vertebrará España a través de dos grandes ejes. Uno de ellos el que discurrirá en paralelo a la Ruta de la Plata y pasará por Salamanca. Pero más allá de la cercanía de esta «autopista» para captar o verter hidrógeno, Salamanca cuenta con importantes ventajas para la producción de hidrógeno verde, así como para la instalación de plantas de metano y amoniaco para cuya producción se necesita este elemento. Entre ellas, Javier Robador, gerente de la Asociación Castellano y Leonesa de Hidrógeno, incide en que en esta provincia se genera el 20 % de la energía renovable, así como una quinta parte de la energía hidroeléctrica del país. Por otra parte, en ella se producen cuatro veces más electricidad de la que se consume. Un excedente eléctrico, que junto con el agua disponible para la electrólisis o descomposición de esta, facilita el proceso que permite la obtención del hidrógeno verde.
La importante industria agroalimentaria que alberga la provincia se convierte también en un atractivo más para el asentamiento de plantas que aprovechen el hidrogeno disponible para la generación de combustible, como el metano o metanol. Los mataderos, las explotaciones ganaderas así como otras industrias del sector primario generan altas cantidades de dióxido de carbono biogénico, es decir, que no procede de combustibles fósiles, el que exige la normativa europea que se use para eliminar la huella de carbono. Ese CO2 se reaprovecharía para combinarlo con el hidrógeno y generar metano. El catedrático del departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Salamanca, Mariano Martín, explica que hay sistemas para capturar el dióxido de carbono de la atmósfera pero «suponen un gasto energético brutal». Sin embargo, «si ya hay una producción de CO2 en la industria agroalimentaria que tenemos aquí, se puede capturar directamente y utilizarlo como materia prima para la síntesis del metano».
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Pero el sector agroalimentaria no solo aportaría carbono para generar combustible, sino que también se puede convertir en destino del amoniaco, compuesto químico que se genera también a partir del hidrógeno y que es la base de la mayoría de los fertilizantes. A través del proyecto «H2Metamo», financiado con fondos europeos, la Universidad de Salamanca, junto con las de Burgos, León y Valladolid y otros centros de investigación de Castilla y León (Cartif y Cidaut), estudian los procesos más eficientes para la generación de metano y amoniaco. Para la síntesis de este último, además del hidrógeno, se necesitaría nitrógeno, presente en un 79 % en el aire.
La gran cantidad de suelo disponible en la provincia o las horas de sol son otros de los factores que, según Robador, sitúan a Salamanca en una situación ventajosa, no solo en Castilla y León sino también en España, en la carrera por el desarrollo del hidrógeno verde. De ahí, que, al menos, cinco empresas estén diseñando ya proyectos en esta línea en diferentes municipios de la provincia.
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